El desmontaje del retablo de la capilla de Santa Bárbara, en la Catedral Vieja de Salamanca, permitió hallar una joya artística en forma de pintura mural del siglo XIV sobre la vida de la santa.

Canal Patrimonio_Carlos Tabernero/ ICAL

Quizá con la misma sensación de curiosidad y temor ante lo desconocido que seguramente albergó el famoso arqueólogo inglés Howard Carter, cuando a principios de los años 20 se adentró en una de las cámaras del Valle de los Reyes de Egipto para descubrir la tumba de Tutankamon, el restaurador y director de proyectos de Uffizzi Conservación y Restauración de Bienes Culturales, David Rodrigo, y el carpintero restaurador Jesús Javier Aragón comenzaron hace pocas semanas con el desmontaje del ático del retablo de la capilla de Santa Bárbara, en la Catedral Vieja de Salamanca, para saber a qué pertenecían los trazos de color y letras que una cámara endoscópica, introducida hace años por el historiador Antonio Ledesma, había revelado que existían en la pared sobre la que colgaba la pieza principal de la capilla. Lo que ni Rodrigo, ni Aragón, ni probablemente Ledesma podían esperar es que ese muro frontal albergase una pintura mural completa del siglo XIV con escenas de la vida de la santa que da nombre a la capilla.

“Empezamos poco a poco a desmontar, sin saber qué podíamos encontrar, y vimos que no era solo algo de color y letras sueltas, sino que había escenas buenísimas de pintura del siglo XIV que podían haber conformado el antiguo retablo de la capilla”, revela David Rodrigo, encargado junto a María Luisa López Ávila, de la restauración de la capilla de Santa Bárbara, auspiciada de manera conjunta por el Cabildo catedralicio salmantino y por la Junta de Castilla y León. Con el permiso del entonces deán, Jesús Terradillos, continuaron con el desmontaje del retablo hasta que se encontraron frente a “todas las escenas” de la vida de Santa Bárbara. Unas pinturas de una “enorme entidad”, tal y como desvela el restaurador del Servicio de Intervenciones en el Patrimonio de la Junta, Carlos Tejedor, y que convirtió el día del desmontaje en “maravilloso”, en palabras de López Ávila.

Y es que ese trabajo, mezcla de arqueología y restauración, que habían llevado a cabo con el desmontaje del retablo, había descubierto para la Historia del Arte una obra que durante siglos permaneció oculta al ojo humano y que ahora está siendo restaurada, como el resto de elementos de la capilla, con el fin de que pueda ser mostrada a estudiosos y visitantes con todo el resplandor que tuvo en su origen, a finales del siglo XIV, como decoración primitiva de la capilla. Se trata de “un conjunto completo, un retablo mural sobre la vida de Santa Bárbara” que se encuentra en un “muy buen estado de conservación” precisamente por su ocultación tras el retablo, puesto que el resto de la decoración pictórica que se cree que tuvo la capilla en sus inicios se perdió “por la propia evolución del templo, que hizo que fuesen desapareciendo las pinturas” mientras que la recién descubierta quedó “parada en el tiempo”.

Así, el retablo jugó un doble papel de guardián y encubridor que permitió la supervivencia de las pinturas durante siglos y que ahora salen a la luz como un elemento “único en Salamanca y Castilla y León, un mirlo blanco”, según explica Jesús Terradillos, puesto que “no existe un retablo similar sobre la vida de Santa Bárbara que se ciña a unos hechos fundamentales que realmente fueron ciertos” y que se desmarca de “la leyenda áurea, que tiene bastante de fantástico”. El gran fresco va revelando así “la vida de la santa, su conversión, cómo el padre la mete en el castillo, cómo ella persiste en su idea y su opción, y cómo finalmente su padre no tiene más remedio que acceder al martirio”, explica el miembro del Cabildo de la Catedral de Salamanca, Antonio Matilla. Es por eso que, como relata Carlos Tejedor, “las pinturas cumplen con todo” lo requerido para un gran descubrimiento artístico, “por iconografía, situación dentro de la capilla, antigüedad y carácter único”.

