El Museo del Louvre acoge la exposición “Peupler les cieux”, reconstrucción de la selecta población de míticos héroes y dioses que reinaron en el París del siglo XVII desde los techos de sus palacios más lujosos.

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Los autores de las 88 obras seleccionadas se cuentan, asimismo, entre los más grandes de su tiempo, de Le Sueur a Le Brun, Perrier o La Fosse, pues aquel fastuoso ornamento palaciego fue “uno de los sectores más importantes de la producción artística del Gran Siglo en París”, explicó la comisaria de la muestra, Bénédicte Gady. Fruto del trabajo de décadas de investigación y de un proyecto aprobado en 2011, esta exhibición explora, hasta el 19 de mayo, cuatro lugares emblemáticos, el Louvre, el desaparecido palacio de las Tullerías, incendiado en 1871, el de Mazarin y el Palacio Lambert.

Allí donde grandes pintores y escultores, y a veces también artistas anónimos sin vocación de celebridad, “hicieron obras maravillosas”, muchas de ellas hoy desaparecidas, al no ser, por definición, objetos museísticos, explicó la comisaria. Fueron creadas para lugares particulares y siguieron su misma suerte, salvo cuando ocuparon museos como el Louvre -donde la Galería de Apolo pintada por Charles Le Brun es un techo y un espacio museográfico a la vez- o cuando se instalaron en palacios reales o en palacios museos como Versalles, recordó.

“Para tratar visualmente y científicamente este tema, que es esencial” se reunieron dibujos que muestran toda la reflexión, todas las etapas de la concepción de los techos, de las primeras ideas a los estudios de figuras o los dibujos de ejecución, indicó. Así puede verse cómo evolucionó la reflexión de los artistas, el trabajo colectivo y la evolución estilística desde los “techos a la francesa” y sus robustas vigas pintadas, dominantes aún hacia 1640, hasta que a finales de siglo se habían generalizado en los salones más aristocráticos de París las grandes bóvedas unificadas, inicialmente de inspiración italiana.

“Apenas el 10 por ciento de las piezas expuestas prepararon decorados que todavía existen”, en parte porque hay obras de catálogos y modelos posibles, pero ante todo por ser un arte tan difícil, sino imposible, de conservar, recalcó Gady. La historia del arte, añadió, “está hecha de muchas más pérdidas de este tipo de creaciones que de cuadros de caballete”.
Entre otros ejemplos citó el Palacio del Cardenal Mazarin (1602-1661), cuyo apartamento de invierno, magistralmente pintado por artistas franceses e italianos, fue destruido en 1863 para construir la gran sala de la Biblioteca Imperial, actual Biblioteca Nacional. Por suerte, en 1853, resaltó, tres de los techos pintados fueron enteramente copiados, magnífico descubrimiento, hecho en la Mediateca del Patrimonio, gracias al que ahora se pueden ver “esos decorados que los archivos citaban sin que se tuviesen imágenes”.

Entre otros hallazgos, este procedente del Museo de las Artes Decorativas, Gady subrayó un dibujo “totalmente inédito” para el techo del apartamento de la reina María Teresa de Austria (1638-1863), esposa de Louis XIV, en el Palacio de las Tullerias. Además, pueden verse en el Louvre los dibujos preparatorios de los techos pintados por Eustache Le Sueur para el gabinete del baño del Palacio Lambert, actual propiedad del emir de Qatar en el corazón de París, que sufrió un grave incendio en julio de 2013.

Su techo “era una de las cosas más bellas del mundo”, pero “cayó destrozado en numerosos pedazos y no sabemos exactamente si va a poder ser restituido o no”, lamentó la especialista. Subrayó, no obstante, que ese amenazado esplendor, fotografiado después de su restauración y antes del incendio, aparece por primera vez publicado en el catálogo de la exposición. EFE_María Luisa Gaspar.

IMAGEN:  Fotografía facilitada por el Museo del Louvre de París de un dibujo de Charles le Brun, preparatorio para la habitación de Pomponne de Bellièvre, en el palacio de los primeros presidentes del Parlamento de París. EFE