Javier Barón, Jefe de Conservación de Pintura del Siglo XIX del Museo Nacional del Prado, nos comenta la exposición “Una pintura para una nación. El fusilamiento de Torrijos”.

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En el marco del Bicentenario, cuya idea motriz es celebrar el Museo del Prado como el gran regalo que se ha dado la nación española, esta exposición conmemora el 150 aniversario de la nacionalización de las colecciones reales con la única pintura de historia que se encargó por el Estado con destino al Prado, Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, obra de Antonio Gisbert, que se exhibe, con la colaboración de Ramón y Cajal Abogados, junto a su boceto preparatorio (expuesto por vez primera tras su reciente restauración), óleos, estampas y documentos relacionados con la pintura.

En 1868, durante el mandato de Antonio Gisbert en la dirección del Museo y al iniciarse el Sexenio Revolucionario, tuvo lugar la nacionalización de las colecciones reales, que pasaron a depender del Estado, para convertir el Prado en Museo Nacional de Pintura y Escultura.

En 1886 el gabinete liberal de Práxedes Mateo Sagasta encargó la obra en torno a la que se articula la exposición, que se convirtió en un elemento simbólico de la construcción de la nación española desde la perspectiva de la defensa de la libertad.