El terremoto del pasado 19 de septiembre causó graves daños en el sitio arqueológico de Teopanzolco, en el centro de México, pero también favoreció una revelación: un nuevo edificio de culto que podría ser más antiguo que el Templo Mayor de Tenochtitlan.

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La zona arqueológica, ubicada en el estado de Morelos, permanece resguardada y cerrada al público desde que el seísmo de magnitud 7,1 pusiera en riesgo su estabilidad, golpeando el núcleo y provocando una inclinación en todo el complejo.

Para evaluar los daños, un equipo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) construyó dos pozos de sondeo: uno en el templo de Tláloc y otro en el lugar que divide a este del de Huitzilopochtli. “Al hacer la excavación de sondeo (en el templo de Tláloc) vimos que las piedras estaban sueltas, no estaba el núcleo estable” y, al seguir profundizando con el objetivo de encontrar terreno firme, se produjo el hallazgo, relata la arqueóloga Bárbara Konieczna, del centro del INAH-Morelos.

Fue así como comenzaron a aparecer los muros de una subestructura con las mismas características arquitectónicas del templo superior y que probablemente también estaba dedicado a Tláloc, dios de la lluvia. El descubrimiento se produce casi un siglo después de que se hallara el sitio arqueológico, en 1921, y su trascendencia consiste en que cambia toda la cronología que se contemplaba hasta ahora.

La estructura principal del sitio (la que está a la vista) se ubica en el Posclásico Tardío (1200 a 1521 d.C.) y coincidía con la segunda fase de construcción del Templo Mayor, ubicado en el corazón de la Ciudad de México. Se creía que los mexicas, cuando llegaron al lugar, introdujeron el estilo arquitectónico a semejanza del que se ve en el Templo Mayor, es decir, con doble escalinata y doble templo.

Más antiguo que el Templo Mayor de Tenochtitlan

No obstante, el nuevo templo descubierto permite ubicar dicha subestructura alrededor del año 1150, en la primera época de la llegada de los tlahuicas al territorio de lo que hoy es Morelos. La construcción oculta es “anterior, más temprana del Templo Mayor”, y sería contemporánea de la pirámide de Tenayuca, en el estado de México, señala la arqueóloga. Erigir templos encima de los ya existentes, argumenta Konieczna, era una costumbre de los pueblos mesoamericanos: “Cada 52 años cambiaba el calendario; entonces se renovaban las construcciones”.

La subestructura sigue unos patrones muy similares a los de la estructura visible: tiene muros de doble fachada hechos de piedras alargadas y bien cortadas, recubiertas de estuco al exterior. La gran cantidad de humedad ha hecho que el estuco de los muros esté casi pulverizado, aunque se logró recuperar algunos fragmentos e intervenir en ellos. Por el momento, no se ha localizado ninguna ofrenda, pero se está trabajando en el rescate del que podría ser un incensario con motivos tlahuicas completo. Asimismo, se realizará una prueba de carbono 14 para saber con certeza la antigüedad del templo.

Cuando el sitio arqueológico vuelva a abrir sus puertas, los visitantes no podrán contemplar los vestigios de la subestructura. “Ahorita se tienen que tapar para asegurar que no se derrumben los muros de los templos visibles que están en la superficie”, puntualiza Konieczna. El futuro museo del sitio que se planea construir en el lugar ilustrará al público sobre la subestructura, pero el hallazgo en sí no será visible. Los trabajos de excavación ya han finalizado y se prevé que en las próximas horas comience el proceso de cubrimiento, devolviendo el templo recién descubierto al lugar secreto donde había permanecido.

 

IMÁGENES: Arqueólogos trabajan en la zona arqueológica de Teopanzolco, en el estado de Morelos (México). EFE