Renovación del Museo Picasso en Málaga

Catorce años después de su apertura, el Museo Picasso de Málaga se reinventa con una nueva disposición de su colección permanente, dando mayor protagonismo al carácter didáctico del mismo y que incluye algunas obras mostradas en contadas ocasiones al público.

Canal Patrimonio

 

Renovación del Museo Picasso en Málaga

Esta renovación es posible gracias al préstamo, durante los próximos tres años, de 166 obras (valoradas en unos quinientos millones de euros por la casa de subastas Christie’s) por parte de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA). Bernard Ruiz-Picasso, nieto del artista, ha destacado hoy en la presentación que han sido casi dos años de trabajo en esta nueva colección que convierte al Picasso de Málaga “en un museo del siglo XXI” al responder a “una nueva manera de percibir el arte“.

Respecto a la salida de obras emblemáticas de la anterior colección permanente como “Olga Khokhlova con mantilla“, Bernard ha revelado que este retrato de su abuela formará parte de una exposición que abrirá el Museo Picasso de París el 20 de marzo, aunque volverá a Málaga “en poco tiempo“. Por su parte, el director artístico del Museo Picasso, José Lebrero, ha apuntado que, si la colección permanente es el alma de cualquier museo, con esta nueva manera de mostrarla se pretende profundizar en la personalidad del mismo. Al hecho de exponer obras hasta ahora poco exhibidas se añaden los descubrimientos cromáticos gracias a la nueva iluminación de las salas con el patrocinio de la Fundación Endesa, que ha invertido 133.000 euros.

 

Renovación del Museo Picasso en Málaga

 

Las 120 obras expuestas, fechadas entre 1895 y 1972, se han dispuesto ahora de forma cronológica, aunque entendido esto “de forma flexible”. De estas 120 piezas, ochenta pertenecen al préstamo de FABA y las otras cuarenta a los fondos del Museo Picasso, mientras que las restantes de Almine y Bernard Ruiz-Picasso se mostrarán de forma rotatoria al ser obra gráfica o en papel cuyas medidas de conservación impiden una exposición más continuada. El recorrido por las once salas del Palacio de Buenavista comienza por la etapa de formación académica, el punto de inflexión que supuso el viaje de Picasso a Gósol en 1906 y el redescubrimiento del arte antiguo clásico, que se produjo con su viaje a Italia para colaborar con los Ballets Rusos, entre 1917 y 1924, cuando conoció a Olga Khokhlova. Las siguientes etapas son las dedicadas a la aventura del cubismo, la escultura en los tiempos del surrealismo y un espacio dedicado a los retratos, que Picasso sabe reinventar “desde la subjetividad de las nociones de la apariencia y personalidad del retratado”, según Lebrero.

La sexta sala revela cómo empleó materiales y técnicas novedosas, como el hierro, el metal o el cemento, o reutilizó objetos cotidianos como el manillar y el sillín de una bicicleta para crear una cabeza de toro. Los años de conflicto en Europa y el impacto de la Segunda Guerra Mundial están en obras en las que se reducen los colores, aparece el blanco y negro y pinta naturalezas muertas, calaveras o motivos tenebrosos y dramáticos. El viaje prosigue por el interés de Picasso por las artes populares a partir de finales de los años 40 y en los 50 y su intensa relación con la cerámica, y dedica toda una sala a su bestiario, con los numerosos animales que aparecieron de forma reiterada en sus obras. Ya octogenario, Picasso se propuso dibujar como un niño y el resultado fue una serie de retratos esquemáticos, con marcas en zigzag que remiten a la idea de juego y con ojos diferentes “porque el mundo no puede ser armónico“, según explica Lebrero. La nueva experiencia que ofrece el Museo Picasso concluye en la última década de vida del artista malagueño, cuando pintó figuras ataviadas al modo del Siglo de Oro español.

EFE

IMÁGENES: Diferentes salas del Museo Picasso de Málaga. EFE.