El imponente águila de bronce del acorazado alemán Graf Spee, dinamitado por su capitán frente a Montevideo en la Segunda Guerra Mundial, languidece desde hace varios años en un polvorín de la Armada de este país, sin que se encuentre una solución sobre si debe ser expuesta o subastada.

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GrafSpee_EFE_Uruguay

Esta pieza de 2 metros de alto, 2,8 de largo y 350 kilos de peso fue extraída del mar el 10 de febrero de 2006, 67 años después del hundimiento del Graf Spee, uno de los barcos más simbólicos de la Armada nazi y que reunía las más avanzadas tecnologías disponibles para la época, declaró uno de los dueños del águila, Alfredo Echegaray. La misión del acorazado en el conflicto que implicó a más países en la Historia fue la de perseguir buques mercantes británicos, y la llevó a cabo con éxito, pues antes de su caída hizo naufragar a nueve.

En diciembre de 1939 participó en la batalla del Río de La Plata y sufrió daños que llevaron a su capitán a tomar la decisión de atracar en Montevideo, un puerto pro-aliado donde le negaron toda la ayuda logística necesaria para subsanar sus desperfectos. Durante esos días, los espías británicos lanzaron falsas noticias sobre la aproximación a la posición del Graf Spee de un amplio contingente de buques británicos, lo que llevó a su capitán, Hans Langsdorff, a volar su nave. Antes, dejó escrita una emotiva carta en la que explicó las razones de su decisión. “Sólo con mi muerte puedo probar que los marinos del Tercer Reich están dispuestos a sacrificar su vida por el honor de su bandera. Sólo a mí me corresponde la responsabilidad del hundimiento del acorazado Almirante Graf Spee. Soy feliz de poder pagar con mi vida cualquier reproche que pudiera hacerse sobre el honor de nuestra Marina”, escribió Langsdorff.

El rescate del águila:

Casi setenta años después de este hecho, los hermanos Alfredo y Felipe Echegaray idearon un plan para extraer el águila de las aguas. Las labores de búsqueda de estos uruguayos culminaron con éxito en diciembre de 2005, cuando la extrajeron de las profundidades tras trabajar sobre “aguas pantanosas” en las que la visibilidad de los buzos era de sólo cinco centímetros, destacó Alfredo Echegaray. Hoy son propietarios de esta pieza al 50 %, junto al Estado uruguayo, aunque están dispuestos a denunciar a las autoridades ante la Suprema Corte de Justicia si no se obtiene una salida para este águila, que pasaría por subastarla o exhibirla lejos de su actual emplazamiento, en un centro de máxima seguridad de la Marina.

Echegaray intuye que la “pasividad” de Uruguay sobre el futuro de esta pieza puede deberse a las presiones que Alemania pudo haber ejercido, dado que este ave de bronce cuenta a sus pies con una enorme esvástica. Presiones que niegan desde  el Ministerio de Defensa Nacional y la Armada uruguaya.

Gran valor histórico:

Su copropietario resalta el valor histórico del águila, perteneciente a uno de los buques de la armada alemana que, por imposición del Tratado de Versalles, podía pesar un máximo de 10.000 toneladas. Eso generaba una desigualdad con los barcos británicos -de 30.000 toneladas- que llevó al Ejército nazi a expandir sus fuerzas navales a lo largo del mundo para evitar que fueran víctimas de un mismo ataque.

Tras el hundimiento del Graf Spee, una parte de los jóvenes marineros que conformaban su tripulación volvió a Alemania y siguió combatiendo, mientras que otros se refugiaron en Argentina y un tercer contingente se quedó en Uruguay. “Esta historia merece ser exhibida y el Estado uruguayo no puede seguir escondiéndola”, afirma Echegaray, quien asevera que, en caso de que este tesoro se decidiera subastar, se podría limitar el acceso a la puja a museos o entidades que no sean dudosas de realizar apología nazi, por si Alemania temiera por ello. El próximo diciembre, coincidiendo con el 75 aniversario de la batalla del Río de La Plata, está previsto organizar un homenaje en Uruguay en el que Echegaray espera que, al fin, el águila del Graf Spee abandone la nave donde está siendo custodiada. EFE_Rubén Arranz

 

IMAGEN: Águila de bronce perteneciente al acorazado alemán Graf Spee, rescatada ayer del buque hundido en el Río de la Plata. EFE/Archivo