ES* Encaramado a lo alto de una escarpada roca, el castillo de Algoso fue construido en el siglo XII para afianzar las posiciones de la zona de Braganza tras la independencia portuguesa del reino de León.

PT*  Localizado no topo de uma íngreme rocha, o castelo de Algoso, no distrito de Bragança, foi construído no século XII para fortalecer a proteção da área após a independência portuguesa do reino de León.

Canal Patrimonio Flumen Durius

ES* Un corto y agradable paseo desde la aldea de Algoso es lo que nos separa de su castillo, emplazado sobre una pronunciada escarpa que mira al rio Angueira, en un imponente caos de afloramientos graníticos. Por lo que parece, el sitio no pasó ni mucho menos desapercibido para el hombre primitivo y antiguo, por lo que se deduce de los resultados de las campañas arqueológicas acometidas recientemente y que identificaron vestigios de ocupación desde el tercer milenio a.C. (el denominado período Calcolítico), pasando por la Protohistoria y la presencia romana hasta el siglo IV d.C.

La historia del castillo de Algoso solo comenzará en el siglo XII, entre el final del reinado de don Afonso Henriques y el inicio del de don Sancho I, cuando Mendo Bofino, señor de la región, ordenó su construcción para ayudar a fijar la frontera con el reino de León, ofreciéndoselo posteriormente al monarca que, en compensación, le entregaría las tierras de Vimioso.

Tras una breve ocupación por tropas leonesas entre los años 1212 y 1213, el rey Sancho II donaría el castillo en 1224 a la orden de San Juan del Hospital, nuevamente para afianzar la ocupación portuguesa en esta región fronteriza. Más tarde, durante el dominio de la ordem de los Hospitalarios, a finales del siglo XIII, el castillo sufriría una profunda remodelación arquitectónica para adaptar sus elementos a las nuevas formas de hacer la guerra. De esta campaña resultó la mayor parte de la fábrica que hoy podemos apreciar en el edificio, que desmanteló u ocultó los vestigios pertenecientes a la antigua construcción románica del siglo XII.

Al fondo se aprecia el castillo desde su posición dominante.

El castillo es una fortaleza básicamente gótica de planta rectangular, que aprovechó las fragas existentes en la zona para cimentar sus murallas y cuyo acceso era efectuado a través de una escalinata excavada en la roca. Contaría, al menos, con dos torres: La meridional ya desaparecida —nos resta su memoria gráfica representada por Duarte d´Armas en su Livro das Fortalezas, ejecutado entre 1509 y 1510— y la torre del homenaje, de planta heptagonal, que fue dotada de balcón con matacanes desde el que se protegía la entrada al recinto. En el interior encontramos además la primitiva cisterna del castillo, donde se almacenaba el agua en caso de cerco militar.

A pesar de los forales concedidos por Afonso V (1480) y don Manuel (1510), el castillo de Algoso no pudo evitar caer en un profundo proceso de decadencia, que provocaría a partir del siglo XVII el desplazamiento de la población hacia su actual localización. A finales de esta centuria, sus defensas sufrirían aún una última reforma para adaptarse a las nuevas técnicas militares y a la pirobalística moderna, ya desde perspectivas estrictamente militares. Su última diligencia tuvo lugar en el contexto de la Guerra de Sucesión española (1701-1714). Desde entonces, la fortaleza se sumiría en un creciente y profundo olvido.

El proceso de degradación comenzaría a ser revertido a partir de mediados del siglo XX, con el desarrollo de varias campañas de rehabilitación y, más recientemente, con la instalación de un Centro de Acolhimento en el Largo do Pelourinho, dotado de modernos recursos museológicos y en donde podrá contemplar parte del expolio recuperado en las excavaciones arqueológicas.

PT*  Um curto e agradável passeio a partir da aldeia de Algoso é o que nos separa do seu castelo, implantado sobre uma pronunciada escarpa sobranceira ao rio Angueira, formada através de um imponente caos de afloramentos graníticos. Ao que parece, desde cedo este espaço deixou de ser estranho ao Homem, com base nos resultados das campanhas arqueológicas recentemente executadas e que identificaram vestígios da sua ocupação desde o terceiro milénio a.C. (o denominado Calcolítico), passando pela Proto-história e pela presença romana até ao século IV d.C.

A história do castelo de Algoso, porém, só começa no século XII, entre o final do reinado de D. Afonso Henriques e o início do de D. Sancho I, quando Mendo Bofino, senhor da região, ordenou a sua construção para ajudar a fixar a fronteira com o Reino de Leão, oferecendo-o posteriormente ao monarca que, em recompensa, lhe entregaria as terras de Vimioso.

Após uma breve ocupação por parte das tropas leonesas entre 1212 e 1213, o rei D. Sancho II doa em 1224 o castelo à Ordem de São João do Hospital, novamente para assegurar a ocupação portuguesa desta região fronteiriça. Mais tarde, durante o domínio da Ordem dos Hospitalários, nos finais do século XIII, o castelo sofreria uma profunda remodelação arquitectónica para melhor adaptar os seus elementos às novas formas de fazer a guerra. Desta campanha resultou a maior parte da fábrica que hoje podemos admirar no edifício, que desmantelou ou ocultou os vestígios pertencentes à antiga construção românica, do século XII.

O castelo é uma fortaleza basicamente gótica, de planta retangular, que aproveitou as fragas existentes na zona para a instalação das suas muralhas e cujo acesso era efetuado através de uma escadaria escavada na rocha. Contaria, pelo menos, com duas torres: uma localizada a sul, desaparecida e apenas preservada pelo desenho de Duarte d’Armas, escudeiro da Casa Real, no seu Livro das Fortalezas, executado entre 1509 e 1510; e a torre de menagem, de planta heptagonal, dotada de balcão de mata-cães a partir do qual se protegia a entrada do recinto. É dentro do recinto interno que encontramos também a primitiva cisterna do castelo, onde se armazenava água em caso de cerco militar.

Apesar dos forais outorgados por D. Afonso V (1480) e D. Manuel I (1510), o Castelo de Algoso entrou num profundo processo de decadência, que provocaria a partir do século XVII a deslocação da população até à sua atual localização. Nos finais desta centúria, as suas defesas sofreriam uma última reforma para se adaptarem às novas técnicas militares e à pirobalística moderna, mas numa perspetiva estritamente militar. A sua última diligência teve lugar no contexto da Guerra da Sucessão de Espanha (1701-1714). Desde então, a fortaleza sumir-se-ia num crescente e profundo esquecimento.

O processo de degradação começaria a ser revertido a partir de meados do século XX, através de várias campanhas de reabilitação e, mais recentemente, com a instalação de um Centro de Acolhimento no Largo do Pelourinho, dotado de modernos recursos museológicos e onde podemos contemplar grande parte do espólio recuperado nas escavações arqueológicas.