No hay estampa más sugerente que recorrer las calles de Edimburgo, Glasgow o cualquiera de sus pequeñas poblaciones y deleitarse, a las puertas de las muchas tabernas, con los cantos de sus parroquianos glosando las hazañas nacionales, narrando la severidad de la vida cotidiana o, también, entonando éxitos actuales. Escocia, heredera de su origen gaélico, mantiene una indisoluble unión con la música. En un mundo en el que los estereotipos nacionales siguen teniendo una gran vigencia, todavía recuerdo cómo un amigo estadounidense me comentaba con sorpresa, en su primer viaje a España, no haber visto a nadie vestido de sevillana o torero, nuestra imagen del escocés se manifiesta ataviado con el “kilt” y haciendo sonar su gaita ante las ruinas de un viejo castillo de las Highlands.

 

Autor: César del Valle

 

Primeras representaciones musicales en el medievo

Lo cierto es que no será la gaita el primer instrumento representado de la cultura escocesa. De hecho, debemos avanzar, como luego veremos, hasta la Baja Edad Media para localizarlo. Será el arpa, o clarsach en su variante escocesa, el emblema musical durante el final de la Antigüedad y la Alta Edad Media. En este periodo el territorio escocés estuvo ocupado por los pictos, una confederación de tribus de origen celta asentada en el área nororiental, y los escotos, con raíz celta irlandesa, que ocupaban el espacio oriental. Aunque, en los inicios, los primeros poseían la preeminencia militar, serán los escotos los que se vayan imponiendo, sobre todo, en el aspecto cultural, al sembrar el terreno con una semilla de tradición gaélica. Los bardos, que actuaban como músicos, poetas o historiadores, recorrían las poblaciones narrando fantásticas leyendas siempre con un arpa en sus manos. En la actualidad conservamos tres arpas medievales, dos depositadas en el Museo Nacional de Escocia y la tercera en el Trinity College de Dublín. Sin embargo, aparecen representaciones de arpas desde mucho antes, la mayoría de ellas localizadas en territorio escocés. Muy interesantes son las cruces pictas de Dupplin, fechada hacia el 800 d.C., donde aparece la imagen de un arpista, y de Nigg, de la misma época, con la figuración de un arpa rodeada por otros motivos diferentes.

En los albores del siglo XV, el arpa será sustituida por la gaita como el instrumento nacional de Escocia. Páginas más cercanas a la leyenda que a la realidad describen cómo eran utilizadas en la guerra por los soldados para atemorizar al enemigo a causa de su gran potencia sonora. Lo cierto es que se convertirá en un icono que perdura en la actualidad y tiene su reflejo en los principales monumentos del país. Otro emblema nacional y visita obligada para todo aquel que se sumerge por las Highlands es el castillo de Eilean Donan. Una galería de gaiteros, desde donde se amenizaban las reuniones, preside su Gran Salón. La imagen nos retrotrae a la época de esplendor de los clanes escoceses, aunque hay que señalar que el castillo estuvo en ruinas hasta el siglo XX cuando se convirtió, mediante una profunda restauración, en el jardín de las esencias de las tradiciones nacionales.

A continuación, nos dirigimos hasta la región de los Borders, concretamente a la abadía de Melrose, famosa por cobijar una excepcional gárgola con la imagen de un cerdo tocando una gaita. Los orígenes del monasterio se remontan al año 1136 cuando fue fundado por una comunidad de monjes cistercienses a petición del rey David I. Como la mayoría de los cenobios escoceses, fue objeto de una turbulenta historia que provocó su destrucción en el año 1385 por las tropas del rey inglés Ricardo II. Reconstruido de manera inmediata, a ese preciso instante se asocia la realización de la escultura. Podemos encontrar ejemplos con una iconografía similar en Inglaterra. A pesar de no conocer la intención del artista, no es extraña la representación de animales musicales en el medievo habitualmente ligados a canecillos, gárgolas, misericordias de sillerías corales e iluminaciones en manuscritos.

