Siempre en busca de “modernidad”, las sociedades contemporáneas persiguen nuevos espacios sin plantearse, en ocasiones, los motivos de ese viaje, una pregunta a las que persigue dar respuesta la 14 Bienal de Lyon, a través de la obra de 75 artistas procedentes de todos los rincones del planeta.

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Bienal Lyon

Concentrado en dos grandes espacios expositivos pero abierto a otros de carácter efímero para acudir al encuentro con el mayor número posible de espectadores, la muestra de arte, convertida en una de las más importantes de Francia, ha tratado de buscar diferentes reflexiones sobre la “modernidad”. A partir de una idea de Baudelaire, que concebía lo “moderno” como “lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente, la mitad del arte que no es lo eterno e inamovible”, la comisaria de la Bienal, Emma Lavigne, ha seleccionado un conjunto de obras que aparecen como otras tantas reflexiones sobre el tema.

Englobadas bajo el nexo común de los “Mundos flotantes”, título de la edición, aparecen instalaciones de artistas como Marcel Duchamp, Lucio Fontana, Ernesto Neto, Dominique Blais, Lara Almarcegui, Doug Aitken o Ari Benjamin Mayers. Expuestos en el Museo de Arte Contemporáneo de Lyon y en el espacio de exposiciones La Sucrière, las obras persiguen “mostrar un arte que no se queda en su concepción tradicional y busca otros terrenos de expresión”, asegura Lavigne.

Se trata de mirar la herencia de artistas que buscaron nuevos horizontes, inspirados en un Mallarmé que exploró la poesía en expansión, un Debussy que buscó componer una música que se extendiera por la naturaleza o un Duchamp que quiso meter en una cápsula el aire de París. ¿Cómo buscan hoy los artistas contemporáneos llevar el arte más allá de las fronteras, construir una nueva modernidad? Esa es la pregunta que trata de responder esta conservadora del Centro Pompidou de París, que se ha apoyado en buena parte en el fondo artístico de ese museo, que celebra sus 40 años de existencia.

La visión latinoamericana

Temerosa de ofrecer una visión demasiado eurocentrista de la renovación artística, Lavigne ha querido completar el mosaico con artistas procedentes de otras latitudes y, en ese juego, considera “importante” la aportación de América Latina. “No siempre tienen la misma visión, están más conectados con la fusión entre el arte y el medio ambiente o, en ocasiones, rechazan la modernidad como idea de progreso, que ha traído formas de totalitarismo o de colonización”, asegura la comisaria. Un guante que recoge con voluntad crítica el colombiano Ícaro Zorbar, que expone por vez primera en Francia y presenta una instalación angustiante que encierra un mensaje en contra de las fronteras y de la sociedad de consumo. “Detesto el derroche”, asegura este joven artista afincado en Noruega y aficionado a reparar viejos electrodomésticos, “una postura política en un mundo en el que es más fácil comprar uno nuevo”.

Afincado desde hace años en Brasil, el español Daniel Steegmann Mangrané también considera que “el nuevo mundo puede pensar las cosas de una forma diferente” frente a una Europa a la que ve como “un continente anquilosado”. Para la Bienal de Lyon, el artista ha hecho convivir en un ecosistema artificial plantas francesas con insectos exóticos en un sinuoso pabellón de cristal, un experimento que persigue “repensar la relación del ser humano con la naturaleza”.

Crítica también con la modernidad entendida a la europea es la obra del mexicano Damián Ortega, que construyó para la muestra un submarino con sacos de transporte, suspendido del techo y relleno de sal que se escapa por un agujero emulando el efecto de un reloj de arena. El artista quiere con ello enviar un mensaje de recuperación de materiales, pero también del tiempo que se escapa en el mundo.

Una de las obras más monumentales de la muestra la firma el brasileño Ernesto Neto, que dibujó un espacio a través de telas equilibradas con contrapesos de arena, un conjunto que da un aspecto sereno con el que muestra las tensiones que vive el universo. La española Lara Almarcegui, por su parte, busca sensibilizar sobre el rápido desarrollo de las ciudades colocando los bloques de cemento que resultaron de la demolición de un edificio del barrio lionés de Confluences, en plena mutación urbanística. “Es una invitación a reflexionar sobre el futuro a partir del pasado, de un material muy tóxico que se utilizaba porque era muy barato”, señala la artista. EFE_Luis Miguel Pascual

 

IMAGEN: Fotografía facilitada por la Bienal de Lyon que muestra la instalación el artista francés Celeste Boursier-Mougenot para la 14ª edición de dicha muestra. EFE