Un equipo de abogados y especialistas en derecho internacional analiza en Atenas las posibilidades de Grecia de recuperar los mármoles del Partenón del Museo Británico, un asunto que distintos gobiernos helenos vienen reclamando desde hace tiempo.

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Geoffrey Robertson y Norman Palmer son los dos expertos que encabezan la misión. Robertson es un abogado con experiencia en estos asuntos, pues contribuyó a la recuperación de tesoros de los aborígenes de Tasmania por el Museo Británico de Historia Natural. Norman Palmer es experto en derecho internacional y en temas relacionados con el patrimonio cultural. Los abogados tienen la nacionalidad británica, lo que no ha despertado precisamente las simpatías entre la prensa del Reino Unido.

La reivindicación de los mármoles del Partenón empezó en 1982 y fue impulsada por la entonces ministra de Cultura en el gobierno socialista de Andreas Papandreu, la actriz Melina Mercuri. Tras la muerte de Melina Mercuri en 1994 la campaña griega fue prácticamente abandonada. La organización de los Juegos Olímpicos de 2004 por Atenas y la construcción del nuevo Museo de Acrópolis resucitó esta reivindicación. El Ejecutivo griego de entonces propuso incluso que los mármoles continuaran en propiedad del Museo Británico y que tan solo fueran prestados por un periodo indefinido al Museo de Acrópolis. Popuesta que fue rechazada por el Museo Británico que temía una avalancha de reclamaciones similares por otros países si cedía a la reclamación griega.

La historia y el origen del traslado:

Hasta ahora Grecia no ha dado el paso de llevar este caso ante la justicia internacional.  Los mármoles viajaron al Reino Unido a principios del siglo XIX (1801-1805) cuando el embajador británico del Imperio Otomano, Thomas Bruce, más conocido como Lord Elgin, -que se definía como un amante de las antigüedades-, consiguió el permiso del Sultán para llevarse parte de las metopas y del friso interior del Partenón. Entonces, Elgin mandó arrancar gran parte del friso interior, cortar las metopas para separarlas del alto relieve -lo que provocó la mutilación de muchas esculturas-, y se adueñó de otras, como una de las cariátides del Erecteion y varias piezas de los Propileos y del Templo de Atenea Niké, todos en la Acrópolis. En 1816 Elgin vendió las piezas a su Gobierno por 35.000 libras en medio de una gran polémica, pues se dudaba de que el permiso imperial le hubiese dado vía libre para trasladar tales obras.

Finalmente, la Cámara de los Lores dio por aclarado el asunto y la colección llegó al Museo Británico que en 1939 inauguró una sala exclusiva para exponer las esculturas: 75 metros de friso (de los 160 que tenía originalmente), 15 de las 92 metopas y 17 esculturas de los pedimentos. “El regreso significaría la reunificación de las obras maestras separadas y, por primera vez después de 200 años, los visitantes del Museo de la Acrópolis y los especialistas tendrían la oportunidad de tener una visión completa de la decoración escultórica de algunas de las principales piezas de arte clásico”, declaró en una reciente entrevista el director del Museo de la Acrópolis, Dimitrios Pandermalis.

IMAGEN:  Vista del Partenón en que se pueden apreciar el friso exterior y la parte el frontón que se conserva. EFE/Archiivo