Hoy, en la Sala de Tapices del Torreón de Lozoya, se ha inaugurado la exposición “Memoria y lugar. Segovia en la fotografía de Otto Wunderlich”, auspiciada por el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), la Diputación Provincial de Segovia y la Fundación Caja Segovia.

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Se trata de la primera muestra monográfica dedicada a este fotógrafo y su labor en tierras segovianas, en las que trabajó entre 1914 y la década de 1940. Los fondos proceden del Archivo Wunderlich, integrado en la Fototeca del IPCE, dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. El comisariado ha corrido de la mano del historiador segoviano Miguel Ángel Chaves Martín, quien ha seleccionado las ochenta instantáneas que se exhiben en la muestra.

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Otto Wunderlich. Un fotógrafo de su tiempo

Otto Wunderlich (Stuttgart, 1887 – Madrid, 1975) llegó a España en 1913 para trabajar en la Sociedad Minera “El Guindo”, dedicada al negocio de minerales, a la vez que se iniciaba como profesional de la fotografía. Desde 1914 va a recibir encargos tanto de la administración pública como de empresas y particulares, fotografiando monumentos, ciudades, pueblos, paisajes naturales, industrias, museos, gentes y oficios que comercializará también en álbumes, tarjetas postales y foto-libros. Primero en bicicleta y después en moto, Wunderlich recorrerá España siguiendo la estela dejada por grandes fotógrafos que le habían precedido, extranjeros como Jean Laurent, Charles Clifford, Kurt Hielscher, Max Junghändel o Ruth Matilda Anderson, junto a una nómina cada vez mayor de fotógrafos españoles. Miembro de la Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, realizará numerosas excursiones por el Sistema Central, Navacerrada, Gredos, Peñalara, Valsaín, recalando en diferentes ocasiones tanto en la ciudad de Segovia como en la provincia (La Granja de San Ildefonso, Riaza, Ayllón, Sepúlveda, Coca, Cuéllar, Pedraza, Villacastín, San Rafael, Turégano, etc.).

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Hasta el estallido de la guerra en 1936, el destino principal de sus fotografías fueron periódicos y revistas de actualidad como ABC, La Esfera, Estampa o Residencia, y publicaciones especializadas como las series de postales y foto-libros de Paisajes y Monumentos de España, publicados por la editorial Voluntad y el Patronato Nacional de Turismo. De una impecable calidad técnica, sus fotografías son un magnífico exponente de la denominada “fotografía documental” que tuvo su desarrollo en las décadas de 1920 y 1930, surgido como alternativa frente a la excesiva artificiosidad del aún vigente “pictorialismo o fotografía artística”. Esta nueva corriente buscaba imágenes mucho más sencillas, funcionales, espontáneas y objetivas asociadas a ese desarrollo del viaje como descubrimiento de lo antropológico, etnográfico y patrimonial de los paisajes españoles, que ya había reivindicado la Institución Libre de Enseñanza a finales del siglo XIX.

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La exposición se estructura en cuatro secciones que marcan otras tantas facetas fundamentales de la fotografía de Wunderlich:

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Paisaje urbano

Este elemento se expresa en la fotografía de Wunderlich a través de vistas panorámicas, realizadas desde los principales miradores de la ciudad (los altos de la Piedad, el Cementerio, la torre del Alcázar, las Peñas Grajeras) o de pueblos como Cuéllar y Sepúlveda. En estas poblaciones nos muestra un caserío de volúmenes diversos y variado cromatismo a la sombra de un patrimonio monumental que en ocasiones centra aún más las miradas sobre determinados monumentos desde ángulos que enmarcan una plaza o una calle determinada. El punto de vista y el encuadre de algunas de estas fotografías coincide con otras que, por los mismos años, hicieron viajeros como el alemán Kurt Hielscher o los arquitectos Torres Balbás y García Mercadal, lo que pone de manifiesto la génesis de un consenso sobre representaciones o vistas privilegiadas de núcleos históricos y sus entornos, filtrados por un gusto idealista hacia lo pintoresco, a la vez que reflejaban una nueva sensibilidad hacia la efectiva protección patrimonial de esos conjuntos que se estaba consolidando en esos años.

