El neoimpresionismo se ha instalado en el centro de Barcelona gracias a la exposición “De Van Gogh a Matisse. Colecciones de los museos de Orsay y de la Orangerie“, con la que la Fundación Mapfre abre su nueva sede en el edificio modernista que hasta hace unos meses acogía a la Fundación Godia.

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Exposición neoimpresionismo

Pablo Jiménez Burillo, uno de los dos comisarios generales de la exposición, ha explicado que la muestra plantea, a través de los grandes artistas de la época, “cómo el color se convierte en un camino para llegar desde el impresionismo a la pintura de vanguardia“. Tras el impresionismo, la pintura explota y la sensación, la experiencia subjetiva, la visión personal del artista se impone; los artistas presienten que el color expresa algo por sí mismo y se lanzan a descubrirlo. Como los propios artistas señalan en su correspondencia y diarios, “poco a poco se va distanciando de la naturaleza para acercarse a la abstracción del color“.

La exposición, que estará abierta al público desde el 10 de octubre al 10 de enero del próximo año, reúne una selección de obras de grandes nombres como Van Gogh, Gauguin, Toulouse-Lautrec, Manet, Seurat, Signac, Bonnard, Vuillard, Cézanne, Derain o Matisse, y de otros pintores menos conocidos como Charles Angrand, Georges Lemmen o Félix Valloton.

El recorrido comienza con la sección “El color científico“, en la que se exhiben obras que se apoyan en las investigaciones realizadas por el químico Michel-Eugène Chevreul, que sirvieron de base para la elaboración de la técnica neoimpresionista, que consistía en pintar en el lienzo puntos yuxtapuestos de colores primarios o de sus complementarios para intensificar su riqueza, brillo y solidez y que el ojo efectuase la mezcla óptica. Destacan aquí el autorretrato de Van Gogh de otoño de 1887, así como “El Restaurante de la Sirène en Asnières” (1887) del pintor holandés; “Joven campesina haciendo fuego. Escarcha” (1888), de Camille Pissarro; “Port-en-Bessin, antepuerto con pleamar” (1888), de Seurat; o “Justine Dieuhl” (1891), de Toulouse-Lautrec.

Las investigaciones de Gauguin y Bernard

Vinculado al viaje que Gauguin hizo a Bretaña y su encuentro en 1888 con Émile Bernard, la sección “El centro misterioso del pensamiento. Gauguin y la Escuela de Pont-Aven”, recoge un conjunto de obras que reflejan las investigaciones realizadas por ambos artistas. “Los almiares amarillos” (1889) y “Marina con vaca” (1888), de Gauguin; “Bañistas con vaca roja” (1887) y “Madeleine en el Bois d’Amour” (1888), de Bernard, ilustran esa nueva manera de pintar, sintética, caracterizada por la presencia de contornos silueteados y el uso de colores arbitrarios, simbólicos y planos, y por un acercamiento a la vida rural, lejos del ajetreo de París, subraya Jiménez Burillo.

Autoretrato de Van Gogh

“El Talismán”, una tablilla pintada en Pont-Aven en 1888 por Paul Sérusier bajo el dictado de Gauguin, abre el tercer apartado expositivo, dedicado a “Los nabis, profetas de un nuevo arte“. Según el comisario, este cuadro sintetiza la ideología estética de este grupo de artistas que constituirán la vanguardia parisina de finales del siglo XIX y que defienden el origen espiritual del arte sirviéndose del color como elemento transmisor de los estados de ánimo. Frente a la corriente más mística y simbolista que representan Séruesier, Ranson y Denis, contrasta otra aproximación a la vida moderna de carácter intimista, más poética y decorativa, como se observa en “Mujer de perfil con sombrero verde” (1891) o “El comedor rojo” (1910-11), de Vuillard; “Retrato de Vuillard” (1892) o “La casa de Misia” (1904), de Bonnard.

Cierra la exposición la sección “El color en libertad“, que conduce al visitante a Matisse en los primeros años del siglo XX, cuando los jóvenes pintores se expresan mediante “pinceladas de color puro, más o menos redondas, cuadradas, pegadas, espaciadas, arañadas”. En esta parte final del recorrido se pueden contemplar obras maestras como “Mujeres de Tahití o En la playa” (1891), de Gauguin; “Autorretrato sobre fondo rosa” (1875), de Cézanne; “Naturaleza muerta” (1910), de Maurice de Vlaminck; “Sauce llorón” (1920-1922), de Claude Monet; “Gran desnudo” (1907), de Auguste Renoir; “Desnudo sobre fondo rojo” (1906), de Picasso, y “Odalisca con bombachos rojos” (1914-15), de Matisse.

IMÁGENES: Unos visitantes ante “Profile de femme” de Aristide Maillol y el “Auto retrato de Van Gogh” en la exposición “De Van Gogh a Matisse. Colecciones de los museos de Orsay y de la Orangerie”, con la que la Fundación Mapfre abre su nueva sede en el edificio modernista que hasta hace unos meses acogía a la Fundación Godia.EFE