Hace medio siglo, Sergio Leone, dirigía un rodaje mítico “El bueno, el feo y el malo” para el que contó con figuras de la talla de Clint Eastwood, Lee Van Cleef o Eli Wallach. 50 años después, la Asociación Cultural Sad Hill, trata de rescatar del olvido el cementerio en el que transcurrió el duelo final de la película, construido en un paraje perdido de la provincia de Burgos. Por ahora, ya han recuperado un millar de tumbas y esperan culminar las tres mil que aún quedan por restaurar en los próximos años, para que Clint Eastwood pueda visitar el mítico enclave.

Canal Patrimonio

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El empeño de los voluntarios y miembros de la Asociación Sad Hill ha dado el mejor de los resultados esperados al poder sacar a la luz, tras medio siglo de olvido, las tumbas del mítico cementerio de ‘El bueno, el feo y el malo’. Una realidad que esperan se convierta muy pronto en un aliciente turístico para esta comarca del Valle del Arlanza que desde hace años espera un nuevo despertar para los puntos de rodaje de la famosa cinta.

Motor turístico para la comarca

Ha pasado casi un año desde que los responsables de la asociación iniciaron una campaña de ‘crowfounding’ bajo el lema “Apadrina tu tumba”.  Vecinos de Contreras (Burgos) y localidades de la cercana sierra de la Demanda como Hontoria del Pinar o Salas de los Infantes (Burgos), han sido quienes han acudido cada sábado o en sus ratos libres a trabajar en las tareas de desbroce de un cementerio que, pese a ser reconocido entre los expertos cinematográficos como un lugar único para la historia del cine, se fue olvidando y desapareció al albur de la madre naturaleza.

Una vez que el proceso de rescate está en marcha, el siguiente paso es lograr el apoyo de las administraciones para habilitar una ruta turística.

Simposio internacional

Entre los actos de conmemoración del 50 aniversario de la película, estos días se desarrolla en la comarca, con sede en Salas de los Infantes (Burgos), un simposio internacional en el que participan algunos de los mayores expertos en western de todos los tiempos, entre ellos la esposa del director artístico de ‘El bueno, el feo y el malo’, Elisabetta Simi y su hija, Giuditta Simi que han mostrado los bocetos originales elaborados por Carlo Simi en el año 1966.

El Casino de Salas de los Infantes (Burgos)  acogía hace unos días la conferencia magistral del simposio que corrió a cargo de Christopher Frayling, rector del Royal College of Art de Londres, donde ejerce como profesor emérito de Historia Cultural. Frayling es el biógrafo autorizado de Sergio Leone del que ha escrito varios libros y del que desgranó algunas de sus facetas menos conocidas o sus reacciones del rodaje de un wenstern en el Burgos de la posguerra.

Western en tierras burgalesas

Y es que, este verano se cumple medio siglo desde que el director más famoso del género ‘spaghetti western’, el italiano Sergio Leone, eligiera las tierras de la comarca burgalesa del Valle de Arlanza para rodar una de los filmes más famosos de la historia del cine. Hasta las localidades de Hortigüela, Santo Domingo de Silos y Covarrubias (Burgos) se acercaron un más que conocido Clint Eastwood, acompañado de sus compañeros de reparto Eli Wallach y Lee Van Cleef.

Pese al paso del tiempo, es fácil imaginarse los motivos que llevaron a Leone a enamorarse del valle hasta convertirlo en las tierras de Virginia (Estados Unidos). Los cuatro escenarios de rodaje se localizaron en los alrededores de Salas de los Infantes, Covarrubias y Santo Domingo de Silos, no muy lejos unos de otros. La escena de la Misión de San Antonio se rodó en el interior de las ruinas del Monasterio de San Pedro de Arlanza. Ahí se representa un hospital militar donde ‘Tuco’ (Eli Wallach) lleva a ‘El Rubio’ (Clint Eastwood) a curarse de sus heridas. Una de las curiosidades de la escena, poco conocida, es que desde la ventana del habitáculo en el que se recupera de sus heridas Eastwood puede verse la ermita de San Pelayo, muy próxima al cenobio.

No muy lejos de este lugar, se ubicó la escena del campo de concentración de Betterville rodada en un altozano cercana a la localidad de Carazo. Para ello se construyó un fuerte donde eran torturados los prisioneros. Dicen que Leone se inspiró en grabados y fotografías de la guerra de Secesión americana y del campo nordista de 1864 para recrear este macabro espacio. No faltó la música para no escuchar el sonido de las torturas y a ésta la pusieron músicos reales traídos desde Salas, Arauzo de Miel y Covaleda a los que se pagaron cantidades astronómicas para la época como 1.000 pesetas por jornada de rodaje.

Una de las escenas más espectaculares de cuantas registró Leone en el film es la que se representa la batalla por un puente en el Río Grande. Para ello, obreros de la comarca, ayudados del ejército de la capital, construyeron un puente de piedra de 100 metros de largo a base de piedra y madera. La anécdota más destacada de la película se encuentra relacionada con la pasarela. En la primera voladura se colocaron mal las cargas de pólvora y la explosión no sonó a gusto de Leone. Por ello, se colocaron otros 500 kilos de pólvora para que el sonido fuera más espectacular. Cuentan las crónicas que antes de que Leone diera paso a la siguiente toma, uno de los miembros del equipo dio la orden de proceder de nuevo a la voladura. Ninguna de las doce cámaras instaladas en el lugar registraron la misma porque el director no dio las instrucciones de comenzar al equipo. El puente quedó reducido a cenizas sin tiempo para que las cámaras lo registraran y hubo que reconstruirlo de nuevo. L. Sierra_Ical

IMAGEN: Paisaje del escenario del spaghetti-western ‘El bueno, el feo y el malo’. Eduardo Margareto