El Fuerte de la Concepción, en Aldea del Obispo (Salamanca), que fue parte crucial de la Guerra de la Independencia, se beneficia de una reconstrucción de lujo tras soportar años de olvido.

Canal Patrimonio_Juan López (ICAL)

Hotel Domus Real

Sus ruinas esconden mucha historia y no olvidan. Cada una de sus ocho esquinas principales sintió el golpe de los cañonazos entre las vetas de sus piedras. Pasó de ser parte crucial de la Guerra de la Independencia en la hoy conocida Ruta de las Fortificaciones, en la Raya entre Salamanca y Portugal, a ser totalmente olvidado en el tiempo. Pero el destino, 350 años después de su construcción, le llegó en forma de lujo. El Fuerte de la Concepción, ubicado en Aldea del Obispo, a medio kilómetro del país luso, jamás estuvo en guerra, pero sí sufrió bombardeos. Unas secuelas apreciables a simple vista, mantenidas en el tiempo, en muchos casos como atracción turística y económica.

Fue un inversor privado quien en 2006 rescató esta infraestructura histórica en forma de estrella del abandono, para convertirlo en hotel de lujo. Adquirió las ruinas e inició una restauración que ha convertido al Fuerte en “la única fortaleza militar estilo ‘Vauban’ (ingeniero militar francés del siglo XVII, afamado por su habilidad en el diseño de fortificaciones) acondicionada como hotel de lujo en toda Europa”.

Hotel Aldea del Obispo

Finalmente, fue adquirido por la cadena Hotusa e integrado en su línea Domus Selecta, elegida para aquellos edificios con alguna particularidad. “La restauración ha mantenido incluso los destrozos de las bombas, que en el mejor de los casos ahora son terrazas. Las 35 habitaciones, alguna de ellas con jacuzzi, cuentan con el suelo original, son más frescas, pero también con suelo técnico”, explica Laura González, del departamento comercial, quien añade que desde la apertura del hotel en 2012 la “respuesta ha sido bastante buena y se ha triplicado el número de pernoctaciones”.

Subir al alto en el que se encuentra el Fuerte ya transmite sensaciones diferentes. Parece trasladarte a una época bélica. Más cuando los recepcionistas visten con el traje típico de los soldados británicos, mientras que los trabajadores del restaurante se enfundan los del ejército napoleónico, que fueron quienes ocuparon la fortaleza. Ahora, clientes de Madrid, principalmente, de Castilla y León y de origen portugués hacen noche en un lugar diferente, especial, “en el que hace dos siglos también lo hicieron más de 2.000 soldados y sus monturas”. Para ese número de personas estaba preparado el aljibe, del siglo XVIII, que hoy no se puede usar por cuestiones de salubridad.

Fuerte Aldea del Obispo

Hostilidades vecinas

La historia del Real Fuerte de la Concepción es más antigua aún que la Guerra de la Independencia. Es necesario atravesar Aldea del Obispo para encontrarse con el cartel que indica que Portugal está apenas a un kilómetro. Antes está el fuerte, íntimamente ligado a las hostilidades entre los dos países de la Península Ibérica.

Aunque la construcción se inició el 8 de diciembre de 1663 -motivo por el que tomó el nombre de esta festividad-, el fuerte tal y como hoy se conoce fue ordenado construir en 1735 bajo el reinado de Felipe V por el ingeniero militar Pedro Moreau, que lo hizo sobre las antiguas ruinas. Se finalizó en 1753. Tras medio siglo olvidado, cobró importancia en la Guerra de la Independencia, al igual que las vecinas ciudades de Almeida (Portugal), que posee otro similar, y Ciudad Rodrigo, en Salamanca.

Tras la derrota de las tropas napoleónicas y su posterior retirada, el general Wellington, al mando del ejército inglés, ordenó bombardear el fuerte el 21 de julio de 1810 “para que nunca más sirviera como lugar defensivo”, explica González. Por ello, se reciben muchas visitas guiadas de turistas británicos que siguen los pasos del general, ya que se encuentra en plena Ruta de las Fortificaciones, la cual completan Ciudad Rodrigo, Almeida, Siega Verde y San Felices de los Gallegos.

Aldea del Obispo

En aquel importante ataque, los cuatro revellines que protegían sus muros fueron destruidos, así como sus dos baluartes. Parte de la muralla se desmoronó, estragos que hoy día aún se pueden observar al pasear por la parte alta del fuerte, desde donde la vista sumerge al visitante en las largas batallas, viendo pasar a los equinos que acogían las caballerizas cercanas, aún en pie, o el paso del río Touroes, que hace frontera entre los dos países.

Tras las desamortizaciones, en tiempos de Isabel II, el Fuerte pasó a manos de particulares. “Cayó en el olvido, únicamente usado como cantera y cobijo para el ganado hasta mediados del siglo XX”, señala Laura González, quien añade que fue expoliado por los vecinos para la construcción de casas aún visibles en los pueblos cercanos, un hecho justificado en la comarca, “pues nadie se imaginaba que sería reconstruido”.

Años de trabajo
González, que trabaja desde el primer día en el hotel, recuerda que a partir de 2006, los primeros tres o cuatro años se desarrollaron únicamente tareas de desbroce tras el largo abandono. “Las naves estaban anegadas de agua, las piedras caídas, robadas, se limpiaron las acometidas con tuneladoras de nueva tubería y saneamiento. Ya en 2011 se comenzó al obra de acondicionamiento de espacios”, narra.

Hotel Aldea del Obispo

Ahora, cada nave son dos habitaciones, con baño y zona de dormitorio, “ventanas tipo ‘astillera’ que se mantienen intactas, utilizadas para disparar a cubierta”. Por suerte, explica González, “quien viene, repite”, relata, mientras muestra el arco de entrada al fuerte, pues la recepción se ubicó en un anexo que mantiene su estructura original, unos metros antes del puente que salva al foso. Agencia ICAL_Juan López

 

IMÁGENES: Diferente vistas del Fuerte de la Concepción reconvertido en Hotel de lujo en Aldea del Obispo (Salamanca)_ICAL_Eduardo Margareto