ES* Zamora era una ciudad relativamente joven cuando, en el año 1063, el rey Fernando I de León le otorgó sus fueros. Posiblemente sea a partir de esta fecha cuando se comienza a fortificar el conjunto urbano a orillas del Duero, aunque cada vez quede más lejos de la amenaza musulmana a medida que la Reconquista avanza hacia el sur.

PT* Zamora era uma cidade relativamente jovem quando, em 1063, o rei Fernando I de Leão concedeu-lhe o estatuto ou Fuero. Possivelmente foi a partir desta data que começou a fortificar-se o conjunto urbano às margens do Douro, embora cada vez estivesse mais longe da ameaça muçulmana, pois a Reconquista deslocava-se ao sul.

La puerta de doña Urraca, protegida por dos tambores semicirculares. Fotos: Románico Digital

Canal Patrimonio Flumen Durius

ES* Existen referencias previas haciendo mención a la repoblación y fortificación de la ciudad de Zamora, aunque el escrito más antiguo donde se documenta la presencia de esta muralla data del año 1082. El primer recinto amurallado de Zamora abarca una superficie de 25 hectáreas y contaba originalmente con once accesos. Su trazado discurría desde la Puerta Óptima, de Olivares o del Obispo, como se la conoce hoy, pasando ante la Casa del Cid y descendiendo por las peñas de Santa Marta, en cuya parte más alta se halla un postigo descubierto hace escasos años. Subía después ante la iglesia de San Pedro y San Ildefonso –donde hubo otra puerta, de la que se conservan algunos restos–, enlazando con San Cipriano –con otra puerta más– y dirigiéndose hacia la calle de los Herreros, donde giraba hacia la iglesia de San Juan de Puerta Nueva. Desde aquí seguía la actual calle Ramón Álvarez, para girar de nuevo hacia el oeste, recorriendo la calle Mesones hacia la plaza de la Leña, donde se abría un postigo previo a la puerta de doña Urraca. El tramo a continuación está salpicado de cubos semicirculares y se prolonga por todo el flanco norte de la ciudad, donde más lienzos se conservan. Hacia la mitad de este sector se hallaba la Puerta de San Martín. Cerca de la iglesia de San Isidoro se encuentra el pequeño acceso conocido como Postigo de la Traición, vinculado a la leyenda de la muerte de Sancho II por Bellido Dolfos. El último tramo de esta muralla bordea el espigón delante de Santiago el Viejo y del barrio de Olivares, envolviendo el Castillo en cuya fábrica está integrado el postigo de Santa Columba y discurriendo ante la Catedral, en los límites del palacio episcopal.

El análisis de la construcción de los muros es bastante complejo, sobre todo porque existen múltiples reconstrucciones y restauraciones modernas. En general la fábrica se hizo a base de mampostería y sillería de arenisca local, empleándose aquella preferentemente en los sectores del sur, mientras que los sillares son más característicos de los paramentos del norte. Probablemente se remató la muralla a base de merlones rectangulares, desaparecidos en buena parte y sustituidos en otros tramos por otros posteriores.

Barbacana del castillo, con un antiguo postigo clausurado.

La altura de la muralla en los tramos que se conservan es de unos ocho metros, mientras que su anchura varía desde los cuatro metros en torno a la plaza Mayor y en las inmediaciones de la Puerta de San Martín, a los 2,80 en los alrededores de la Casa del Cid. En cuanto a la presencia de foso, éste sólo se ha documentado en un pequeño sector en las excavaciones que se hicieron junto a la iglesia de San Juan de Puerta Nueva.

Se pueden considerar todas las puertas y portillos más o menos de la primera mitad del XIII, teniendo en cuenta que el lienzo que más visos tiene de ser original es el de mampuesto que se halla en torno a la Casa del Cid y cuyo postigo se puede remontar también a esos momentos fundacionales de tiempos de Fernando I y Alfonso VI. De todos modos este recinto, trazado en la segunda mitad del siglo XI y renovado intensamente y de forma constante a lo largo de los siglos siguientes, debió quedarse rápidamente pequeño.

La expansión de la ciudad amurallada tendría lugar en torno al siglo XII, alcanzando algunos arrabales del lado oriental. En total, este segundo recinto tendría unos 1.970 metros de trazado, encerrando una extensión en torno a las 32 hectáreas. Los pocos vestigios que restan de sus muros alcanzan una altura máxima conservada de seis metros y una anchura de unos tres metros, contando con algunos lienzos de sillería y otros de mampostería, a lo largo de los cuales se abrían siete puertas.

