Cuando cae la noche sobre el Museo Egipcio de El Cairo, sus innumerables joyas arqueológicas se sumen en una oscuridad sepulcral, de la que algunas han escapado por apenas tres días con un espectáculo experimental de luz y de sonido.

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Frente al museo, situado junto a la céntrica plaza Tahrir, un amplio grupo de invitados del mundo de la cultura se concentra para ver surgir, por primera vez, entre las sombras, las estatuas de faraones y demás personajes ilustres que los acompañaron en vida. Tras la apertura de las puertas, una multitud inquieta se adentra en una atmósfera que la traslada a épocas como la del Imperio Antiguo (2650-2100 a. C.), en la que se levantaron las majestuosas pirámides de Guiza y la desaparecida capital de Menfis.

Luz guía:

Una leve luz anaranjada ilumina los volúmenes de un coloso de granito de Ramsés II (1279-1203 a.C.), que da la bienvenida a los visitantes mientras una grabación en árabe (y posteriormente en inglés) deja en el aire pinceladas sobre la antigua civilización egipcia. El ritmo de los destellos se acelera progresivamente mientras el tumulto de visitantes, la mayoría con cámara en mano, sigue precipitadamente el itinerario marcado por las luces que hacen las veces de guía a lo largo de cuatro galerías.

Iman Masud, una estudiante de Egiptología, confiesa que se trata de “una de las experiencias más singulares e interesantes” de su vida, y que solo pisar el Museo Egipcio de noche hace que le tiemblen las manos y las piernas.  Entre tanta aglomeración de personas y acumulación de vestigios, Masud pone algunas pegas a la organización del evento: apenas hay tiempo para la contemplación en medio de las prisas por acercarse a ver las piezas iluminadas, que ocupan una reducida parte del museo. Quizás por eso, por no haber visto representaciones de Nefertiti, Akenatón o Hatsepsut, o por la falta de explicaciones “mejor hiladas”, Masud señala que esperaba “algo más”.

Excepciones destacadas:

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También quedan excluidos de la visita nocturna el magnífico tesoro de Tutankamón y otras muchas figuras destacadas entre las 160.000 piezas que abarcan 5.000 años de la historia de Egipto y que descansan en el museo, obra neoclásica del siglo XIX diseñada por el francés Marcel Dourgnon.  El director de esa institución, Mahmud el Halwagi, explicaque solo han querido realizar un espectáculo de prueba para analizar la respuesta del público y, “en función de los resultados”, reproducirlo en más centros.

Entre las obras que ven la luz durante el recorrido están la estatua del visir del rey Amenhotep III (1390-1352 a.C.) y una del enano Seneb, que aparece sentado a la manera de un escriba junto a su familia y que, a pesar de sus defectos físicos, llegó a ser un importante funcionario de la V dinastía. Durante unos veinte minutos, la iluminación rescata vitrinas con objetos funerarios, estelas y relieves de distintas tumbas, e incluso una barca solar con la que, según las creencias de la época, el faraón viajaba hacia la eternidad tras su muerte.

Esta aproximación a la antigüedad busca también “mandar un mensaje al resto del mundo y mostrar que Egipto es un país de paz y de civilización, un lugar seguro dentro de Oriente Medio”, destaca El Halwagi. El Museo Egipcio ha acogido recientemente varias actividades para promocionar el turismo, como una exposición temporal de fotografías sobre el descubrimiento, hace un siglo, de la tumba de la reina Nefertari, la bella esposa de Ramsés II que fue enterrada en Luxor. Con esta última iniciativa, de momento experimental, el museo intenta trasladar a sus salas los espectáculos de luz y sonido que ya desde hace años iluminan en la intimidad de la noche egipcia numerosos templos en todo el país.

IMAGEN:  Cuando cae la noche sobre el Museo Egipcio de El Cairo, sus innumerables joyas arqueológicas se sumen en una oscuridad sepulcral, de la que algunas han escapado por apenas tres días con un espectáculo experimental de luz y de sonido. EFE