Acercarse a Rafael por encima del hombro, mientras creaba los dibujos y bocetos que luego se convertirían en los frescos y pinturas que hoy asombran al mundo. De esa forma presenta el Museo Albertina de Viena al genial pintor renacentista en una nueva exposición que se inaugura mañana.

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“Para Rafael, -el dibujo– es la madre de todas las pinturas, de todos los frescos. Sin dibujos, sin cartones, sin modelos, no surge lo que hoy asombra a miles de millones de personas en Roma”, resume  la propuesta de esta exposición el director del Albertina, Klaus Albrecht Schröder.

La muestra, que estará abierta hasta el 7 de enero, reúne 150 piezas procedentes, además del rico fondo de la colección Albertina, de préstamos de pinacotecas como la Galería de los Ufizzi, el Louvre o los Museos Vaticanos. “Esta exposición ofrece muchas cosas nuevas. Por una parte, nunca se habían expuestos intercalados en un proceso los dibujos de Rafael, que son las mayores obras de arte de su género. Desde las primeras ideas, bocetos, composiciones, estudios, hasta los estudios naturales delicadamente ejecutados”, explica Schröder. De hecho, el peso de la muestra lo llevan los dibujos y bocetos, 130, frente a 18 cuadros, que se quiere sirvan al visitante para imaginarse al artista y mirarlo “por encima del hombro” -en palabras de Schröder- mientras piensa, improvisa y crea.

El viaje por ese proceso creador es cronológico, desde su Urbino natal, pasando por su estancia en Florencia, donde se encuentra con el trabajo de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel, y su época de esplendor y éxito en Roma, donde muere en 1520. Entre las obras más tempranas que incluye la muestra se cuenta el “San Jorge y el Dragón”, de 1505, o Madonnas como la Esterhazy o la Colonna, ambas de 1508. Ya en ellas se ve la búsqueda del equilibrio entre la representación veraz de la naturaleza y el idealismo, enmarcado en su capacidad de representar la armonía y la belleza.  

La exposición del Albertina muestra que, más allá de que cada boceto o apunte sea una obra de arte por sí mismo, en los dibujos de Rafael se ve ya que forman parte de un sistema, de un camino hacia una obra final. “Nunca antes se había podido entender ese proceso completo de creación de la imagen, hasta la pintura expuesta”, explica el director del Albertina. En la exposición puede apreciarse esa evolución, por ejemplo, en los bocetos de lo que luego sería el retablo de “La anunciación, la adoración de los magos y la presentación en el templo”, colgados también ahora en el Albertina. También se observa especialmente en las series de dibujos creados como base para “El traslado de Cristo” o para la “Disputa del Sacramento”, uno de los primeros trabajos que realizó el artista para el papa Julio II, tras instalarse en Roma en 1508. A partir de ese momento, su colaboración con el Vaticano es constante y fructífera.

En la muestra se ven también estudios preparatorios para “La escuela de Atenas”, otro de los frescos creados para la conocida como Stanza della Segnatura de los apartamentos papales. En la muestra destacan asimismo las representaciones de “Virgen con el niño”, varios retratos, incluso uno del propio artista. Además, se presentan atribuidos a Rafael cinco dibujos que hasta la fecha se habían considerado de alguno de sus colaboradores. El Albertina ha tardado cinco años en preparar una exposición que, según su director, es la tercera más cara desde que el museo reabrió sus puertas en 1998. “Rafael es uno de los más grandes dibujantes de la historia del Arte y siempre es un placer poder estar tan cerca de él”, asegura Schröder sobre esta muestra.

 

IMÁGENES: Estudio previo para “La Disputa del Sacramento” (1509) y “San Jorge y el Dragón” (1505). Ambas imágenes han sido facilitadas por el Museo Albertina de Viena y pertenen a la muestra sobre el pintor renacentista Rafael. EFE