Siempre defendió, como nosotros, que el patrimonio es uno de nuestros principales valores y un activo a la hora de construir futuro. Por eso, hoy, que ya no está, queremos recordarle compartiendo con todos vosotros la entrevista publicada en el último número de nuestra revista Patrimonio

Gracias por tanto, Miguel Ángel y ¡hasta siempre, AMIGO!

 

Canal Patrimonio_Jaime García Prado

En Fundación Santa María la Real nos interesa, y mucho, conocer las posibilidades que el patrimonio y el turismo pueden tener como generadores de desarrollo territorial ¿Pueden estas actividades fijar habitantes en las zonas rurales donde más está afectando el problema de la despoblación? Vamos a hablar con alguien que sabe mucho de este tema: Miguel Ángel Troitiño, catedrático de Geografía de la Universidad Complutense de Madrid, con más de tres décadas a sus espaldas investigando asuntos relacionados con el territorio, patrimonio, turismo y paisaje. Toda una eminencia con la que es un lujo poder intercambiar opiniones…

 Al iniciar nuestra conversación, lo primero que destaca Troitiño es la paradoja de que la “España despoblada” -prefiere este término al de ‘España Vacía’– es, precisamente, la que presenta más “patrimonio territorial”, en sentido amplio; es decir, más patrimonio cultural, natural y paisajístico. Por eso mismo, él cree que es dónde está “el gran activo para cualquier proceso de cambio” y también para intentar construir “un modelo de desarrollo sostenible”.

La despoblación es un proceso que viene de muy atrás, pero que tiene buena parte de su raíz en “un sistema cultural que se ha dedicado a minusvalorar lo rural”. “Ya desde tiempos de Lope de Vega, hay toda una gama de chistes y testimonios escritos de que el progreso está en la ciudad y que en el campo está el atraso”. Por tanto, el profesor aboga por revertir esta situación, despojarnos de la cultura del desprecio y del abandono, y “empezar a construir proyectos de futuro”. “Los territorios solo tienen porvenir cuando ellos mismos –evidentemente, con los apoyos externos necesarios– tienen un proyecto para el futuro”. Esto no venía pasando y lo sabe bien la gente que ha nacido en el medio rural. “Nos educaron para que nos fuésemos de allí, para que saliésemos de los pueblos”, explica Troitiño, natural del municipio abulense de El Arenal, en plena Sierra de Gredos.

 ¿Y es ahí donde el patrimonio puede jugar un papel fundamental? Le pregunto. Está claro que, ante esa pérdida de capital humano, en los pueblos “queda otro capital importante, que es el patrimonial”, me explica el catedrático. De ahí que sea tan importante que la gente entienda que este patrimonio no es solo una herencia, “sino el activo del presente, que hemos heredado del pasado para construir el futuro”. Eso sí, aclara, el patrimonio, como ocurre con el turismo; puede ser “un pilar importante” pero no es el único y mucho menos “una panacea”. Es cierto que se han dado ejemplos interesantes de desarrollo territorial alrededor del patrimonio y el turismo, “como aquella experiencia pionera que hubo en Asturias, en la zona de Taramundi. También en la zona de La Liébana o en las sierras de Grazalema o Cazorla, en Andalucía. Pero “no existen soluciones milagro y menos a corto plazo”. El problema es complejo y hay que apostar por medidas complementarias, en las que el patrimonio de soporte a “un modelo de desarrollo diferente al actual”. “Dentro del propio modelo, sin cambiar aspectos estructurales importantes, será muy difícil obtener del patrimonio las posibilidades que ofrece”.

Miguel Ángel Troitiño durante una de sus visitas a la localidad soriana de San Esteban de Gormaz

Un modelo diferente

 Llegado a este punto, quiero saber a qué se refiere con eso de un modelo “diferente”. Así, en abstracto, parece fácil reclamarlo, pero quiero saber las claves de ese modelo que mi interlocutor considera más adecuado. “Hay que apostar por un modelo más equilibrado y articulado (…) con políticas integradas y continuadas en el tiempo”. Y eso, prosigue, solo se consigue “con un compromiso político potente, que vaya acompañado de recursos económicos significativos”.

¿No es lo que han hecho desde los 90 programas como LEADER o PRODER? Me cuestiono. “Ha habido experiencias positivas, pero no son suficientes”. Las políticas de la UE, al igual que las estatales y autonómicas, han sido siempre “muy generalistas”. “El medio rural español es tremendamente difícil, diferente, y no puedes plantear modelos uniformes”. Hay que dar soluciones adaptadas a las características y a las potencialidades de cada territorio. Es cierto que se ha intentado un cambio de modelo, se ha hablado de comarcalización, de agrupación de municipio o de la famosa Ley de Desarrollo Rural Sostenible de 2007, pero al final “todo se ha quedado en palabras o en textos jurídicos que se han guardado en los cajones”.

Troitiño lo tiene claro. Hay que asumir que hay un déficit social y una “deuda histórica” con el mundo rural y plantear alternativas que superen el discurso genérico y que ofrezcan a estos territorios un proyecto de futuro. Y esto, me indica, pasa por dotarlos de equipamientos, servicios e infraestructuras”. El patrimonio es importante, pero sin esa “red”, no es suficiente. La clave está ahí: en las estrategias de desarrollo integrales, “en las que se coordinen las distintas Administraciones y sectores” -incluido el turístico y el patrimonial- “para generar actividad económica que atraiga y fije población”. Ahí está el futuro y “ahí es donde entran fundaciones como Santa María la Real, aportando su granito de arena al desarrollo sostenible de los territorios”. Todo suma.

Me despido, orgulloso, dándole las gracias y diciéndole que “seguiremos trabajando en esa línea y concienciando a la población de que, a pesar de la complejidad del problema, todavía hay futuro para nuestros pueblos”. Seguro que han quedado muchas cosas en el tintero, pero si has leído hasta aquí, creo que he alcanzado mi objetivo… 

 

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