El Museo Guggenheim Bilbao muestra desde hoy la obsesión por la figura humana y su fragilidad del artista suizo Alberto Giacometti, uno de los que contribuyó a revolucionar la escultura en el siglo XX.    

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La exposición, titulada “Alberto Giacometti. Retrospectiva”, es un exhaustivo estudio de su trayectoria desde sus inicios a mediados de los años 20 en París hasta sus grandes obras maestras del final de la misma, a principios de los años 60, a través de más de 200 esculturas, pinturas y dibujos del autor. La muestra ha sido producida por el Museo Guggenehim Bilbao en colaboración con la Fundación Giacometti de París, y está comisariada por la directora de dicha fundación, Catherine Grenier, quien, junto al director del centro expositivo bilbaíno, Juan Ignacio Vidarrte, la ha presentado ayer a los medios de comunicación.

La exposición, antes de llegar a Bilbao, ha pasado por Quebec (Canadá) y el Guggenheim de Nueva York, pero en la capital vizcaína reúne una serie de obras que no cruzaron el Atlántico por su extrema fragilidad. Estas piezas son el conjunto de seis figuras femeninas realizadas en yeso pintado por Giacometti en 1956 para la Bienal de Venecia, y que sólo se han mostrado dos veces desde la muerte del autor en 1966, y un grupo de figuras de mujer que han sido recién restauradas por la Fundación Giacometti y que se muestran por primera vez tras su renovación.

Un estilo personal que revolucionó la escultura del siglo XX

Alberto Giacometti (1901-1966), con 40 años de carrera artística, está considerado uno de los artistas más influyentes del siglo XX, gracias a su personalísimo estilo escultórico basado en la fuerte esquematización de la figura humana, en cuyo estudio se centró, y la utilización del yeso como material principal de muchas de sus grandes obras maestras. La forma de Giacometti de abordar la figura humana, tanto de cuerpo entero, como sus famosas piernas, manos, cabezas y bustos, se ha convertido en uno de los motivos fundamentales del arte contemporáneo desde el final de la II Guerra Mundial, ha precisado la comisaria Chaterine Grenier.

La estilización al máximo de la figura humana y la utilización de un material tan quebradizo como el yeso, sólo usado hasta entonces para realizar los moldes de las obras que posteriormente se elaboraban en metal, transmiten al espectador la fragilidad del ser humano y la emoción que respiran sus esculturas. Otra de las características de la obra de Giagometti, según ha mantenido Grenier, es la universalidad y al atemporalidad de su obra en la que se refleja la influencia que tuvo sobre el creador el arte egipcio y mesopotámico, pero también el africano, con piezas como “Mujer cuchara” (1927), de clara inspiración africana y una de las obras maestras de su periodo inicial. La comisaria ha llamado la atención también sobre el hecho de que Giacometti representa siempre la figura de la mujer quieta y en actitud hierática, mientras que a la masculina la dota de movimiento, como el caso de su obra más icónica, “Hombre que camina”, de 1960.

Influencias de de Picasso, Brancusi o Dalí

Al inicio de su carrera en el París de los años 20, Giagometti recibió influencias de artistas abstractos como Picasso y escultores como Jacques Lipchitz o Constantin Brancusi. A principios de los años 30, su obra “Bola suspendida”, que se puede ver en la sala 206 del Guggenheim Bilbao, encandila al pintor surrealista catalán Salvador Dali, quien incita al fundador del movimiento, André Bretón, a reclutar a Giacometti en sus filas, ha apuntado Catherine Grenier. A está época pertenece otra de las obras maestras que se muestran en la exposición: “Objeto invisible” (1934-35), así como “Mujer degollada” (1932), el “Cubo” (1933-34) y “Cabeza cráneo” (de 1934).

Tras la II Guerra Mundial, en 1947, Giacometti abandona el surrealismo, regresa al arte figurativo y comienza a estilizar sus esculturas, como en su primera obra esquemática “Figura entre dos casas” (1950), su icónica “Nariz” (1947), o su “Cabeza sobre varilla” (1947). A partir de esta época Giacometti empieza a trabajar con la escala de sus piezas, según ha explicado la comisaria Catherine Grenier, y su relación tanto con el pedestal que las sustenta como con el espectador que las contempla, hasta pasar desde las diminutas “Cuatro figurillas sobe un pedestal”, de 1950, a las gigantescas “Mujer Alta I” (1960), “Mujer Alta IV”, de 2,7 y 2,72 metros de alto, y “Hombre que camina”, de 1,80 metros de estatura.

La muestra, patrocinada por Iberdrola, empresa que también sufragará las jornadas de puertas abiertas a las exposiciones que el Museo celebrará este fin de semana, 20 y 21 de octubre con motivo del 21 aniversario de su apertura al público, permanecerá en Bilbao desde hoy, 19 de octubre, hasta el 24 de febrero de 2019.    

 

IMÁGENES: 1. La escultura, “Mujer que camina”, del artista, Giacometti, en el Museo Guggenheim Bilbao, durante la presentación de “Alberto Giacometti. Retrospectiva”. 2. Dos hombres observan las obras “Busto de hombre” y “Rita”. 3. La escultura de bronce pintado “Figurita entre dos casas”.EFE