El retrato que Mengs hizo a principios de 1774 en Florencia de su gran amigo José Nicolás de Azara es un ejemplo magistral del clasicismo del artista y está considerado  como uno de los mejores de su producción. Dicha pieza fue adquirida el pasado año por el Ministerio de Cultura con destino al Museo del Prado, en Madrid. Su incorporación ahora a la pinacoteca madrileña ha dado lugar a la exposición  “Mengs&Azara. El retrato de una amistad”.

Redacción Canal Patrimonio

Retrato de Azara por Mengs- Museo Prado- 04072013

El retrato de Azara, en el que se ha realizado una ligera restauración ya que se encontraba en muy buen estado, es el centro de la exposición, comisariada por Stephan Schroder, jefe del Departamento de Escultura Clásica y del Renacimiento, y Gudrun Maurer, conservadora del Departamento de Pintura Española del siglo XVIII y Goya. “Se trata de una obra muy representativa para el museo, en el que Mengs es una figura de gran importancia”, comenta el director adjunto del museo, Gabriele Finaldi, para quien hay que añadir también el valor del personaje retratado “un hombre de mundo con una gran experiencia en política internacional”.

Para ilustrar esta relación de amistad, su afinidad de ideas estéticas y su estrecha colaboración artística, a ambos lados del retrato se han situado los bustos de bronce de Azara y Mengs realizados en 1779 por el escultor irlandés Christopher Hewetson. También se expone un autorretrato de Mengs (hacia 1761-1765), que coincide con su primer encuentro con Azara y el diseño de la medalla del enlace de los príncipes de Asturias, también expuesta. Otro autorretrato tardío, hacia 1774-1776, que fue el modelo más importante para la difusión de la efigie del artista en España, está presente a través de una copia en pastel pintada por Ana María Mengs, hija del pintor, y de una estampa grabada por Manuel Salvador Carmona, esposo de Ana María.

Excavaciones en Tívoli
Como ejemplos de la afinidad de las ideas estéticas de Mengs y Azara se presentan un dibujo de Mengs de la estatua antigua de Antinóo como Osiris de los Museos Vaticanos, y una estampa, según un dibujo de Mengs, de una de las pinturas murales de la Villa Negroni. Stephan Schroder recuerda que en 1779 Azara inició unas excavaciones en Tívoli, cerca de Roma. Con el hallazgo de quince retratos de filósofos y poetas griegos y de otras pequeñas esculturas en la denominada Villa dei Pisoni, el diplomático inició su colección de retratos y esculturas clásicos. De esta colección, repartida entre la Real Casa de Labrador en Aranjuez y el Prado, se exponen los retratos de los poetas Homero y Menandro, del filósofo epicúreo Hermarco y del general ático Milcíades, además un Dacio del Foro de Trajano en Roma y una estatua de Fortuna.

Gestos de amistad y admiración
La iniciativa de Azara de proteger y difundir la herencia artística de Mengs, al que Gudrun Maurer ha considerado “el artista neoclasicista alemán más importante del siglo XVIII”, se refleja en la exposición a través de una estampa del retrato pintado por Mengs y grabado por Domenico Cunego. También se aprecia en una medalla conmemorativa del “pintor filósofo” acuñada por Caspar Joseph Schwendimann, en la que Azara incluyó su propia efigie; las “Obras de D. Antonio Rafael Mengs” editadas y comentadas por Azara en 1780 y la primera biografía del artista redactada en 1780 por Ludovico Bianconi. La amistad de Azara con Napoleón se muestra a través de una medalla conmemorativa de oro acuñada por el Senado de Roma en honor de Azara por su negociación del Armisticio de Bolonia, y una medalla con el retrato de Napoleón que conmemora el tratado de Paz de Amiens, que firmó Azara en 1802, en nombre del rey.

IMAGEN: El director adjunto de Conservación del Museo del Prado, Gabriele Finaldi, junto a la obra José Nicolás de Azara, (1778-79) del escultor irlandés Christopher Hewetson. EFE