El retrato de Fernando VII que el Ayuntamiento de Santander encargó a Francisco de Goya en 1814 es la joya del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander (MAS), que celebra los 200 años de esa encomienda con una exposición que podrá visitarse hasta el 14 de febrero de 2015.

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El retrato puede contemplarse en la planta tercera del museo, donde se expone desde 1947, junto a la reproducción facsímil de los documentos del encargo, su aceptación y el pago. En otro de sus espacios, el MeBAS, ha abierto sus puertas la exposición comisariada por Isabel Portilla y Salvador Carretero, director del MAS, en la que la pieza central es una caja de luz con una transparencia a tamaño natural del Fernando VII de Goya. La obra se enfrenta con una interpretación del cuadro del artista Javier Arce, que ha creado, también por encargo del museo, uno de sus “estrujados”.

Además se exhiben grabados de las series los “Desastres de la Guerra”, “Caprichos”, “Disparates” y “Tauromaquía”, un retrato de Fernando VII obra de Álvaro Delgado y otro de Carlos IV que ha sido atribuido a Bernardo Martínez del Barranco y que fue pintado a finales del siglo XVIII. Según ha explicado Salvador Carretero, el retrato de Carlos IV también fue un encargo del Ayuntamiento y en las festividades el cuadro era mostrado desde el balcón del Consistorio al pueblo, que lo aplaudía y vitoreaba. Ese “cariño popular”, ha apuntado, hizo que, cuando Fernando VII regresó a España y fue proclamado monarca absoluto, el Ayuntamiento decidiera encargar un retrato similar.

El único retrato oficial de Fernando VII:

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Así, el Goya del MAS es el único retrato oficial del hijo de Carlos IV en el que se “dicta” la iconografía que acompaña al rey y la forma en que el monarca tenía que ser pintado. Los documentos dicen que el retrato tenía que ser de frente y de cuerpo entero, Fernando VII tenía que aparecer vestido de coronel de guardias con las insignias reales y con la mano sobre el pedestal “de una estatua de España coronada con laureles”. El Ayuntamiento añadía que sobre el pedestal había que pintar la corona, el manto y, a los pies del rey, un león con cadenas rotas entre las garras.

Los documentos no especificaban quién debía hacer el retrato, más allá de que su autor tenía que ser “un buen maestro”. Sí concretaban que el plazo para acabarlo era de quince días y que por el cuadro se iban a pagar 800 reales de vellón. Según Carretero, cuando llegó el encargo a Madrid, fue el propio Goya el que decidió pintarlo. Cumplió con el plazo y añadió 74 reales de vellón más por el transporte hasta Santander.

La historia tras el cuadro:

El director del MAS, que publicó en 2008 un artículo interpretando la obra que ahora ha revisado con motivo de la exposición, ha explicado que el rey aparece acompañado por una serie de elementos que aparentemente le glorifican: una alegoría de España como una matrona clásica y triunfante y el dominador francés a sus pies, simbolizado por el león vencido con las cadenas rotas. Pero tanto en esos elementos como en los eliminados por Goya mientras pintaba el cuadro, que fueron descubiertos en una restauración que hizo el Museo del Prado en 1994, advierte una “dualidad de contrastes y contradicciones”.

En la restauración, se descubrió que Goya había pintado en una mano de la alegoría femenina un cetro o un fiel de balanza y sobre la cabeza del rey, una corona de laurel o manzano. Carretero cree que el lienzo presenta una posible dualidad entre la España constitucional encarnada por la figura femenina y la España absolutista representada por el rey: “La dualidad víctima-verdugo que es una constante en la obra de Goya”.

IMÁGENES:  Varios visitantes observan la exposición “Francisco de Goya. Fernando VII, bicentenario de un encargo” que se abre al público en el Museo de Arte Contemporáneo de Santander, y que presentan el concejal de Cultura, Cesar Torrellas (i), el director del museo, Salvador Carretero (d), y la comisaria de la exposición, Isabel Portilla (c). EFE