Nueva colaboración del historiador, investigador y gestor cultural Alejandro Martín López; que en el artículo de hoy hace un recorrido por unas de las manifestaciones vivas más singulares del Patrimonio Cultural Inmaterial de Europa: las marcaradas y carnavales de invierno.

Canal Patrimonio_Alejandro Martín López

 

Detrás de una máscara se esconde tanto el deseo del anonimato como la conexión con seres ancestrales y fantásticos, la broma, la mofa y la sátira. Dejar la rutina, para ser otra criatura diferente.

El periodo que va desde la Navidad hasta la Cuaresma está marcado en gran parte de la Europa continental por las mascaradas, los carnavales y otras fiestas, donde el disfraz permite la trasgresión de las normas establecidas durante los meses más fríos del año.

Hay tantos carnavales y máscaras invernales dispersas por el territorio europeo que sería imposible recogerlos todos en un solo artículo. Sin embargo, un hilo invisible los conecta: constituyen representaciones del Patrimonio Cultural Inmaterial de cada uno de los lugares donde se celebran, convirtiéndose en uno de los elementos más primitivos de identidad de sus ciudadanos.

¿Tradición ancestral o de origen medieval?

Algunas tradiciones pretenden que estas mascaradas tengan un origen ancestral, relacionado con los pueblos originales de cada territorio. Aunque parece más conveniente buscar su origen en la Edad Media, cuando frente a las exigencias del calendario cristiano, se ofrecía a los fieles unos meses de asueto entre las celebraciones de la Navidad y los rigores de la Cuaresma. En cada región, ciudad o pueblo esta tradición ha ido moldeándose de acuerdo a las creencias y contextos locales. Poco tienen que ver los bailes barrocos de Venecia, con los Momotxorros de Alsasua, salvo que durante unos días las máscaras les permiten ser alguien diferente a su día a día, mofarse de los poderosos e incumplir las normas preestablecidas.

Pilar sobre el que se foja la identidad local

En las zonas rurales más aisladas de toda Europa han sobrevivido expresiones de este Patrimonio Cultural Inmaterial con menor influencia del devenir de las modas urbanas. Los Alpes, los Pirineos, la Cordillera Cantábrica, Tras-Os-Montes y otras zonas rurales del Noroeste peninsular han protegido las ropas, instrumentos y ceremonias centenarias como elemento fundamental de la identidad de sus pueblos. Luca D’Andrea en su novela “La sustancia del mal”, recoge a la perfección la trascendencia de cuidar y proteger los atuendos de los Krampus que pueblan los Alpes italianos y austriacos los días de Navidad. El mismo respeto casi reverencial se percibe en los elegidos para representar a los zanpantzar de Ituren (Navarra), las trangas de Bielsa (Huesca), el tafarrón de Pozuelo de Tábara (Zamora), los guirrios de Llamas de la Ribera (León) y muchos otros. Al margen del evidente juego de identidades, de humor y de broma, se descubre una particular necesidad de proteger estos elementos como pilar de la identidad local.

    

Máscaras Ibéricas, el renacer de la tradición

En los últimos cuarenta años la despoblación de las zonas rurales había precipitado la desaparición de muchas de estas tradiciones invernales. El esfuerzo y el ingenio de las poblaciones locales y de sus descendientes urbanos han protegido o rescatado algunas de estas celebraciones en la provincia de León o en el área de frontera entre la provincia de Zamora y Portugal, conocida como “la raya” por los vecinos de la zona. En este último caso, el proyecto de Máscaras Ibéricas, ha encontrado en el programa Interreg de la Unión Europea el soporte económico y administrativo para trabajar en la investigación etnográfica, la promoción turística y la protección patrimonial de una de las zonas más atacada por la emigración y la despoblación. Este movimiento de protección de las mascaradas y carnavales de invierno, que ha comenzado como conatos locales o regionales, debería encontrar la forma de tejer una red más amplia de colaboración que permitiese entender estas manifestaciones locales, como parte de una cultura más amplia.

Ahora que entramos de lleno en la Cuaresma y que las máscaras quedarán encerradas en armarios o arcones hasta el próximo invierno, puede ser el momento de reservar unos días del próximo año para tomar parte en estas manifestaciones vivas de un Patrimonio Cultural que tiene a la vez un espíritu puramente local e identitario, pero que nos habla de la historia de Europa y de los lazos que nos unen con nuestros vecinos. Ponernos una máscara, tomar como propia la identidad del personaje que representamos, enfrentarnos con descaro al vecino o al compañero de trabajo que no nos reconoce y pagar el impuesto a Don Carnal, forma parte de ese ADN cultural que se ha ido tejiendo a lo largo de siglos.

 

 

IMÁGENES: 1 y 2. Carnavales tradicionales provincia de León (Foto Alejandro Martín). 3. Krampus de Salzburgo, Austria (Foto Wiki). 4. Zampantzares del carnaval de Ituren, Navarra (Foto de Wiki). 5. Guirrios del carnaval de Llamas de la Ribera, León (Foto de Wiki).