Seguimos nuestro camino por las representaciones musicales del patrimonio escocés hasta la Capilla Rosslyn. Mundialmente conocida desde que formó parte esencial de la trama del “Código da Vinci” de Dan Brown, dando origen a multitud de teorías por parte de todo tipo de investigadores que, en ocasiones, han desarrollado interesantes aportaciones. Durante la década del año 2000 varios equipos de expertos musicólogos anunciaron que habían descubierto un secreto melódico en las tallas de la iglesia. Concretamente en los nervios de las bóvedas de la Capilla de la Dama aparecen unas figuras de 13 angelillos que entre sus manos sujetan instrumentos musicales, pero también un pentagrama que daba la clave para interpretar musicalmente 213 cubos allí esculpidos siguiendo un fenómeno denominado como cimática o patrón de Chladni, que desemboca en la conocida composición del denominado “Motete Rosslyn”. No es objeto de este artículo juzgar su veracidad o el exceso de imaginación de los autores, pero sí señalar su interés musical, al menos, con la aparición de los numerosos instrumentos en unas figuras del siglo XV.

Auge y caída de la música en el Renacimiento

Durante el Renacimiento la música se desliza entre las arenas movedizas del esplendor y la promoción, pero también del rechazo provocado por la iglesia reformada escocesa, de corte calvinista, empeñada en acabar con los cantos y bailes propios de la música tradicional, así como con eliminar la música de los templos. Por el contrario, la casa de los Estuardo, muy aficionada a las artes, ejerció un importante mecenazgo. Jacobo V decidió obsequiar con un imponente Palacio Real en el castillo de Stirling a su futura esposa María de Guisa. Entre las diferentes salas destaca el Salón Real Inferior, cuyo techo estaba decorado por unos espectaculares tondos decorados con bustos denominados Stirling Heads. Cuenta la tradición que en 1777 uno de ellos cayó sobre un soldado motivando que fuesen retirados; aunque también se dice que un dignatario local los rescató de ser utilizados como leña por esos mismos militares. Si antes mencionamos la supuesta aparición de una secuencia musical en las bóvedas de Rosslyn, aquí ocurrió algo similar. El escultor John Donaldson recibió el encargo de reproducir varios de los tondos, observando que en el exterior de uno de ellos aparecía una misteriosa secuencia de 0, I y II. Tras un largo estudio, se concluyó que correspondían a una primitiva notación musical, convirtiéndose en el ejemplo más antiguo de partitura escrita escocesa.

Ana de Dinamarca, esposa del rey Jacobo VI, construyó a finales del siglo XVI un Palacio Real en la abadía de Dunfermline. La reina fue una entusiasta mecenas del arte y adoraba las fiestas y el baile, gustos que nos pueden ayudar a entender la conservación de una gárgola cantando y tocando lo que parece ser una vihuela. Sorprende su representación en piedra, siendo uno de los pocos ejemplos conservados, pero sobre todo su aparición nada habitual en Escocia, ya que el instrumento tuvo su principal ámbito de acción en España, Portugal y, en menor medida, en Italia.

No podíamos cerrar el periodo renacentista sin hablar de María Estuardo, la reina trágica. Educada en el amor a las artes, llena de buenos propósitos pero rodeada de ambiciosos consejeros. David Rizzio, descrito por las crónicas como buen músico, excelso cantor aunque feo, bajo y jorobado, se convirtió en uno sus principales asesores, provocando los celos de unos cortesanos protestantes, la reina era católica, a lo que se unió su propio marido Lord Darnley. La noche del 9 de marzo de 1566, Rizzio fue asesinado brutalmente en los aposentos privados de la reina en el Palacio de Holyrood de Edimburgo, iniciando, según señalan los expertos, el principio del fin de la soberana escocesa. Los ingredientes pasionales y políticos del crimen, así como la popularidad de la reina, posibilitaron que el suceso fuese fuente de inspiración de literatos y compositores.

La atracción escocesa durante el Romanticismo

El Romanticismo provocó una exaltación de los sentimientos nacionalistas que afectó a la exótica herencia gaélica escocesa. Fue el momento en que llamó la atención de importantes compositores europeos y también en el que los grandes literatos nacionales trabajaron por el redescubrimiento y la codificación del folclore escocés, siendo el caso de Robert Burns y Walter Scott. Ambos se esforzaron por reunir y difundir las antiguas canciones de su país, e incluso desarrollar la canción tradicional de Escocia. Walter Scott sembró sus novelas de canciones e inspiró a grandes compositores como Schubert y Mendelssohn. Tan grande fue la atracción de Scott por el recuerdo del esplendor de su país que eligió al monasterio de Dryburgh para su descanso eterno. Esta antigua abadía premostratense fue fundada en 1152, momento en que se inició su construcción en estilo románico normando. Atesora un sugestivo devenir histórico y es uno de los centros de referencia del rey Robert the Bruce, cuyo corazón está enterrado aquí. Tuvo una participación crucial durante los enfrentamientos entre escoceses e ingleses, que desembocó en un profundo incendio en 1385, aunque se pudo sobreponer y fue resistiendo incluso a la reforma luterana hasta que, a finales del siglo XVI, fue abandonada, iniciándose su ruina. Scott atraído por la importancia del sitio y su romántica estampa eligió el brazo norte del transepto de la iglesia para disponer su tumba junto al corazón del más grande de los reyes escoceses.

