¡Viva la vida! Tras conocer a Amanda Arrou-Tea, esta es la primera frase que a uno se le pasa por la cabeza, ya que su energía positiva, sus ganas de vivir y sus buenas vibraciones, son totalmente contagiosas. Y esto mismo sucede al tomar contacto con su obra. La vitalidad que desprenden sus pinturas nos invitan a formar parte de ellas, a sumergirnos en sus vibrantes colores, a querer ser uno de los retratados que aparecen plasmados en sus lienzos, a adentrarnos en un mundo introspectivo. 

Canal Patrimonio_Ester Prieto Ustio

 

CanalPatrimonio_Evanescente
Evanescente_Amanda Arrou-Tea. Oleo sobre madera, 2013

Esta donostiarra es el más puro reflejo de la nueva hornada de jóvenes vinculados al mundo del arte, generación a la que yo misma también pertenezco. Jóvenes, que aunque poseamos una buena formación académica y una pasión desbordante por el ámbito de la cultura, debido a los problemas coyunturales que nos rodean, no se nos brinda la oportunidad de desarrollar nuestro futuro laboral en los diferentes campos artísticos, pero no por ello tiramos la toalla, al contrario, intentamos proponer nuevas ideas que puedan revolucionar este entorno, desarrollar proyectos creativos, vivir nuevas experiencias que puedan seguir enriqueciéndonos y obtener conciencia de lo que nos rodea, seguimos aumentando nuestra formación y luchamos por abrirnos hueco.

Amanda es licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Bilbao, pero al igual que nuestra anterior artista, Marisú Armestos, el poder realizar programas universitarios de movilidad, cambió su manera de concebir el arte. Los destinos elegidos fueron Burdeos y Sevilla, gracias a los cuales, hoy es la artista que es. En la ciudad francesa descubrió una manera diferente de aprender lo artístico, trabajando sin normas dictadas ni premisas establecidas, lo que permitieron un profundo descubrimiento de sí misma.

La capital del Guadalquivir, en la que tuve la fortuna de conocerla y disfrutar de interesantísimas veladas nocturnas, cargadas de debates culturales frente a la célebre Giralda, le permitió profundizar en el aprendizaje de la técnica pictórica y seguir gozando de libertad compositiva, por lo que el dualismo entre el norte y el sur, acompañado de las influencias de sus múltiples viajes por diversos rincones del planeta, acabaron por conformar su estética y sus planteamientos creativos. 

Nada después de la Muerte
Nada después de la muerte_Amanda Arrou-Tea. 2014

 

Su formación prosigue en la actualidad con un Máster en Marketing y Gestión Cultural, además de ser graduada en Gestión de Galerías. Desde 2012, su obra ha formado parte de exposiciones colectivas e individuales en Burdeos y San Sebastián, contando con premios en su ciudad natal cuando era adolescente y siendo seleccionada este otoño como artista local por la revista arteUparte.

En estos momentos, se encuentra inmersa en la preparación de diversas exposiciones en la localidad mexicana de Mérida, país al que recientemente se ha trasladado en busca de inspiración y nuevas oportunidades. 

México II
México II. Amanda Arrou-Tea. Acrílico, 2012

 

La primera visita que realizó al multicolor país americano supuso un punto de inflexión en su trabajo, pudiendo desarrollar una serie dedicada a Mujeres Sumergidas, de la que ella misma cuenta que nace “de una experiencia personal que viví en México, en un cenote, en una cueva de agua dulce, cristalina. En Yucatán, en la jungla, estar ahí metida fue una experiencia mágica, muy mística. De hecho, el primer cuadro de la serie es una fotografía que saqué a una amiga que estaba meditando en el agua. Todo viene de ahí.” Como resultado, podemos apreciar el carácter introspectivo de estos cuadros, en los que se recogen los momentos íntimos del ser humano cuando conecta con la naturaleza, en este caso concreto el agua, en el que se combina el ser y el estar, la reflexión y el sentimiento, con la intención de que cuando el espectador los contemple, pueda pensar sin trabas en sí mismo y realizar un ejercicio de profundización en sus ideas e inquietudes. 

Mermaid IV
Mermaid IV. Amanda Arrou-Tea. Óleo sobre lienzo, 2014

 

Aparte de poseer un magnífico estudio de la anatomía femenina y un buen trazo dibujístico, las “sirenas” de Amanda destacan por la fuerza que adquiere su colorido, aplicado en soportes como la madera o el papel, permitiendo crear atmósferas envolventes que nos trasladan dentro del medio acuático, pudiendo sentir el chapoteo de las brazadas al nadar, la levedad del cuerpo o el frescor al sumergir la cabeza dentro del agua. Aunque el concepto transmitido no es el mismo, la temática de Arrou-Tea nos recuerda sin duda a la serie de piscinas que ejecutó David Hockney entre los años 1960 y 1970, en la que el inglés captó toda la esencia de la vida de Los Ángeles en esas décadas. Ambos artistas nos atrapan con sus aguas sosegadas y sumergidas, consiguiendo un puro placer visual.

Mermaid III_Amanda Arrou-Tea_Óleo sobre papel, 2014
Mermaid III_Amanda Arrou-Tea_Óleo sobre papel, 2014

El género que más ha desarrollado y en el que más cómoda se encuentra es el retrato, ya que el rostro humano le tiene totalmente cautivada por toda la información que aporta sobre un individuo y la posibilidad que ofrece para descubrir sus sentimientos más profundos. Siguiendo con el concepto de los grandes retratistas de la historia, Amanda desarrolla una gran trabajo introspectivo, buscando en el interior del ser y confiriendo una gran carga expresiva a la mirada.

Tiene como artistas de referencia a Lucian Freud y a Magdalena Lamri, ambos grandes expertos en este género pictórico y muy capaces de desvelar la vulnerabilidad del ser humano a través de su representación figurativa. También busca la inspiración en la música de cantautores como Silvio Rodríguez o Víctor Jara, permitiendo enlazar la mente y los sentimientos, pero la sugestión no termina aquí: “Me inspiran los momentos efímeros… La belleza perdida, eso que se capta durante un sólo segundo pero te condiciona de una manera muy sutil durante mucho tiempo. (…) Los motivos que plasmo en los cuadros o dibujos son siempre experiencias personales, esos momentos íntimos e únicos que uno tiene consigo mismo…”
Instante. Amanda Arrou-Tea. Óleo sobre lienzo, 2013

Instante. Amanda Arrou-Tea. Óleo sobre lienzo, 2013

Hockney, artista al que hemos hecho referencia, escribió a finales de los años 80 un interesantísimo libro titulado Así lo veo yo, en el que recoge sus opiniones acerca del arte como ésta: “Un artista intenta que la gente se acerque a las cosas, ya que el arte tiene que ver con el hecho de compartir; no se puede ser un artista si no se quiere compartir una experiencia, un pensamiento.”

Querida Amanda, lo has conseguido, eres una artista de los pies a la cabeza. Sigue acercándonos el arte y compartiendo tus inspiradoras vivencias, por favor. Ester Prieto Ustio