Casi cien mil personas han descubierto en los últimos siete años los espectaculares aljibes excavados en la roca viva del monte Benacantil, los conocidos como ‘Pozos de Garrigós’, que durante la segunda mitad del siglo XIX dieron de beber a la ciudad de Alicante con el agua de lluvia.

Canal Patrimonio

aljibes, Alicante
En la ladera suroeste del emblemático monte alicantino coronado por el castillo de Santa Bárbara, los ‘Pozos de Garrigós‘ están en pleno barrio de Santa Cruz y son el principal reclamo del Museo de Aguas de Alicante. Formados por tres depósitos visitables, a los que se suman otros dos localizados pero que no han sido adecuados, estas singulares cavidades en la caliza margosa o arcillosa de Alicante tienen una capacidad de unos 807.000 litros y calmaron la sed de los alicantinos entre 1863 y 1898.

En éste último año se culminó la construcción de una canalización de 55 kilómetros desde Sax (Canal del Cid), que puso fin a la a menudo angustiosa dependencia de la lluvia para beber. Desde el Neolítico, la disponibilidad de agua había sido un factor limitante durante siglos para Alicante, que contaba con varios pequeños manantiales, los principales en La Goteta y la Fuente Santa (en los arrabales del monte Tossal), además del Benacantil.

Tras la llegada del tren en 1858, Alicante experimentó un rápido crecimiento pese a la acusada crisis de abastecimiento, sobre todo después de una dramática epidemia de cólera (1854), que había diezmado la población, y una sequía que duró dos años y que mermó los pocos manantiales. En ese contexto histórico, el ayuntamiento apostó por un proyecto de un maestro de obras e ingeniero, don Antonio Garrigós, que al final ha dado nombre a los pozos.

Para ello, en 1862 Garrigós solicitó autorización al Negociado Municipal de Fomento y el 29 de septiembre de ese año se autorizaron los trabajos, que empezaron el 23 de mayo de 1863, según se desprende de las actas capitulares de la sesión de ese día del consistorio. Se cree que había alguna estructura previa de origen árabe y en poco tiempo se culminaron las cavidades para lograr unos depósitos con una planta circular u ovalada y coronados con ladrillo.

Estos aljibes reciben el agua de lluvia que se infiltra a través de unos 54.000 metros cuadrados de laderas del Benacantil limitadas por los lienzos de la muralla que descienden del castillo, y los tres visitables están alineados unos junto a otros y conectados con unos tubos cerámicos que permitían, por gravedad, derivar el agua de un depósito lleno al siguiente. En un principio, el agua era distribuida por la ciudad por medio de ‘aguadores’ aunque después se colocaron tuberías para conducir las aguas hasta la casa situada en el número 47 de la calle Mayor, esquina con Maldonado, donde según las crónicas se vendía el cántaro a un precio ‘popular’. De los tres pozos abiertos al público, ha relatado el guía del Museo de Aguas de Alicante Santiago García, el situado más cerca de la entrada, en la plaza del Puente (el más bajo), tiene una capacidad de 141.000 litros, el segundo 275.000 y el tercero y más interior 425.000. EFE_Antonio Martín

IMAGEN: Casi cien mil personas han visitado en los últimos siete años los espectaculares aljibes excavados en la roca viva del monte Benacantil, los conocidos como ‘Pozos de Garrigós’, que durante la segunda mitad del siglo XIX dieron de beber a la ciudad de Alicante con el agua de lluvia. EFE