Otra abadía que sirvió como fuente de inspiración fue la de Holyrood en Edimburgo, en este caso para el compositor alemán Félix Mendelssohn. El músico había comenzado su viaje por Escocia en el año 1829 y no fue especialmente receptivo a la música tradicional escocesa, más bien todo lo contrario, manifestó cierto desprecio. En verano del mismo año se acercó hasta el palacio de Holyrood, atraído por la historia del asesinato de David Rizzio.  Mendelssohn, falto de inspiración, aquí tropezó con las musas para escribir su “Sinfonía Escocesa”, como el mismo relató: “en el profundo crepúsculo fuimos hoy al palacio donde la Reina María vivió y amó… La capilla de abajo ahora no tiene techo. La hierba y la hiedra prosperan allí y en el altar roto donde María fue coronada Reina de Escocia. Todo está arruinado, decaído, y los cielos despejados se vierten. Creo que he encontrado allí el comienzo de mi Sinfonía Escocesa”

La música religiosa y la reforma

La iglesia católica escocesa, al igual que la sociedad civil, otorgaba a la música un importante valor en sus celebraciones. Existían escuelas de canto, coros o libros de música. La Reforma acabó con todo esto; se destruyeron libros y se eliminaron órganos. En un primer momento, el cariz luterano de la Reforma posibilita la convivencia musical en el culto, pero con la llegada del calvinismo y su postura mucho más intolerante, desembocó en su supresión de los templos, a excepción de la interpretación monofónica de los salmos. Ni siquiera el apoyo decidido de los Estuardo en favor de la música consiguió mover un milímetro la posición reformista. En el siglo XVIII se sucedieron unos débiles intentos de apertura musical en las catedrales, permitiendo el canto coral a cuatro voces, abriendo escuelas musicales o creando escuelas de canto. No será hasta el siglo XIX cuando se reintroduzca la música en la Iglesia de Escocia. Los órganos volvieron a ocupar sus antiguas ubicaciones, aunque todavía con cierta timidez y rechazo, que hacía que no fuesen utilizados en todas las catedrales. La mayoría de los actuales son de construcción muy moderna, lo que nos permite comprobar las reservas a la hora de instalarlos. Podemos destacar el bonito órgano de la iglesia de Holy Rude de Stirling, construido en el 1939 por la casa inglesa Rushworth and Dreaper. Este instrumento sustituyó a otro más antiguo de finales del XIX pero que era demasiado sencillo para las nuevas necesidades musicales. El actual, que fue restaurado en la década de los noventa, está diseñado en madera y metal, y presenta un estilo neoromántico en el que destacan las tallas de ángeles músicos. Es uno de los mejores instrumentos del país que ha posibilitado la realización de múltiples conciertos y grabaciones discográficas. También son interesantes los órganos de las catedrales de Edimburgo o de Dunblane, aunque sean ejemplares modernos.

Escocia en la actualidad

Comenzábamos este artículo señalando el estereotipo de las tabernas musicales y de los grupos de gaiteros que, obviamente, forman parte de la cultura nacional. Allí todo género de música es esencial y goza de un enorme peso social. Una población que no llega a los seis millones de habitantes, disfruta, sin embargo, de una gran representación de músicos de repercusión internacional. Desde el rock alternativo, donde destacan grupos como Franz Ferdinand o Travis, hasta el pop de Annie Lennox pasando por el folk rock de The Waterboys, quienes exploran la tradición céltica mezclándola con los nuevos ritmos, consiguiendo un característico estilo de gran éxito. No hay mejor final para este artículo sobre la representación musical escocesa en el patrimonio que rememorar la mítica secuencia de la banda sonora de Carros de Fuego con los atletas deslizándose, a ritmo de la música del griego Vangelis, sobre la arena de la playa de West Sand en Saint Andrews.

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