El Museo de Arte Moderno de Moscú inauguró hoy “Antoni Gaudí. Barcelona“, la mayor exposición del gran arquitecto modernista en Europa y que profundiza en el idilio de los rusos con la ciudad catalana.

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Maqueta de la Casa Milá, conocida como La Pedrera, en una exposición sobre Gaudí.
Aunque millones de turistas viajan expresamente a Barcelona para ver sus edificios, “es importante explicar Gaudí más allá del fenómeno turístico y con una visión didáctica“, aseguró Charo Sanjuán, comisaria de la exposición. Para ello, la fundación AUREA Cultura I Art y numerosas instituciones catalanas han prestado al museo moscovita 150 piezas, en su mayoría maquetas, planos, fotos y dibujos, pero también adornos, muebles, baldosas, rejas y cerámica. Todo para lograr algo aparentemente imposible: exponer en un museo la obra de un arquitecto, que no trabajaba con planos, sino en tres dimensiones y que tenía una fantasía comparable a la de su compatriota Salvador Dalí. “Básicamente, Gaudí utilizaba el dibujo para permisos administrativos, pero él trabajaba con volúmenes, con maquetas. Él era un arquitecto que trabajaba con las manos“, explicó. Maquetas que, según Sanjuán, el arquitecto creaba en los talleres que tenía en las mismas obras de construcción, donde pasaba la mayor parte del tiempo. “Si uno ve la Pedrera y coge el plano de la fachada y la maqueta, pues no se parecen nada. Y es que él construía los edificios con maquetas, no con planos“, insiste. Como si fueran casas de muñecas, uno puede adentrarse en el Palacio Güell o en la Casa Milá, cuya maqueta está dividida en varias partes para que el interesado analice todos los detalles y acabados del edificio que se escapan al turista tradicional. Aunque la maqueta más original es la fabricada con cordeles y que sirvió de base para la cripta de la colonia Güell, y que al estar colgada al revés sobre un espejo permite apreciar la genialidad de las decisiones adoptadas por el arquitecto español. En esas maquetas se puede apreciar cómo Gaudí conjuga funcionalidad con ornamentación, comodidad con originalidad a través de sus vanguardistas fachadas, balcones y patios, además de sus mosaicos y baldosas de cerámica. “Gaudí, ¿genio o loco?“, se preguntan los rusos sobre un artista que se alejó de la tradición y el academicismo para idear soluciones arquitectónicas que aún desafían la imaginación.

La exposición sigue toda su trayectoria artística desde sus inicios en el seno de una familia de artesanos hasta su odisea en la incomparable Sagrada Familia, no en vano el lugar de España más visitado por los turistas. A través de maquetas, planos, dibujos y fotos se puede ver la evolución de la construcción del proyecto más importante de su carrera, ya que recibió dicho encargo en 1883, y que su muerte en 1926 le impidió consumar. La especial relación entre Gaudí y su principal mecenas, Eusebi Güell, también ocupa un lugar de excepción en el museo ruso, ya que fueron los encargos del político e industrial las que le permitieron realizarse al plasmar libremente sus ideas. La exposición expone uno de sus primeros trabajos, el Colegio de las Teresianas, que destaca por su austeridad y ascetismo, resultado tanto de la falta de presupuesto, como de las estrictas indicaciones de los autores del encargo. Al entrar en la recreación de una habitación de la Casa Batlló, con sus puertas, marcos, pomos y percheros ondulantes, uno siente como que ha entrado en un mundo surrealista más cercano a Alicia en el País de las Maravillas que a la Barcelona del principios del siglo XX. La misma sensación le embarga a uno al sentarse en las sillas y bancos de la Casa Calvet, sede las oficinas comerciales de dicha familia, trabajo que demuestra que Gaudí era no sólo arquitecto, sino diseñador, al más puro estilo renacentista. A diferencia de las exposiciones de Gaudí en Japón, donde el arquitecto cuenta con una miríada de admiradores, en Moscú se han incluido también las fotos de la exposición de 1927, un año después de su muerte, y que han sido cedidos por el archivo histórico del Colegio de Arquitectos de Barcelona. También se proyecta un breve documental de la Filmoteca Española en la que se ve a Dalí pintando con alquitrán la silueta de la Sagrada Familia para conmemorar el 30 aniversario de la muerte de Gaudí durante una celebración en el Parque Güell (1956). Años después “Gaudí fue defenestrado, machacado y vilipendiado“, pero “Dalí fue uno de los primeros que lo defendió, primero con artículos en revistas“, subraya la comisaria. “El broche lo pone Frederic Amat“, explica Sanjuán, en referencia al artista contemporáneo catalán que revisó la figura de Gaudí como arquitecto y artesano del metal en el proyecto audiovisual “Forja, que se puede ver en la muestra.

EFE

IMAGEN: Maqueta de la Casa Milá, conocida como La Pedrera, en una exposición sobre Gaudí. EFE.