El devenir de los alrededor de mil vecinos de La Calahorra (Granada) está marcado por la imponente imagen de su castillo, un monumento privado y protegido que recibe unas 15.000 visitas anuales con su apertura solo una vez a la semana y que condiciona mucho más que la estampa del pueblo.
Canal Patrimonio
Cinco siglos de historia, los que lleva encaramado sobre la montaña el imponente castillo de La Calahorra, marcan el devenir de los alrededor de mil vecinos de un municipio que podría vivir de un cuento turístico que no ha terminado de escribirse.
Desde cualquier punto del entramado que dibujan las carreteras comarcales y la autovía A-92, cerca del Marquesado del Zenete que protege este pueblo granadino, se contempla la estampa de su principal monumento, un castillo que mandó construir Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza a principios del siglo XVI sobre los restos de otro de origen árabe.
En ese trono que representa una colina a 1.250 metros sobre el nivel del mar, el castillo ha escrito en las últimas décadas borradores de historias de compraventa para pasar de manos privadas a instituciones públicas, aunque en este caso la historia tampoco ha logrado escribir un final feliz.
El alcalde de La Calahorra, Alejandro Ramírez, detalla que la adquisición de este monumento, declarado así en 1922, “está ahora fuera de lugar” aunque el Ayuntamiento mantiene una relación “muy cordial” con sus propietarios.
Cómo conjugar los intereses privados con las posibilidades turísticas del sitio
El edificio, pionero en introducir el estilo renacentista en la arquitectura civil española para presumir del carácter militar exterior que dibuja la sobria mole, tardó menos de una década en construirse y lleva varias intentado encontrar la fórmula para conjugar los legítimos intereses privados de sus dueños y las posibilidades turísticas de la comarca.
Por obligación legal, el castillo de La Calahorra abre al público cada miércoles y recibe cada año a entre 10.000 y 15.000 visitantes, una cifra poco oficial porque “no se hace con ánimo de lucro, no se venden las entradas y no hay constatación”. Un número que podría multiplicarse de forma exponencial con otro tipo de gestión para convertir al municipio en un rey turístico que suma planes y más planes sobre la rentabilidad del Castillo que no cuajan “porque tampoco se trata de abrir y meter gente, hay que hacer más”, ha reconocido el alcalde local.
Declarado además Bien de Interés Cultural (BIC), diferentes administraciones han coqueteado con comprarlo como hizo en 1991 la Diputación de Granada o en reiteradas ocasiones desde 2004 la Junta de Andalucía, sin lograrlo. “Cuando había dinero, en otros tiempos, no hubo un apoyo institucional, aunque no vamos a tirar la toalla. Si ha estado ahí 500 años, podremos esperar algunos más”, ha explicado Alejandro Ramírez, convencido del “potencial” de un recurso que podría ser mucho más.
Al hecho de ser una propiedad privada se suman además las restricciones de la Junta por su valor patrimonial, por lo que el castillo da ahora a su pueblo “más problemas que beneficios”. “No podemos ni adecentar el camino porque el perímetro está protegido y al permiso de los dueños habría que sumar el de Cultura”, ha apuntado el alcalde, que también vio frustrarse un convenio con la familia para invertir en la zona.
El rodaje de dos películas ha allanado el camino, solo el físico, para disfrutar de un castillo monumental que podría liderar un reino turístico y de desarrollo económico y laboral, y que sigue buscando la fórmula de cuento con la que escribir un final feliz. EFE_María Ruiz
IMÁGENES: Vista del Castillo de La Calahorra, un monumento privado y protegido que recibe unas 15.000 visitas anuales con su apertura solo una vez a la semana y que condiciona mucho más que la estampa del pueblo. EFE