Vista general de la ciudad de Burgos, con la Catedral de Santa María en primer término

El 20 de julio de 1221 fue un gran día para el Burgos medieval, que asistió a la bendición de la piedra iniciática de la primera catedral gótica de la península ibérica, a imagen de Notre Dame en París, que ahora se prepara para lucir “nueva” en su octavo centenario.

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Vista general de la ciudad de Burgos, con la Catedral de Santa María en primer término
Ocho siglos han pasado ya de aquel hecho histórico, impulsado por el obispo Mauricio y el rey Fernando III El Santo, con el que se dotó a Burgos de una catedral a la altura de su relevancia política y que hoy, ochocientos años después, es su emblema, epicentro jacobeo y destino de decenas de miles de turistas todo el año. Ese burgo medieval acababa de acoger un acontecimiento importante, la boda del rey Fernando con Beatriz de Suabia, y el antiguo templo románico se había quedado pequeño para acoger a los invitados, ha recordado a Efe Pablo González, presidente del Cabildo Metropolitano. Burgos, como ciudad próspera, se merecía una nueva catedral, y se tomó como ejemplo los templos europeos del momento, catedrales como la de Notre Dame en París o la de Reims, del nuevo estilo gótico. El proyecto se inició el 20 de julio de 1221 con la colocación de la primera piedra y nueve años después ya celebraba cultos, ha recordado González, tras la primera consagración en 1230. La bendición definitiva llegó en 1260, si bien el templo continuó su ampliación con la apertura de capillas hasta el siglo XVIII, ha apuntado, cuando se inauguraron la nueva sacristía y la capilla de las Reliquias, las últimas incorporaciones. Eso sí, Pablo González ha recordado que en la seo nunca se ha parado de intervenir, y actualmente está finalizando el plan de rehabilitación integral diseñado en los años noventa del siglo XX.

La caída de la estatua de San Lorenzo, en 1994, resultó providencial porque supuso un toque de atención, puso en evidencia el deterioro de un monumento declarado Patrimonio de la Humanidad una década antes, mediados los ochenta. Se ha ejecutado un plan director de colaboración público-privada, que ha dado “enormes frutos“, ha afirmado González, lo que permitirá contar para el octavo centenario con una catedral “nueva“. Queda pendiente la restauración de los relieves de la girola, los tres de Felipe Vigarny, de los siglos XV y XVI, y los dos de Pedro Alonso de los Ríos, doscientos años más modernos. El proyecto, valorado en 1,4 millones de euros, será financiado por la Junta de Castilla y León y el Cabildo Catedralicio, y las obras comenzarán en 2018, por lo que estarán finalizadas para 2021, prestas para una efemérides que desde el año próximo ambientará un amplio programa conmemorativo gestionado por una fundación constituida la pasada semana. En breve culminará la restauración de la capilla del Corpus Christi, y la idea del Cabildo pasa por rehabilitar las vidrieras de la de los Condestables y hacer algunos ajustes en la de Santa Ana, ya restaurada. Y todo ello para que la catedral luzca como nueva en el año de su octingentésimo aniversario, un “hecho gozoso y celebrativo” que busca unir a toda la ciudad en un proyecto cultural común, ha precisado. Para ello, el pasado jueves se constituyó la Fundación del VIII Centenario de la Catedral “Burgos 2021“, conformada por el Cabildo, el Arzobispado y la Cámara de Comercio e Industria. También se ha creado un protocolo de colaboración, al que ya se han adherido el Ayuntamiento, la Diputación y la Junta de Castilla y León, y el Gobierno central ha comprometido su apoyo. Se diseñará un programa cultural, patrimonial y de investigación, con la catedral como catalizador, buscando conexiones con el Camino de Santiago, la figura de El Cid, los yacimientos de Atapuerca, el Geoparque de Las Loras y la Lengua Castellana. Pablo González ha recordado que Burgos “no se puede entender sin la catedral, pero la catedral tampoco es ajena a la ciudad“.

En su octavo centenario, el deán considera que “no es exagerado” afirmar que la burgalesa está entre las “mejores catedrales góticas del mundo“, la primera levantada en la península. “Cada uno tiene su rincón preferido“, ha asegurado González, y el suyo es la capilla del Santo Cristo de Burgos, del siglo XV, por su recogimiento y sensación de trascendencia. La de los Condestables, la Escalera Dorada, la capilla de Santa Ana, el trasaltar o el cimborrio son rincones preciados con obras de los Colonia, Juan de Vallejo, Diego de Siloé o Felipe Vigarny. Todo ello complementado con el toque más mundano de las tumbas de El Cid y Doña Jimena, y del autómata del siglo XVIII que marca la hora, el famoso Papamoscas y su inseparable Martinillo.

IMAGEN: Vista general de la ciudad de Burgos, con la Catedral de Santa María en primer término. EFE.