Pablo Picasso se reencuentra con sus raíces mediterráneas muy lejos de su hogar, en Washington, y lo hace a través de 140 cerámicas que por primera vez han cruzado el Atlántico para sorprender a un público que lo ama y aclama.

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No sorprende que Picasso, símbolo de España en EEUU, sea una de las estrellas del “Iberian Suite: global arts remix”, un festival que reúne en Washington, hasta el 24 de marzo, a más de 600 artistas de 23 países influidos por la cultura ibérica. El Centro Kennedy, donde se celebra este festival, acoge entre sus paredes, como si fueran un tesoro, más de 140 esculturas de colores vivos, mediterráneos, rojos, negros y azules que sorprenden desde sus vitrinas con sonrisas, guiños y formas nunca antes vistas.

“Picasso rompe la forma de hacer y ver la cerámica. En esta exposición se incluye tanto la cerámica como la escultura, la pintura… Todos los medios que utiliza Picasso”, explicó la comisaria de la exposición, Joséphine Matamoros, que ha dedicado 30 años de su vida al artista. Picasso, que plasmó su talento en 4.500 cerámicas, comenzó a experimentar con barro en 1900, pero fue durante los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial cuando el artista desarrolló un intenso interés por esta forma de arte. En ese momento, el artista estaba viviendo en el sur de Francia, donde precisamente se habían depositado muchas vasijas, platos o jarrones desde antes del Imperio Romano. “A la orilla del Mediterráneo, Picasso se encuentra con su cultura hispánica y mediterránea. Se encuentra con la cultura romana, griega y todas las culturas mediterráneas antiguas”, destacó Matamoros.

Una ruptura con los códigos clásicos

Así, Picasso comienza a crear y lo hace rompiendo todos los códigos clásicos de la cerámica con unas estrategias inéditas para la época y formas con las que nunca antes se había experimentado, como por ejemplo utensilios de cocina. “Reutiliza por ejemplo los instrumentos que se usaban para la cocina, les da forma como si fueran piezas importantes de la cultura griega con pintura negra y roja”, detalla. Picasso también da al barro y la arcilla formas nunca vistas antes, como animales. “Toma un pájaro. Toma sus dos alas y las utiliza para hacer dos asas, que luego una vez realizada la escultura no se reconocen”, explica Matamoros.

Una cerámica única, por primera vez expuesta en Estados Unidos, y con la que Picasso “reflexiona y encuentra nuevos métodos de expresarse”, según la comisaria. En la exposición también pueden encontrarse unos platos hispano moriscos que Picasso llenó de figuras de ojos y de otros elementos simbólicos de las corridas de toros. “El ojo es un elemento simbólico de la corrida de toros. La gente que va a ver la corrida ve el ojo y el ruedo, al mismo tiempo, tiene forma de ojo”, detalla la comisaria.

“La exposición está formada así en forma de ruedo porque, cuando el público entra a la exposición, ve con sus ojos toda la muestra y luego va de pieza en pieza y de sitio en sitio. Pero, al entrar, con solo una mirada ya ve el todo”, añade. La muestra permanecerá en el Centro Kennedy hasta el 22 de marzo y  ya fue presentada en la ciudad provenzal de Aubagne (Francia) con el título “Picasso céramiste et la Mediterranée” en 2013, cuando Marsella se convirtió en la capital cultural europea.  EFE_Beatriz Pascual Macías

IMAGEN:  Vista de algunas de las 140 cerámicas del pintor español Pablo Picasso que por primera vez han cruzado el Atlántico para formar parte del “Iberian Suite: global arts remix”, un festival que reúne en Washington a más de 600 artistas de 23 países influidos por la cultura ibérica. EFE