El Museo Guggenheim Bilbao expone “Ernesto Neto: el cuerpo que me lleva”, una retrospectiva única dedicada a las grandes esculturas-instalaciones orgánicas del artista brasileño, obras creadas para descalzarse, subir a ellas y atravesarlas, sentirlas e incluso olerlas.

Canal Patrimonio_EFE

ErnestoNeto_Guggenheim

La exposición reúne una selección de más de cincuenta obras desde los noventa hasta la actualidad, algunas creadas por Neto  expresamente para Bilbao. La mayoría están construidas para que el espectador pueda interactuar con ellas, pero a la vez son frágiles y delicadas, con superficies hechas de poliamida -el material de las medias femeninas- en las que hundir el cuerpo, figuras a las que abrazar y entornos fantásticos para oler y sentir.

Neto ha explicado que con su obra invita a sentarse a reflexionar, a “pensar en lo que pensamos”, en algo que merezca la pena y no en el bombardeo habitual de malas noticias y mensajes publicitarios. A lo largo de su carrera, Neto ha repetido una frase: “Mi escultura está hecha para no pensar”, una “provocación” que resume su inquietud. “Quiero que paremos. Quiero que no se piense. ¿Por qué pensamos tanto? ¿En qué pensamos tanto? ¿No será mejor esperar un poco y pensar en lo que pensamos?”, se pregunta.

El cuerpo es la segunda de sus ideas fijas, “el cuerpo que nos lleva” como dice el título de la exposición, del que la mente es sólo una parte. “El cuerpo es más honesto, la mente es más maliciosa”, sostiene Neto. Un cuerpo alegre: “La vida no es fácil, pero eso no significa que el dolor, el sufrimiento, sean la manifestación más profunda de la vida. No, es natural estar alegre, vivir con más armonía, con corazón y cariño”.

El recorrido de la exposición se inicia en el atrio del museo, de cuyo techo, a 55 metros, cuelga la instalación “El cuerpo que cae (Le corps) femenino (de Leviatán Thot)”, compuesta por un gran cuerpo colgante y estirado que levita y envuelve al visitante con sus miembros, largos y suaves, que caen pesadamente. Para apreciar el conjunto de esta escultura, es mejor verla desde arriba, pero la vertiente lúdica de Neto ha dejado en el suelo la instalación “Mirando al cielo”, unas hamacas que permiten al visitante tumbarse y desplazarse con los pies por el atrio, observando tanto la arquitectura del museo como la escultura “El cuerpo que cae”, que pende sobre sus cabezas.

Así es la vida:

5941070m

No menos espectacular es “Así es la vida”, una pasarela con forma de dragón suspendida del techo y realizada con la técnica manual y multicolor del ganchillo. En “Dulce borde”, diseñada específicamente para el Guggenheim, el artista “construye” su propio bosque con un “horizonte” de nailon que compone el techo de la obra y que permite que se filtre la luz. Bajo ese techo translúcido, se encuentran unas velas y una serie de pufs dispuestos alrededor que permiten al visitante relajarse rodeado por este bosque virtual de esculturas mientras respira hondo e inhala las aromáticas especias.

La muestra continúa con la escultura “El tiempo lento del cuerpo que es piel”, un tejido de alfombras de pequeños nudos que forman un manto rojo tupido que parece cubrir una montaña o un animal, en una representación de la idea de transición entre cuerpo y paisaje tan presente en la obra del artista. Así se llega a “Que no te asuste el caos”, formada por dos grandes capas de tejido de poliamida que cubren el suelo y el techo, unidas mediante columnas del mismo material. Al iniciar, descalzo, su tránsito por este espacio, el visitante experimenta cómo la estructura transparente se transforma con el peso de su cuerpo.

Corona la galería la obra “Nave Útero Capilla II”, en cuyo interior Ernesto Neto se casó con su novia Lili en el año 2001. Este espacio también busca la interacción del espectador con la serie “Humanoides”, realizada en 2001 con espuma de poliestireno y poliamida, unas figuras capaces de acomodarse a la anatomía del visitante, como si fueran un traje amorfo.

El homenaje a la cultura callejera se muestra en “Vendo caramelos”, metros y metros de un entramado de hilo de todos los colores, cosido con la técnica del ganchillo, que conforman una serie de columnas que cuelgan del techo rellenas con bolas de plástico de colores. Para culminar la interacción, “Trueque trueque”, donde se muestran objetos de la vida cotidiana que el visitante tendrá la oportunidad de reemplazar por otros que él mismo haya traído.

IMÁGENES: Algunas de las esculturas de Ernesto Neto que pueden verse ya en el Museo Guggenheim de Bilbao / EFE