Aún hubo una tercera ampliación de las murallas, correspondiente al siglo XIV, que afectó a la zona ribereña de Zamora. Por estamentos sociales, podría decirse que los tres recintos responden a la protección de los poderes fácticos en el caso del primer perímetro amurallado, al sector comercial y la judería nueva en el caso del segundo, y al artesanal en el caso del tercero, incluyendo en éste los barrios más populosos y la judería vieja de la ciudad.

Lugar de confluencia entre el segundo y el tercer recinto amurallados junto a la ronda del Degolladero.

PT*  Há referências anteriores mencionando o repovoamento e fortificação da cidade espanhola de Zamora, embora a documentação mais antiga seja de 1082. O primeiro recinto murado de Zamora ocupa uma área de 25 hectares e originalmente tinha onze acessos. Seu percurso corria da porta Óptima, Do Bispo ou de Olivares, como é conhecida hoje, passando a Casa del Cid e descendo sob as penhas de Santa Marta, no topo das quais houve um postigo que foi descoberto há alguns anos. Subia então a muralha para a igreja de São Pedro e San Ildefonso, onde havia outra porta, com alguns restos ainda preservados, a unir San Cipriano – com mais uma porta – em direção à rua dos Herreros, onde a fortificação seguia rumo à igreja de San Juan de Puerta Nueva. A partir desse ponto seguia para a atual rua Ramón Álvarez, para voltar ao oeste, cruzando a rua Mesones até a praça da Lenha, onde havia um postigo antes de chegar à porta de D. Urraca. O trecho a seguir era cheio de torres ou cubos semicirculares e se estendia ao longo do lateral norte da cidade, onde mais muros são preservados. No meio desse setor estava a porta de San Martín. Perto da igreja de San Isidoro ficava o pequeno acesso conhecido como Postigo de la Traición, ligado à lenda da morte do rei Sancho II pelo traidor Bellido Dolfos. A última seção do muro corria ao longo do paredão na frente dos bairros de Santiago el Viejo e Olivares, envolvendo o Castelo a cuja fábrica está integrado o postigo de Santa Columba, e a seguir até a Catedral circundando o palácio episcopal.

A análise da construção das paredes é bastante complexa, especialmente porque existem múltiplas reconstruções e restaurações modernas. Em geral, a parede era feita de alvenaria e silhar de arenito, sendo usada preferencialmente nos setores do sul, enquanto os silhares são mais característicos das paredes do norte. Provavelmente o muro foi terminado com merlões retangulares, muitos dos quais desapareceram e foram substituidos em outras seções.

A altura do muro nas seções que permanecem em pé é de cerca de oito metros, enquanto sua largura varia dos quatro metros na área da praça Mayor e perto da porta de San Martín, aos 2,80 nos arredores da Casa del Cid. Quanto a presença do fosso, ele só foi documentado em um pequeno setor nas escavações que foram feitas ao lado da igreja de San Juan de Puerta Nueva.

Todas as portas podem ser consideradas mais ou menos da primeira metade do XIII, tendo em conta que o setor do muro com mais chances de ser original é o trecho em torno da Casa del Cid, cujo postigo pode fazer parte também daquela época fundacional dos tempos de Fernando I e Afonso VI. Em todo caso, este perímetro, que foi construído na segunda metade do século XI e renovado de forma intensa e constante nos séculos seguintes, deve ter ficado pequeno pouco tempo depois.

A expansão da cidade murada teria lugar em torno do século XII, atingindo alguns subúrbios no lado leste. No total, este segundo recinto teria cerca de 1.970 metros de comprimento, abrangendo uma extensão aproximada de 32 hectares. Os poucos vestígios restantes de suas paredes atingem uma altura máxima de seis metros e uma largura de cerca de três metros, com alguns muros de silharia e outros de cantaria, ao longo dos quais havia sete portas.

Ainda há registros de uma terceira extensão das muralhas, correspondente ao século XIV, que afetava a área do rio. Pode-se dizer que, por camadas sociais, os três recintos correspondem à proteção dos poderes locais (igreja e senhorio) no caso do primeiro perímetro amuralhado, o setor comercial e o novo bairro judeu no caso do segundo, e os ofícios no caso do terceiro, incluindo aqui o bairro mais populoso e o antigo bairro judeu da cidade.