La exposición “El viento que no vemos” reúne en Haro (La Rioja) ocho esculturas de Eduardo Chillida que se funden con la tierra e invitan al visitante a conversar con las piezas.

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El comisario de la muestra, su hijo Ignacio Chillida, ha presentado la exposición, en un acto al que también han asistido el presidente del Gobierno de La Rioja, Pedro Sanz, y el consejero delegado de la bodega CVNE, Víctor Urrutia, donde se encuentra la muestra. Estas ocho piezas de gran tamaño, escogidas expresamente por Ignacio Chillida para “El viento que no vemos”, están elaboradas en hierro, alabastro, arenisca y tierra y se han instalado en una de las naves de la bodega, en un espacio oscuro y fuertemente vinculado a la tierra.

De todas ellas, el comisario ha destacado la pieza cruciforme “Sin título” (1973), que se ha encastrado en la pared del fondo de la nave y se expone por primer vez al público, procedente del Molino de Los Vados (Burgos), se encontraba incrustada en sus muros, de donde el artista la extrajo manualmente. Ésta está emparentada con la serie de esculturas “Gurutz” (cruz, en euskera), en las que Chillida (San Sebastián, 1924-2002) introduce el espacio hacia el interior de la materia, y del vacío emerge la forma cruciforme.

En “Escuchando la piedra III” (1996) y “Lo profundo es el aire XVIII y XIX” (1998), el escultor optó por horadar piezas macizas de granito hacia el interior, ideando laberintos para acceder a las entrañas de la materia hasta tocar su esencia, lo que le permitió por primera vez introducir el espacio dentro de un bloque de piedra. “El viento que no vemos” es un aforismo que utilizaba Eduardo Chillida para referirse a la naturaleza, la gravedad, la luz y el viento que no se ve, que “puede llevar a muchas imágenes que no se ven”, ya que, según afirmaba Octavio Paz, “el viento es la casa del espíritu”, ha recordado Ignacio Chillida.

Por su parte, Sanz ha señalado que “la uva nace en la naturaleza, pero luego el hombre la trabaja y la cuida en la bodega, donde envejece”, por lo que ha opinado que esta muestra “combina arte, naturaleza y vino”. “Como pasa con un gran vino, sus obras trascienden a lo temporal y se pueden disfrutar igual ahora que dentro de veinte años”, ha asegurado el consejero delegado de CVNE, una bodega que cuenta con 135 años de historia. EFE_Rebeca Palacios.

IMAGEN:  Inauguración de la exposición “El viento que no vemos”, en bodegas CVNE incluye ocho esculturas, cinco de ellas de gran volumen y realizadas en hierro y piedra, y otras tres de formato más pequeño, elaboradas en alabastro y tierra. EFE