El Museo Metropolitano de Nueva York (Met) reivindica la figura de Hortense Fiquet, más conocida como Madame Cézanne, en una exposición que reúne por primera vez los retratos que el pintor francés realizó a su olvidada esposa.

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A partir de este miércoles y hasta el próximo 15 de marzo, 24 pinturas sobre Hortense se darán cita en este emblemático espacio artístico de Nueva York, que pretende demostrar la influencia de la mujer que fue modelo de Paul Cézanne durante más de 20 años, pero también su esposa y la madre de su único hijo.  Al contrario de la popularidad de la que disfrutaron compañeras sentimentales de grandes pintores, como Gala gracias a Salvador Dalí, Madame Matisse o las múltiples amantes de Picasso, Fiquet ha sido tradicionalmente ninguneada por la historia del arte.

Por eso, bajo el título de “Madame Cézanne”, esta muestra pone de relieve el importante papel que jugó Hortense en la obra del artista, después de que no fuera bien recibida por los padres de Cézanne y ni siquiera apreciada por el pintor, que sólo se casó con ella para legitimar la herencia de su hijo y nunca compartió su techo tras el matrimonio. Madame Cézanne fue también olvidada por los críticos de arte hasta este momento, en el que el Met decidió homenajear la figura de una mujer que soportó la rutina artística de Cézanne y modeló para él durante sus tediosas sesiones de pintura, en las que no permitía que nadie se moviese ni hablase para no apartarse del lienzo. Así, por encima del vínculo sentimental, les unía una relación artística, sumada al estipendio que el pintor destinaba a la manutención de su hijo, también llamado Paul.

“Solamente conocemos a Hortense bajo la sombra del gran Paul Cézanne, pero ella fue la figura que lo permitió avanzar en su extraordinaria carrera. No puedo enfatizar suficiente la importancia de Hortense para el arte de Cézanne”, afirmó la comisaria de la exposición, Dita Amory. El pintor francés prefería retratar sujetos que conocía bien, como el Mont Sainte-Victoire, para profundizar en su investigación estética y en la percepción de las formas según la relación entre el color, algo que recuerda esta minuciosa muestra, que ordena los lienzos según su papel en el proceso artístico de Cézanne. La colección de retratos de Hortense permiten, así, contemplar la evolución de su pintura en cuadros muy parecidos y entender que “no es una exhibición sobre el retrato, sino sobre la pintura general del artista”, según Amory.

Cuatro retratos con un denominador común, el rojo:

Una de las series más destacadas es el conjunto de cuatro obras en que Hortense aparece con el mismo vestido rojo y que han abandonado sus puestos originales en Basilea (Suiza), Chicago (EE.UU.) y Sao Paulo (Brasil) para reunirse por primera vez con sus homónimas en el Met. Fechadas en el final de la década de 1880 -los investigadores coinciden en que fueron pintados en un breve periodo de tiempo, aunque desconocen el lugar-, las cuatro pinturas se dividen en dos pares, en los que la primera de ellas tiene un trazo rápido y la segunda ha evolucionado en una imagen más elaborada. La pareja más interesante es la que forman el retrato normalmente expuesto en Sao Paulo, que incluso carece de fondo, con la obra del Met, que está considerada uno de los mayores triunfos del Cézanne retratista. “Solamente yo entiendo cómo pintar un rojo”, solía decir el francés.

Paul Cézanne (1839-1906) y Hortense Fiquet (1850-1922) se conocieron en París en 1869 cuando ella trabajaba como encuadernadora de libros, y, aunque se desconocen las circunstancias, un retrato sugiere que empezó a modelar para el pintor a la edad de 22 años.  EFE_Anna Buj

IMAGEN:  Fotografía de divulgación del cuadro “Madame Cézanne en un vestido rojo” (1888-1890), una de las obras de la olvidada Madame Cézanne que encuentra por fin su sitio en una muestra del Museo Metropolitano de Nueva York (Met) con la que se reivindica la figura de Hortense Fiquet, esposa de Paul Cézanne. EFE