La luz y el público vuelven a entrar en la parte trasera de la Catedral de Burgos. La capilla de los Condestables, una catedral dentro de otra, abre de nuevo sus puertas al turismo tras haber permanecido cerrada durante cinco meses. Demasiado tiempo para una de las capillas más veneradas de la seo burgalesa que desde hace algunos años lamentaba el estado de los vitrales que Arnao de Flandes instaló en el siglo XVI para culminar la capilla funeraria de los Condestables de Castilla, y que ahora ha asentado los mismos ante el riesgo de desprendimientos y el consecuente peligro.

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Juan Álvarez de Quevedo, responsable del Cabildo Metropolitano de la Catedral de Burgos explica “la complejidad” de unos trabajos que han permitido “asentar” las catorce vidrieras de la capilla ubicada en la girola del templo gótico. “En esta primera fase ha habido que desmontar, proteger y montar algunos vitrales. Los que se encontraban en peor estado y corrían el riesgo de desprenderse”, asevera.

Las vidrieras de esta capilla del gótico flamígero son consideradas las más valiosas de toda la seo burgalesa. “Solo se conservan entre el 30 y el 40 por ciento de las auténticas”, añade Álvarez de Quevedo, que ansía la presencia de un mecenas que de “una solución” al estado de las mismas. “La próxima tarea consiste en una restauración completa”, añade.

En esta primera fase de consolidación se han destinado un total de 220.000 euros y se presume que para acometer la obra final que haya de devolver la belleza a las vidrieras sean necesarios alrededor de 600.000 euros. En los trabajos de esta primera actuación ha trabajado el taller burgalés de Vidrieras Barrio, que ya explicó “el gran valor patrimonial y riqueza artística de los ventanales que fueron elaboradas por maestros de Flandes en la época de mayor esplendor del gótico”.

En concreto, las crónicas consultadas y el archivo catedralicio aseguran que buena parte de las vidrieras que se asientan junto a la bóveda calada de la capilla salieron del taller de Arnao de Flandes, uno de los maestros más conocidos de la época. Todas las hicieron sus hijos y una de ellas está fechada en 1511.

Almacenaje

Desmontar las vidrieras del Condestable no ha sido una tarea sencilla. Los trabajos comenzaron en el mes de julio y han permitido descolgar las que se encontraban en peor estado. Así, una vez descolgadas de las alturas, han sido almacenadas a la espera de que exista una partida para su restauración, ya que muchas tienen daños de una especial gravedad.

Los vitrales de la capilla funeraria del matrimonio Velasco-Mendoza son catorce ventanales que llevan luciendo desde hace cinco siglos. Un tiempo en el que han padecido los rigores de las condiciones metereológicas, el paso de los siglos, la contaminación y en el que tiene un especial protagonismo un acontecimiento histórico: la guerra de la Independencia. Existe la constancia de que la voladura del castillo de Burgos por parte de las tropas de Napoleón acabó con buena parte de las vidrieras de esta famosa capilla y de buena parte del conjunto vidriero de la catedral.

Historia de la capilla

El poder del matrimonio formado por don Pedro Fernández de Velasco y Manrique de Lara, condestable de Castilla, y doña Mencía de Mendoza y Figueroa, hija del Marqués de Santillana y hermana del Cardenal Mendoza es patente en la capital castellana. Dicen las crónicas consultadas que fue la mujer quien dirigió las obras de una capilla funeraria en ausencia de su marido que luchaba en Granada para combatir a los reinos musulmanes.

Fue así como la hermana del famoso cardenal Mendoza mandó construir una capilla en la que orar y después reposar eternamente, además de mandar construir un palacio en la zona noble, la conocida Casa del Cordón actual sede de Caixabank en Castilla y León y Asturias. Del mismo modo, el matrimonio dispuso una finca, la conocida como Casa La Vega, derruida desde el año 2003, para pasar estancias alejados de la ciudad. En este último lugar moró por unos días Juana La Loca antes de comenzar su fúnebre viaje con las exequias de Felipe el Hermoso.

Conocida como Capilla del Condestable o de los Condestables, el verdadero nombre que recibió en su momento es de Capilla de la Purificación de la Virgen. Lo hizo por deseo de sus moradores y por ser considerada una capilla de eterno descanso en la que Simón de Colonia quiso dotar de protagonismo a la luz natural que entra todos los días del año por una bóveda calada que da cuenta de un estilo muy personal en el que son visibles matices del gótico flamígero y de un incipiente renacimiento.

Simón de Colonia vivió en la seo entre más de diez años para poder llevar a cabo el encargo de doña Mencía. Se estima que la construcción de la capilla se prolongó desde el año 1482 hasta el 1494. El deseo de la hija del marqués de Santillana incorporó una capilla de singular belleza al templo y modificó la fisonomía del mismo al adosar en la parte final del templo un espacio de grandes proporciones que es visible desde la calle Fernán González, desde donde también pueden verse los remates flamígeros externos.

Deslumbrante y única. Así es la capilla en la que duermen en un eterno letargo uno de los matrimonios más importantes de Castilla. Quien entra en ella se encuentra con un maravilloso sepulcro doble, un escudo que da cuenta del poder y de los privilegios de las casas de los Velasco y los Mendoza y hasta dos retratos donados por los familiares de quienes han puesto nombre a una capilla por la que pasan al año miles de personas. L. Sierra / ICAL

IMAGEN: Capilla de los Condestables de la Catedral de Burgos – Ricardo Ordoñez