“Miró fue el hombre más misterioso, el más impenetrable que he encontrado en toda mi vida”. Así lo decía el marchante francés Pierre Loeb, unas palabras que recoge la biografía del pintor catalán, “El niño que hablaba con los árboles”, escrita por Josep Massot y que descubre las claves para entender al artista.    

Canal Patrimonio_Carmen Sigüenza

 

“Miró es el único artista que revolucionó el arte del siglo XX que no contaba con una biografía exhaustiva”, explica Massot, escritor, periodista cultural y experto en Miró, de quien sacó su correspondencia secreta con Salvador Dalí.

“Había breves aunque excelentes biografías de síntesis, como la de Rosa María Malet, de 1992, y de Lluis Permanyer, de 2003, pero faltaba un libro que recogiera los múltiples trabajos dispersos que se han ido editando en Europa y América y, sobre todo, una investigación entre allegados, en la memoria oral, hemerotecas y archivos privados y públicos que deshiciera los numerosos clichés que distorsionan la mirada que tenemos de él”, sostiene el biógrafo.    

Publicada por Galaxia Gutenberg, el libro, de casi 900 páginas y abundante material gráfico, acaba de salir a la calle coincidiendo con la inauguración el pasado lunes de la gran exposición en el Centro Botín de Santander, con una muestra única y antológica de los trabajos escultóricos del pintor.

Descubriendo al enigmático Miró

El volumen, tejido con técnicas periodísticas, como si fuera un ameno reportaje, da todas las claves para conocer y descubrir a este personaje enigmático del Miró, pintor, escultor, grabador y ceramista, nacido en Barcelona en 1893 y fallecido en Palma de Mallorca en 1983.    

“Se trata de un obra no académica, sino una biografía destinada al lector culturalmente inquieto y aspiro con ella a incitar la curiosidad de aquel lector que ante un cuadro de Miró se siente perplejo y frustrado porque no tiene las claves para interpretarlo”, explica el biógrafo, que conoció al artista catalán por ser el abuelo de un amigo de su infancia.

“Cuando le conocí, yo era muy joven y Miró, muy mayor. En contra del cliché que se tenía de él, el de un persona encerrada en sí misma, yo lo veía como una persona amable; eso sí, un tanto despistado, un poco como el conejo blanco de Alicia”, añade.

Medio payés medio monje

La biografía aporta numeroso material inédito que arroja luz sobre aspectos que hasta ahora permanecían en la sombra y tira por tierra la idea de que se podía tener de un artista encerrado en su torre de marfil, aislado y retraído de un Miró “medio payés medio monje”, dice el autor, quien desde el principio ha querido cambiar esta imagen incluso con la portada del libro.

Y es que en la cubierta aparece un Miró joven, de 42 años, cuando en 1935 viaja por Levante con los arquitectos Sert y Torres Clavé y la fotógrafa Margaret Michaels para ilustrar un reportaje para la revista AC (Arquitectura Contemporánea) bajo los efectos de la hipnosis.

Buena parte de los tópicos sobre Miró fueron canonizados por uno de sus “enemigos más contumaces”, Josep Pla, apunta Massot, quien recuerda que el pintor tuvo que aprender a superar el “humillante desdén con el que le trataba su padre, las mofas de su familia y de sus amigos por una pintura que creía obra de un desquiciado”.

“Yo soy yo”

Miró, el pintor de las líneas y puntos rojos amarillas o negras y de las estrellas, mujeres o pájaros, nunca se consideró surrealista. “Yo soy yo”, decía. “El soñaba trabajando. Sus cuadros no eran ilustraciones de sus sueños”, explica el biógrafo, que añade que el primer modelo del pintor fue Picasso y después Picabia.

La biografía cuenta como su legado fue recogido por los jóvenes expresionistas abstractos norteamericanos, Pollock, Rothko, Franz, Kline o Motherweel, los informalistas como Tàpies y cómo su obra conectó con Japón y la filosofía zen.

El título del libro, que puede leerse como un resumen del arte del siglo XX, también reconstruye cómo el pintor se fue de España durante la Guerra Civil, cómo sobrevivió al franquismo o sus relaciones sentimentales.        

 

IMAGEN: Imagen tomada en 1963 del pintor Joan Miró en su estudio, rodeado de alguna de sus obras. EFE/Archivo