Redacción Canal Patrimonio- EFE

El museo de prehistoria, etnografía y colecciones africanas de El Bardo reabre sus puertas en Argel para mostrarse a sí mismo, sin exposición alguna que lo vista, tras seis años de restauración, tres de ellos de forzada clausura. Los ricos azulejos geométricos y con motivos vegetales de esta casa palaciega levantada en el siglo XVII, sus soleados patios abiertos, las laberínticas escaleras y pasillos que la recorren, sus salas escondidas o los arcones labrados al estilo bereber que guardan algunas de sus estancias, serán las únicas obras que mostrará el museo hasta 2014. “Es una ocasión para visitar el museo como monumento, como obra arquitectónica, artística e histórica, ya que se trata de un antiguo edificio que se remonta al siglo XVII”, subraya la directora de El Bardo, Fatima Azzoug.

Al igual que los mosaicos que siembran los suelos de sus salas, el museo-palacio está formado por una sucesión de edificaciones que se superponen, y que fueron emprendidas por sus distintos dueños, desde el emir tunecino Mustafa Ben Omar, que se cree su fundador, hasta la familia francesa Joret, que a principios del siglo XX vendió a las autoridades coloniales galas el inmueble.

La arquitectura y el arte otomano de la época se mezclan con la influencia de los moriscos huidos de España en los siglos XVI y XVII, así como con distintos estilos de los siglos XVIII y XIX o los azulejos importados de Holanda, Túnez, Marruecos, Irán o Turquía. “Una de las principales dificultades (antes de acometer la restauración) fue la documentación, no hay mucha, hay algunos autores que describen cómo se encontraba pero no dan información útil para la restauración”, comenta el jefe de la oficina encargada de los trabajos de rehabilitación, Abdelhakim Hameg.

Ambicioso proyecto
Azzoug explica que esto se debe a que al haber sido una casa privada hasta el siglo XX, sus dueños fueron haciendo ampliaciones “según sus gustos y necesidades, pero sin documentarlas, al contrario de lo que ocurría con los edificios públicos”. Debido a esto, asegura Hameg, el estudio preliminar se extendió durante tres años antes de poder abordar los trabajos, que cuentan con un presupuesto de 190 millones de dinares argelinos (alrededor de 1.900.000 euros). “Es el mayor proyecto de restauración de estas características ejecutado en Argelia, tanto por su magnitud como por su coste”, subraya la directora.

El 95 por ciento de las intervenciones realizadas han sido llevadas a cabo por expertos argelinos, comenta Hameg, que agrega que “se han empleado las técnicas utilizadas en los distintos momentos”, lo que “ha supuesto una oportunidad de recuperar el saber hacer de la época”. No obstante, como asegura la directora de El Bardo, algunas cuestiones fueron encargadas a especialistas de otros países, como la restauración de la piedra, llevada a cabo por españoles, la deshumidificación o la climatización de las salas, encargada a empresas holandesas y francesas. “Ha sido un gran reto para nosotros y estamos muy orgullosos”, declara Azzoug, que apostilla que la restauración de El Bardo forma parte de un programa del Ministerio de Cultura para adecuar los museos nacionales a los parámetros internacionales.



IMÁGENES: Imágenes del museo de prehistoria, etnografía y colecciones africanas de El Bardo, ubicado en una casa palaciega del siglo XVII, que reabre sus puertas para mostrarse a sí mismo tras seis años de restauración. / EFE