En este artículo, publicado en la revista Patrimonio, la arqueóloga y técnico de la Fundación Santa María la Real, Zoa Escudero, nos adentra en los importantes hallazgos llevados a cabo durante la restauración integral de la iglesia de San Esteban de Cuéllar, en Segovia.

Canal Patrimonio_Zoa Escudero

Exterior del ábside mudéjar

Este templo, uno de los ejemplos más expresivos del románico segoviano, fue objeto de extensas tareas de restauración, hace algo más de siete años, promovidas por la Fundación y con la colaboración del Obispado y Ayuntamiento de la localidad, con el objetivo último de recuperar para la actividad cultural un espacio entonces en desuso, de notables valores patrimoniales, y aquejado de distintos problemas de conservación.

El proyecto de intervención nacía ya con una clara vocación integral, contemplando las distintas necesidades del edificio, el acondicionamiento de su entorno y la recuperación de sus bienes muebles, en particular los cuatro magníficos sepulcros mudéjares de la cabecera. Durante el proceso de intervención arqueológica en las mencionadas sepulturas, nació lo que nos atrevemos a definir como un nuevo proyecto autónomo, en parte paralelo, en parte entrelazado con el de restauración del edificio y sus bienes, centrado en el estudio y recuperación de un espléndido lote documental de los siglos XV y XVI –las bulas de Isabel de Zuazo- convirtiéndose así la actuación en una auténtica labor interdisciplinar.

Por fortuna, la etapa de intervención en el templo, con todo lo que supuso y aportó, se vio rematada con la publicación de una monografía, en la que se recogen los planteamientos de los trabajos, su desarrollo y resultados, y en la que todos los intervinientes en los distintos procesos pudieron efectuar su aportación correspondiente.

Los datos obtenidos de todo el trabajo efectuado componen una imagen histórica seguramente mucho más completa y precisa del pasado, no solo del templo, sino de la villa segoviana y su sociedad medieval. La aportación al conocimiento que se efectuó en el proceso de la restauración de San Esteban fue trascendental para ello, y consiguió sacar a la luz un material de primerísima calidad que sigue por suerte proporcionando tema para el estudio y debate. A la vez, la intervención cumplió felizmente el objetivo inicial de renovar el edificio y mejorar su estado de conservación.

La restauración de la iglesia de San Esteban de Cuéllar

Este pequeño templo ya existente en el siglo XIII, considerado merecidamente como un ejemplo destacado del mudéjar segoviano, muy remodelado en época barroca,  que fue durante largo tiempo interpretado como parte del recinto amurallado de la localidad de Cuéllar, presentaba en la pasada década notables deficiencias de conservación,  tanto en su exterior como en su interior.

Los trabajos de restauración partieron de consistentes estudios previos (arqueológicos, históricos, de revestimientos y elementos ornamentales muebles) y se remataron con un más que cualificado primer acercamiento al contenido y significado del conjunto documental, junto a la indagación dirigida a identificar a los ocupantes de los sepulcros y su vínculo genealógico.

La actuación arquitectónica, tras la redacción del correspondiente diagnóstico y redacción del proyecto de restauración, acometió trabajos de rehabilitación de buena parte del inmueble.

Reparaciones en la cubierta, aleros, las fábricas exteriores, arreglo de grietas y desprendimientos,  tratamiento del zócalo del notable ábside, sustitución de carpinterías, mejoras en la ventilación, limpieza de revestimientos, eliminación de la vegetación circundante, etc. constituyeron una batería de actividades que sin duda logaron una renovación y revalorización del exterior del edificio.

Mención especial merece el tratamiento de la torre-campanario, en la que se modificó completamente el sistema de acceso, se arregló su cubierta, el sistema de sujeción de la campana, las diferentes plantas y sus revestimientos exteriores, acondicionándose y poniéndose en valor el osario que junto a ella, en el interior de la nave, había sido antes intervenido arqueológicamente.

Interior de la nave y cabecera del templo tras su restauración

Dentro del templo fue precisa también la reparación de los paramentos muy afectados por humedades de capilaridad, eliminando los morteros espurios y conservando y consolidando los morteros originales, algunos de los cuales conservaban policromías que igualmente se recuperaron para su contemplación; se trataron y enlucieron las yeserías de la bóveda, los pavimentos de la nave y coro, las carpinterías,  y se atendieron las necesidades de los entornos de los sepulcros y piezas muebles (cajeados de los retablos, hornacinas, molduras, etc.)

A la rehabilitación del volumen del edificio, se añadió una intervención exterior promovida por el Ayuntamiento, de dignificación del entorno inmediato y mejora del acceso desde la vía pública al recinto y la adecuación de los espacios libres que rodean la iglesia, teniendo en cuenta la urbanización preexistente en las inmediaciones. Se generó un jardín en el área norte del edificio con rampas, escaleras y pavimentación, completando el tratamiento y la recuperación del contexto urbano de San Esteban.

En parte de manera anticipada y en parte simultánea a los trabajos descritos, se fueron efectuando las investigaciones históricas y los trabajos arqueológicos previos en el exterior del edificio. Éstos últimos aportaron una importante documentación sobre el uso funerario de todo el espacio, que parte de fechas anteriores a la fundación de la propia iglesia y continúa hasta el siglo XIX, la ocupación protohistórica de este mismo sector, las características constructivas de la cimentación del templo y de la morfología del sustrato original. Las lecturas estratigráficas murarías resultaron reveladoras en la interpretación de la relación del templo con alguna de las construcciones adosadas a los pies del mismo, su vínculo (más bien la inexistencia del mismo) con la muralla medieval y, en particular, para el análisis y clarificación de la estructura románica de la cripta-osario de la nave, en uso  hasta su tapiado en el siglo XVII.

Otro conjunto de tareas fue el desarrollado en el interior para la restauración en los bienes muebles que lo requerían. Precedidos de una fase de análisis y determinación del alcance de las patologías, se procedió a la restauración de los paramentos, las yeserías de los retablos del Descendimiento y Crucificado y de los sepulcros principales, la hornacina del archivo y el retablo de la Virgen. Un amplio cateado previo en las naves determinó la existencia de un casi perdido programa decorativo original, sencillo y polícromo, con predominio del color rojo, consistente en despieces de sillares fingidos sobre fondo blanco cubriendo las áreas de mampostería. Algo de ello fue conservado a la vista en las paredes del osario, así como una escena figurativa en el lateral de la nave del Evangelio y otras trazas de frescos medievales, que, en época posterior, habían sido cubiertos o eliminados parcialmente.

 

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