París rinde homenaje a Brassaï, escritor, director y fotógrafo nacido en 1899 en la ciudad transilvana -hoy rumana- de Brasov, un artista que a los cuatro años se enamoró de la capital francesa, a la que convirtió luego en el hilo conductor de su inspiración.

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ExpoParis_EFE

De los barrios elegantes de la ciudad que tanto y tan tempranamente amó, de sus monumentos y lugares secretos de perdición, a los grandes bulevares y sus escaparates, el empedrado de una calle o el beso de una pareja en un bar: París y sus habitantes se convirtieron en algo sublime en manos de Brassaï (1899-1984).

La comisaria de la exhibición Agnès de Gouvion Saint-Cyr, ejecutora testamentaria de la obra del artista, a quien conoció en 1971, ha dividido la muestra en cinco espacios distintos, cada uno relacionado con un aspecto de su obra.
El público puede descubrir el París soñado de Brassaï, el de los parisinos anónimos y el de sus famosos amigos, Picasso, Henry Miller, Man Ray, Blaise Cendrars o Cocteau, hasta el próximo 8 de marzo. Inaugurada el pasado noviembre en la Alcaldía de París, esta exposición tenía que ser para el gran público y por eso en ella no se habla, o apenas, del surrealismo, precisó de Gouvion Saint-Cyr.

Se ha buscado una visión de París “suficientemente importante como para volcarse en ella. Para ello se concentró en los cinco espacios que el escenógrafo quería crear y los declinó en torno a cinco capítulos temáticos: el París de Marcel Proust, los grafitis, “París de noche y París secreto”, el París de Picasso y el cine.

Fascinación por el grafiti

Del panel dedicado a los grafitis, resaltó que Brassaï fue el gran pionero en descubrir la importancia de ese arte callejero, que fotografiaba meticulosamente, en el marco de su reflexión sobre el origen de la creación a partir del análisis del arte prehistórico. Fue el pionero en la materia porque cuando volvió a París, en 1924, tras haber vivido allí en 1903 durante el año sabático que tomó su padre en la universidad de Brasov, la encontró muy cambiada. “Tuvo el sentimiento de que la vida y la cultura francesa iban a desaparecer, y no se equivocaba, pues años después llegaría la II Guerra Mundial”, explicó.

Esas imágenes de arte primitivo tienen el tamaño que él les dio, entre 30 x 40 centímetros, 9 x 13 y 18 x 24, pues “por testamento no podemos hacer tiradas” suplementarias y las que existen son de esas dimensiones, resaltó.
“Al final de su vida, Brassaï explicaba su fascinación por el muro”, que consideraba como “el museo más grande el mundo, donde cada cual, incluso las personas más incultas, podían expresarse”, señaló la comisaria, quien recordó que además de fotógrafo fue dibujante, periodista, pintor, grabador, escultor y realizador de filmes y tapices.

Fue también operador en muchos filmes, pero solo realizó uno, que apenas terminado fue seleccionado en el Festival de Cannes de 1957 y premiado y que ahora puede verse en la muestra, cuya primera parte se dedica al archivo personal de fotografías de principios del siglo XX, que reunió el artista.

La sección dedicada a Picasso refleja los 40 años durante los que trabajaron juntos y que llevaron a Brassaï a escribir esas “Conversaciones con Picasso” tan importantes para conocer la obra de ambos artistas, destacó.
Su París eterno, nocturno y diurno, sus escalinatas de Montmartre, sus imágenes de Notre Dame, están ahí, comentó, porque “es lo que el público reclama y conoce más”, son imágenes familiares incluso para los turistas. EFE_María Luisa Gaspar

IMAGEN:  Fotografía facilitada por el servicio de prensa de la Alcaldía de París titulada “Au bistrot” (1930-1932. EFE