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Patrimonio monumental

En los años finales de la década de 1920 y durante los primeros años de la II República, la conservación del patrimonio y la restauración de monumentos en España dan un importante paso adelante, encaminándose hacia una nueva y moderna administración de los bienes culturales. Durante esos años, y con frecuencia vinculado a encargos editoriales del Patronato Nacional de Turismo, Wunderlich fotografía algunos de los monumentos más emblemáticos tanto de la ciudad como de la provincia. Su trabajo no es un encargo de catalogación exhaustivo, sino la selección de algunos de los ejemplos más relevantes, de ahí las evidentes ausencias y las masivas presencias -según los casos- de determinados monumentos. La mirada de Wunderlich no se detiene en procesos de restauración ni busca llamar la atención sobre un deterioro o una ruina; tampoco nos habla de preferencias estilísticas o valores arquitectónicos. Son imágenes impregnadas, como toda su obra, de valores antropológicos. Salvo las series que ilustran los encargos oficiales, el resto de imágenes nos ofrecen siempre el necesario contexto en el que se integra el monumento: la presencia constante de transeúntes, de pastores, de comerciantes, de ciudadanos, convive con un caserío de arquitecturas populares que de nuevo combina en una sola imagen los diferentes campos de interés del autor.

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Arquitectura popular

La fotografía de Otto Wunderlich se integró también en el movimiento intelectual que, desde finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del XX, habían propiciado miembros de la Institución Libre de Enseñanza como Joaquín Costa y Manuel Bartolomé Cossío, arquitectos como Leopoldo Torres Balbás o Vicente Lampérez, literatos de la generación del 98 e intelectuales como Ortega y Gasset, convirtiendo la idiosincrasia y la tradición popular en un importante objeto de estudio. Con él se favoreció una sensibilidad que puso en valor las costumbres seculares, lo popular, la artesanía y el paisaje como camino hacia la regeneración de la sociedad española, reivindicando los valores del mundo vernáculo y rural como camino para la renovación en todos los ámbitos, incluido el arquitectónico. En este sentido, destacan las fotografías que Wunderlich dedicara a poblaciones tales como Sepúlveda, Pedraza o Ayllón, sin olvidar el carácter popular de la arquitectura de la capital segoviana.

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Cultura inmaterial

En Wunderlich la cultura inmaterial es, en buena medida, la esencia de un trabajo que le da su mayor especificidad. En muchas de sus vistas de monumentos y ciudades, el manejo de factores técnicos como el encuadre, la composición o la iluminación, no difiere demasiado del que se observa en las fotografías de otros profesionales como Mariano Moreno, Hauser y Menet, Adolfo Mas, Loty…, los mismos que compartían con él la presencia en las revistas y folletos propagandísticos que publicaba el Patronato Nacional de Turismo. En cambio, las fotos en las que muestra personas ofrecen matices que traslucen una actitud y una forma especial de fijarse en el ser humano, así como un auténtico interés por captar, sin artificio y de un modo directo, la fisonomía y la mirada de las personas que encontraba a su paso en pueblos y ciudades. Sus personajes se presentan como son, lo que son, en su sencilla grandeza, sin empaques, sin composturas, de frente, sin enfatizar nada que haga de la imagen un posado antinatural en busca de lo heroico, lo místico o lo enigmático, pero deudor también de recursos visuales propios del costumbrismo y la pintura regionalista como testimonian por ejemplo sus retratos de gitanos o la serie que hiciera al tío Fermín.

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La exposición permanecerá en las Salas del Palacio del Torreón de Lozoya hasta el próximo 19 de marzo de 2017.

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IMÁGENES: “Segovia. Casas viejas en la Plaza de la Constitución”. 1925 / “Ayllón. La tumba del Fundador”. [Iglesia de San Juan, interior capilla de los Daza y sepulcro de los fundadores]. 1928 / “Sepúlveda. Rincón típico”. 1930 / “Ayllón. Plaza” [Mayor]. 1918 / “Turégano. Castillo de Turégano”. 1930 / “Segovia. Casas viejas desde el Acueducto”. 1919 / “Segovia. Carro de bueyes” [calle del Mercado / José Zorrilla]. 1923 / “Segovia. Niños gitanos bailando” [altos de la Piedad]. 1920 / “Segovia. Feria de trajes típicos. Grupo de hombres” [Plaza de Toros. Danzantes de Cantalejo] 1927 / “Segovia. Callejón con vista del Acueducto, sólo un arco” [antigua calle de Perocota]. 1926. / “Segovia. Patio de la casa del Marqués de Lozoya” [Torreón de Lozoya]. 1919 / “Cuéllar”. 1930. Fundación Caja Segovia