Trece de las primeras traducciones en España de la obra de Shakespeare forman la exposición con la que la Biblioteca Nacional colabora con el British Council en la conmemoración del IV Centenario de la muerte del escritor inglés.

Canal Patrimonio

Panorámica de la Biliboteca Nacional

Manuscritos e impresos de autores como Ramón de la Cruz, Fernández de Moratín o José María Blanco-White, junto con las primeras ediciones impresas durante el siglo pasado, en catalán, vasco o gallego, forma el recorrido de Los amores de Shakespeare. (Sus primeras traducciones en España), abierta al público hasta el 4 de septiembre.

Molina Foix recuerda que la primera traducción shakesperiana al español fue un Hamlet firmado por Don Ramón de la Cruz aparecido en 1772, que se hizo desde el antecedente francés de Jean-François Ducis, “cayendo por tanto en las libertades y los caprichos al ordenar el texto inglés en que aquel incurrió. Nuestro sainetista, sin embargo, soluciona con notable garbo muchos de los pasajes”.

Antes de que acabase el siglo XVIII, en 1798, se cuenta ya con una traducción directa de Hamlet realizada por Leandro Fernández de Moratín, publicada con el seudónimo de Inarco Celenio, y que, aun estando en prosa, “aspira a la fidelidad, posee una hermosa cadencia verbal y venía enriquecida por unas notas crítico-lingüísticas de ambigua y a veces quisquillosa valoración”.

El autor de “El sí de las niñas”, recuerda Molina Foix, empezó a traducir la tragedia del príncipe de Dinamarca mientras residía en Inglaterra, donde vio representadas, y comentó más tarde, varias obras del bardo. Otras de las piezas que se exhiben son primeras traducciones de Pedro Matías Martínez; José María de Carnerero, Carlos Coello, Teodoro de la Calle, de 1804, José María Blanco-White o Toribio Alzaga.

Pliego del folleto de la BNE

Declárate Shakespeare

Además, con motivo de la exposición la BNE propone el concurso Declárate a Shakespeare, donde se invita al público a escribir una carta, un texto breve de creación propia, en la que expresen sus sentimientos y admiración hacia el dramaturgo.

IMAGEN: Vista general de la Biblioteca Nacional de España en el madrileño Paseo de Recoletos. EFE/Archivo