Venecia, Alejandro Martín

Nueva colaboración del historiador, investigador y gestor cultural Alejandro Martín López quien, en esta ocasión, nos invita a reflexionar en torno a la “presión” que el turismo ejerce en ciudades patrimoniales, su artículo nos adentra en el día a día de quienes tuvieron la buena o mala fortuna de crecer en una postal turística…

Canal Patrimonio_ Alejandro Martín López

Puente Rialto, Venecia, Pixabay

 

Arrastras los pies lentamente sobre el enlosado de piedra. No tienes mucho espacio para avanzar en esta calle estrecha y oscura en la que solo entra el sol en verano; ni siquiera puedes ver tus zapatos. Una marea humana te arrastra sin darte cuenta de que ahora las losas están inclinadas. De forma repentina y casi inesperada la luz de junio inunda todo a tu alrededor y por fin eres consciente de que estás en uno de los sitios más míticos del mundo: el puente Rialto de Venecia. Tratas de acercarte hacia una de las balaustradas abriéndote paso a duras penas. Cuando llegas, sacas el móvil con la intención de hacer una foto del Gran Canal, atestado de góndolas, barcas de transporte y Rivas privadas. Levantas el brazo para esquivar el bosque de manos que tratan de hacer lo mismo que tú. Enfocas un cartel de publicidad. Cambias de encuadre. Cuando quieres apretar el botón es demasiado tarde: sin darte cuenta la masa de cuerpos turísticos te ha llevado al otro extremo del puente, y no puedes sino seguir el flujo hacia la plaza de San Marcos. Allí tendrás otra oportunidad.

La presión que el turismo ejerce en algunas de las ciudades europeas ya no es un problema del que nos tengamos que ocupar dentro de un lustro: hace al menos una década que llegó y tiene la perversa intención no solo de quedarse, sino de agravarse. Además, esta situación que sufren ciudades como Venecia, Florencia, Barcelona o Granada paradójicamente es a la vez un problema y una noticia maravillosa.

 

Venecia, Alejandro Martín

 

El punto positivo viene dado porque el acceso a otros países, a otras culturas u otras experiencias ya no es solo el privilegio de la rancia aristocracia y la alta burguesía que recorrían el Mediterráneo en el Grand Tour, dejando grabado su nombre en las ruinas milenarias – como Lord Byron en el templo de Cabo Sounion, en Grecia-. Hoy en día cientos de miles de ciudadanos de todo el mundo, independientemente de su condición, tienen acceso a diversos modelos de viaje, para seguir descubriendo nuestros secretos. El turismo genera el 10 % de los puestos de trabajo del mundo, y en algunos países como el nuestro se ha convertido en uno de los motores económicos más importantes del Estado.

Pero también hay espacio para mejorar: la presión ejercida tanto por los visitantes, como por la economía que generan, está desnaturalizando algunas de estas ciudades donde la vida cotidiana en los conjuntos históricos es cada vez más difícil. Y poco a poco los negocios tradicionales como las ferreterías, los talleres de zapateros o los ultramarinos, dejan paso a establecimientos hosteleros prediseñados según el gusto nórdico. Ya no huelen las calles al suavizante de la ropa tendida de fachada a fachada, porque allá donde vayas huele a gofre y kebab.

Este impacto es aún más duro cuando el espacio turístico se encuentra en el medio rural, porque en un continente principalmente urbano, esta mermada población ve invadidos sus pueblos por miles de visitantes que llegan a multiplicar por cien el número de los empadronados. Especialmente llamativa es la presión de vehículos rodados, como se ha visto este año en espacios arqueológicos tan distintos como Stonehenge (Reino Unido) y en Las Médulas (España). Por otro lado, el desarrollo de una hostelería que dé servicio a los requerimientos de una población turista mucho más numerosa que la anfitriona, puede generar cierto desequilibrio entre la forma de vida tradicional y la nueva actividad económica.

 

 

Venecia, Alejandro Martín

 

El gran reto del siglo XIX

Hay quien opina que la gestión del turismo en estas zonas que todos tenemos en nuestra mente es un reto para los gestores del patrimonio del siglo XXI; sin embargo, el reto se planteó en la segunda mitad del siglo XIX, sin que nadie haya encontrado hasta ahora una solución salomónica, que permita el acceso al patrimonio cultural, sin alienar el bienestar de la población anfitriona.

Cuando ha terminado el Año Internacional del Turismo Sostenible, los gestores del patrimonio de toda Europa siguen buscando soluciones que conviertan estas invasiones rentables a corto plazo, en una herramienta de crecimiento equilibrado de futuro. Mientras tanto, el repartidor, el basurero y el encargado de las pompas fúnebres tendrán que seguir luchando para poder ofrecer sus servicios a las familias que tuvieron la buena o mala fortuna de crecer en una postal turística.

Al final, la vida cotidiana se abre paso a duras penas en los lugares donde la presión turística es tan importante. De tal forma que uno de los primeros días de primavera que comienza a ser agradable salir al sol, elijo el balcón de casa para seguir esa conversación telefónica con mi madre. Una veintena de cámaras de fotos y móviles retratan mi cotidianeidad, que luego será expuesta a lo largo y ancho de las redes sociales. No sé qué les resulta tan singular. ¡Mierda, estoy en calzoncillos!

IMÁGENES: Diferentes vistas de la ciudad de Venecia: la primera extraída de Pixabay, muestra el puente Rialto y las dos restantes, tomadas por el historiador Alejandro Martín, en distintos puntos de la ciudad.