El estanque de Latona de los jardines del Palacio Versalles, impresionante grupo escultórico en restauración, revela ahora los secretos de una existencia impulsada por Luis XIV para mayor gloria del dios Apolo, con quien compartía emblema solar.

Canal Patrimonio

Latona_Versalles_EFE

Está a punto de comenzar una fase clave de las obras, que se impusieron con carácter urgente dada la fragilidad y el desgaste del conjunto, que consistirá en el levantamiento y extracción de la parte central del sistema hidráulico subterráneo. El público podrá descubrirlo en exposición el próximo verano, antes de su reinstalación en el estanque que domina el horizonte de los jardines de Versalles, al inicio de su Gran Perspectiva.

Excepcionalmente, se exhibirá la enorme “araña” subterránea de canalizaciones tricentenarias, apodada así por la forma arácnida que le permite ser piedra angular de todo el sistema acuático de los jardines y vínculo entre sus estanques superiores e inferiores, además de alimentar todas sus fuentes. El ingeniero jefe que dirige esta fase de los trabajos, Gilles Bultez, subrayó “la proeza de ejecución” realizada en tiempos del Rey Sol para animar esta estructura de tres coronas concéntricas, algo “extremadamente raro”, ya que en general “las canalizaciones son siempre rectas”.

Con más de 70 chorros, “todo está aquí concentrado en el centro y con la misma presión”, algo también importante, resaltó Bultez. La restauración en sí, otra gran proeza técnica, artística y artesanal, comenzó en marzo de 2013 y se prevé que concluya antes de final de 2014, tras haber devuelto a esos históricos caños los mismos juegos de agua contemplados por Luis XIV (1638-1715), ilustrados en grabados de la época.

La infancia de Apolo:

No solo las vísceras del estanque de Latona habitualmente ocultas son singulares, todo el conjunto es especial, empezando por su tema: la infancia de Apolo, captada en mármol blanco por los escultores Gaspar y Baltasar Marsy a mediados del siglo XVII. Casi todavía un bebé, el pequeño Apolo se encuentra junto a su madre y su hermana, Diana, en un momento nada anodino de la huida eterna a la que Juno, la esposa de Júpiter, su padre, condenó a Latona al saberla encinta.

Los hermanos Marsy se inspiraron en el instante preciso de “Las Metamorfosis” de Ovidio en el que Latona, muerta de sed, maldice a los agricultores de Licia, al sur de la actual Turquía, que le niegan el agua a ella y a sus hijos, y les condena a vivir en el fango del estanque que remueven sin piedad para impedirles beber. La decisión de convertir la antigua fuente de los Sapos que ornaba el pequeño pabellón de caza de Luis XIII en uno de los enclaves cruciales de la mitología del dios Apolo data de 1668.

A las ranas, tortugas y lagartos preexistentes, los escultores añadieron seis figuras de campesinos de plomo, mitad hombres aun y mitad ranas, en diferentes estadios de su metamorfosis. Gaspar Marsy fue el autor de las tres esculturas marmóreas instaladas en 1670 en el centro del estanque y que entre 1687 y 1689 fueron elevadas sobre una pirámide de cuatro alturas. El promotor de esta nueva remodelación, Jules Hardouin-Mansart cambió igualmente entonces la orientación de la estatua principal, Latona, a la que dio la vuelta para hacerle contemplar la Gran Perspectiva central del jardín, dando la espalda a palacio, y añadió otras figuras animales, obra de Claude Bertin.

El Rey Sol completó su celebración de la gloria del dios-sol con otros conjuntos escultóricos repartidos por sus jardines, como El Carro de Apolo que emerge de su estanque a imagen del sol en el océano. A este símbolo del “despuntar del día y el despertar del rey” -explican en Versalles- se unió El bosquete de los Baños de Apolo, representación del reposo nocturno del sol, todo para componer “una sinfonía solar” donde el verdadero héroe era, por supuesto el propio Luis XIV. EFE_María Luisa Gaspar

IMAGEN: Obras de restauración del estanque de Latona de los jardines del Palacio Versalles. EFE