Otros tesoros

La pintura mural del siglo XIV sobre la vida de Santa Bárbara no es, no obstante, el único tesoro descubierto con la restauración de la capilla dedicada a la santa y acometida por los responsables de esta empresa de restauración y su equipo, formado por seis restauradores y un carpintero restaurador. La limpieza de los sarcófagos ubicados en los laterales y el centro de la estancia también está revelando unas policromías que “estaban totalmente enturbiadas por la suciedad y el paso del tiempo pero en las que ahora se van a poder valorar la calidad de la escultura y la pintura de los sepulcros”, explica la directora de gestión y administración, María Luisa López Ávila. Es ella quien revela que este es uno de los pocos trabajos pendientes para completar la restauración total de la capilla, junto a la pintura mural y la policromía original de los capiteles, tras haber realizado ya la de “los lienzos, las indulgencias, la clave de la bóveda, los escudos del obispo Lucero y el retablo desmontado”.

Pero es que, además, la limpieza de las bancadas laterales permitió dos descubrimientos más. Por un lado, el del material de la bancada original, que es de piedra, y donde se situaban “unos cojines para poder sentarse” antes de la colocación de la bancada de madera. Por otro lado, la ‘basura’ acumulada durante cuatro siglos en los recovecos de dicha bancada, hallada ahora, y que incluye elementos tan curiosos como un naipe “que no es contemporáneo”, una partitura o trozos de vasijas de cerámica que indican que “cuando se encontraban en la capilla, los estudiantes se dedicaban a otros menesteres además del estudio”, afirma Matilla.

Porque aunque en un inicio la de Santa Bárbara fue “una capilla funeraria que se adquiría por una familia para que fueran enterrados sus miembros ahí”, posteriormente se convirtió en uno de los lugares de nacimiento de la Universidad de Salamanca, que “tiene sus raíces en las capillas de Santa Catalina y Santa Bárbara, en el claustro de la Catedral Vieja”, revela Jesús Terradillos. Es por eso que aún quedan restos diseminados por la capilla, y recogidos por los restauradores para su conservación por parte del Cabildo catedralicio, de elementos que utilizaban los estudiantes y que “reflejan cómo era la vida entonces”.

Viaje “en el túnel del tiempo”

Por ello, y tanto por su fin inicial como por los descubrimientos que han ido diseminando la restauración de la capilla de Santa Bárbara, el objetivo que se pretende lograr por parte de las tres instituciones participantes es “mostrar toda la evolución histórica de la capilla a través de todos los elementos que han conformado su vida”, relata Carlos Tejedor. Por esta razón el carpintero restaurador Jesús Javier Aragón está realizando una estructura que “pueda hacer abatible el retablo para que, en un momento determinado, se pueda abrir y mostrar las pinturas de la vida de Santa Bárbara” a turistas y visitantes. Se pretende con ello “hacer compatible la imagen actual de la capilla con toda su evolución” sin perder por el camino ninguno de los elementos de su historia, tal y como señala Carlos Tejedor, encargado de la supervisión de la restauración por parte de la Junta como principal ‘inversor’, con un montante destinado a la misma de 460.000 euros.

De esta manera, se mantendrá “la historia de la capilla viva” y se podrá dar a conocer, con todas sus fases, tanto a investigadores de la Historia y el Arte como a los turistas, los “mecenas democráticos actuales”, como los denomina Antonio Matilla, de una Catedral de Salamanca que siendo “sumamente significativa de por sí”, ahora añade otro elemento para su estudio y disfrute con una pintura mural que “atraerá a mucha más gente”. Y es que el fresco de la capilla de Santa Bárbara permitirá a los visitantes realizar “un viaje en el túnel del tiempo” con el que recorrerán la historia de la capilla de Santa Bárbara, de la Catedral Vieja de Salamanca, y de la vida en la propia ciudad charra en unos pocos metros cuadrados repletos de tesoros ‘escondidos’.

IMÁGENES: David Arranz / ICAL