La espiral es una curva plana que da indefinidamente vueltas alrededor de un punto, alejándose cada vez más en cada una de ellas, una idea sobre la que lleva trabajando toda su vida Martín Chirino, un investigador del espacio al que el Círculo de Bellas Artes dedica desde hoy una exposición-homenaje.
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La muestra constituye un pequeño adelanto de lo que será la futura Fundación Martín Chirino, que se inaugurará el próximo año en Las Palmas de Gran Canaria y que tendrá su sede en el Castillo de la Luz, en la actualidad en proceso de acondicionamiento por el estudio de arquitectos de Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano. Muy satisfecho con el emplazamiento de la Fundación, el artista ha recordado que se trata de un castillo incluido en la red de castillos nacionales y declarado Monumento Histórico Artístico en 1941 y ha destacado la gran labor del estudio de arquitectos “que han sabido descubrir las grandes posibilidades de este edificio extraordinario”.
El escultor se define como “el mayor profeta de este proyecto, aunque ser profeta en tu tierra es muy difícil, pero los canarios me aceptan, me quieren y creo que eso es lo que va a hacer posible la Fundación”, que esperan presentar en junio del próximo año.
Un artista que lleva toda la vida trabajando en la misma obra
“Martín Chirino. Obras para una colección” es el título de esta muestra formada por quince esculturas especialmente seleccionadas por él, que recorren su trabajo desde 1956 hasta la actualidad. “He ido seleccionando en función del estudio, algunas proceden de mi colección y otras las he comprado en subastas”, ha detallado.
Con dominio de piezas de gran formato, como “Gigantes que no molinos…Homenaje a El Quijote” (2005), que recibe majestuosamente al visitante de la Sala Goya del Círculo de Bellas Artes, el recorrido es una evidencia de las palabras del escultor: “todo mi trabajo está alrededor de una espiral. Soy un artista que lleva toda la vida trabajando en la misma obra”
Desde que empezó a trabajar en la forja del hierro en 1953, Chirino fue evolucionando partiendo de una voluntad abstracta, que le llevó a la búsqueda de formas geométricas puras que quedan encarnadas en la figura simbólica de la espiral, germen en todas sus obras que al principio enrolla en sí misma para hacer vientos y luego va estirando. Su larga e intensa trayectoria le lleva a considerar que los artistas “tenemos una gran persistencia que nos permite ser capaces de hacer nuestro camino con conocimiento”.
Otras obras que destacan en el recorrido, algunas de ellas inéditas, son “Mi patria es una roca III y IV” (2006), “El viento solano V” (2008, modificada en 2010); “Paisaje” (2010); “Herramienta poética e inútil” (1956/57); “El viento” (1968); “Cabeza. Crónica del siglo XX. Cabeza de Greta Garbo” (1984/85) o “Afrocám” (2012).
Viento, plomo sobre papel
En una sala contigua, y a modo de pequeño gabinete, se muestra “Viento” la última obra creada por Martín Chirino que, realizada con plomo sobre papel, combina la pintura y la escultura. Esta obra está flanqueada por dos piezas en bronce dorado pertenecientes a la serie “Afrocán”.
En contacto desde niño con la forja y la talla de la madera, Chirino se integró en los años cincuenta en el grupo El Paso, formado por artistas y críticos que se habían unido para “vitalizar” el arte moderno en España dentro de una línea de expresión “informalista” que admitía cierta pluralidad de posturas. Ya en esa época lidiaba con el hierro intentando definir lo que iba a ser su trayectoria como escultor, según el artista, a quien Juan Manuel Bonet define en el catálogo de la exposición como “sutil forjador de hierro y autor de obras de intrínseca y poética monumentalidad”. EFE_Mila Trenas.
IMAGEN: “Gigantes y no molinos…”, una de las quince piezas que forman parte de la exposición ‘Martín Chirino, obras para una colección’, que exhibe en Madrid el Círculo de Bellas Artes. EFE