A sus 59 años y con una larga carrera a sus espaldas, el francés Vicent Lindon afronta cada papel con la misma intensidad, una cierta angustia y, sobre todo con respeto, ya sea ahora el gran Rodin o un trabajador en paro, según explica en una entrevista que ha concedio a la agencia Efe.    

Canal Patrimonio

En su opinión da igual el papel que interprete. “O crees o no crees en el personaje, ya sea de época o no”, explica el actor, a quien en un primer momento le dio miedo encarnar a un genio como Rodin, pero al final se dio cuenta de que era un ser humano, como cualquier otro. Y se trataba de “respetarlo” y de hacer su personaje “lo más cercano a la realidad” como fuera posible.

Una labor que compara con el papel que más reconocimientos le ha dado -un César o un premio de interpretación en Cannes-, el de un parado en “La ley del mercado” (2015). “No me podía permitirme traicionarle, no podía permitirme no hacerlo bien o no respetarle porque eso quería decir que atacaba a todos los trabajadores de Francia y del mundo (…) Fue igual con Rodin, es como si me dijera: ‘¿me he convertido en lo que soy para ser interpretado así?'”, explica.

Por eso, Lindon ha buscado ser Rodin en el filme de Jacques Doillon que llega este viernes a las pantallas españolas tras pasar por el Festival de Cannes y que se centra en la relación del escultor con Camille Claudel (Izïa Higelin) y en su obsesión por la escultura de Balzac, a la que dedicó ocho años de trabajo.

Un genio que revolucionó la escultura mundial

Hacía años que Lindon quería trabajar con Doillon y cuando este le planteó que se metiera en la piel de Auguste Rodin, se apasionó rápidamente por la vida de este genio de la escultura, de cuyo nacimiento se cumplió un siglo en 2017. Le interesó el hecho de “interpretar a un gran artista, no un gran artista, un genio, que revolucionó la escultura mundial, que fue el punto de partida de la escultura moderna, y eso en la vida de un actor no es cualquier cosa”.

Luego empezó a leer sobre la figura de Rodin a través de escritos de autores como Stefan Zweig y descubrió que era “alguien muy fuerte, muy robusto, muy poderoso”, un “jefe militar en el trabajo, en su taller, intransigente, feroz, duro, autoritario, trabajador”, pero que tenía un lado “un poco cobarde, un poco influenciable, que no quiere por nada pelearse con la gente”.

Un personaje cruel, enamorado de su trabajo

Rodin no hacía ninguna concesión sobre su arte y era cruel como lo son los genios, que vuelcan todo su amor y pasión en lo que hacen y no en las personas que los rodean, resalta un expresivo Lindon. Estaba enamorado de su trabajo, algo que muestra claramente el filme, señala el actor, para quien es el trabajo “lo que define a los seres humanos”, lo que dan sentido a sus vidas.

“Tenía muchas ganas de interpretar un personaje que tuviera contacto directo con la carne, con el cuerpo, con las mujeres, con los hombres, que moldea la tierra, que construye”, afirma Lindon, tan apasionado en la entrevista como lo es su personaje en el filme.

En dos horas de metraje, Doillon construye un certero retrato sobre la complejidad de Rodin en una narración clásica y de cuidada ambientación y que funciona como el punto de vista masculino de una historia de amor que ya se llevó al cine en “La pasión de Camille Claudel” (1988).

Un personaje del que Lindon estudió cada detalle de su personalidad, de lo que pensaba, de su forma de trabajar, del hecho de que apenas comía porque solo le obsesionabas sus obras. También “su mirada intensa sobre las mujeres”. “Casi las desvestía con la mirada”, asegura el actor, que sin embargo aportó su propia visión de Rodin.

“Por eso se llama una interpretación. Uno interpreta en su cabeza a alguien y luego se lo reenvías a los demás. Es mi interpretación de Rodin, la mía y la del director. De todo lo que sabemos, es esto lo que creemos que está más cerca de él, sin traicionarle”. 

 

IMAGEN: Fotografía facilitada por Caramel Films del actor francés Vicent Lindon. EFE