Una antigua casa del Centro Histórico de la capital de Guatemala fue convertida en un museo que bajo el lema “para no olvidar” pretende repasar la historia del país desde la ancestral cultura maya, pasando por los horrores de la guerra de 36 años que terminó en 1996 hasta la actualidad.

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En un espacio con 11 ambientes, el museo “Kaji Tulam”, promovido por el no gubernamental Centro de Acción Legal para los Derechos Humanos (Caldh), recrea con afiches, nombres y algunas artesanías la historia del país que no enseñan los libros. La “Kaji Tulam”, que en la etnia maya Quiché significa “cuatro puntos cósmicos”, “cuatro elementos” o “cuatro colores”, nació con el fin de recuperar la memoria de Guatemala y, aunque inicialmente la idea es mantenerlo abierto por dos o tres años, se harán esfuerzos para que el sitio sea permanente.

Así lo explicó Fabiola García, coordinadora de Comunicación de Caldh, que relató que les llevó tres años la reconstrucción con imágenes y textos de miles de años de rica historia nacional, y seis meses el montaje del museo. Bajo el lema “para no olvidar”, la casa es un centro destinado principalmente a la reflexión de la juventud, para que conozcan la historia de la lucha y resistencia que hicieron sus antepasados por tener un país diferente, en paz. “De vez en cuando camino al revés, es mi modo de recordar. Si caminara solo hacia adelante te podría contar cómo es el olvido”, dice un texto que da la bienvenida en la entrada principal del inmueble, extraído de un poema del escritor guatemalteco Humberto Aka’bal.

Del imperio maya a la revolución:

En el primero de los ambientes Caldh relata la historia de la cultura del imperio maya, sus matemáticas y astronomía, los códices y sus nahuales (espíritus), que son 20 energías que representan a cada uno de los días del calendario sagrado de esa civilización. La sala siguiente hace referencia a la llegada de los españoles y de cómo utilizaron la violencia como un mecanismo de control sobre la población. “Este espacio servirá de reflexión a los jóvenes para que analicen si la conquista fue un encuentro de dos culturas”, dijo la activista.

La casa también cuenta con un cuarto dedicado a la revolución, a la dictadura de Jorge Ubico, presidente de Guatemala de 1931 a 1944, quien promulgó la Ley contra la Vagancia con la que obligó a los campesinos a trabajos forzosos hasta 150 días por año. Además, tiene una sala oscura con mesas y sillas tiradas, en referencia a la represión y al conflicto armado que sufrió el país centroamericano entre 1960-1996.

El informe de la Recuperación de la Memoria Histórica (Remhi) Guatemala Nunca Más, elaborado por la Iglesia Católica y que documenta más de 50.000 violaciones a los derechos humanos durante la guerra, forma parte de esa recreación, junto a 2.119 nombres que representan el 4,4 % de los desaparecidos en el enfrentamiento armado interno. La guerra interna que vivió Guatemala entre 1960 y 1996 dejó al menos 200.000 muertos y más de 50.000 desaparecidos, y una Comisión de la Verdad auspiciada por las Naciones Unidas que en 1999 documentó 669 matanzas, atribuyó el 93 % de las mismas al Ejército guatemalteco, el 3% a la guerra y el resto a otros grupos no identificados.

El árbol de los recuerdos:

El museo también dedica un espacio a personajes que lucharon contra las atrocidades, entre ellas Rigoberta Menchu Tum, una maya quiché que en 1992 ganó el premio Nobel de la Paz por su lucha en favor de los indígenas. También existe en el museo un ambiente dedicado a jóvenes que han sufrido discriminación y abusos sexuales, y que a través del arte han podido dejar atrás ese oscuro pasado, apuntó García.

Un árbol de madera, del que cuelgan pájaros con nombres de las masacres y de hombres y mujeres que fueron asesinados durante la represión, espera a los visitantes para que puedan colocar las historias de sus antepasados. El Caldh diseñó, además, un sitio con dos urnas, una de las cuales contiene miles de postales que llegaron desde Japón, Holanda, Estados Unidos, Canadá, México y de otros países durante una campaña de solidaridad con Guatemala en 2007. La otra es para que los jóvenes introduzcan simbólicamente lo que harían para construir un país en paz, sin violencia. Oscar René Oliva

IMAGEN:  Varias personas observan una manta con los nombres de las víctimas del conflicto armado que padeció Guatemala entre 1960-1996, y que dejó más de 200.000 muertos, en el museo “Kaji Tulam” en Ciudad de Guatemala (Guatemala). EFE