“La gran odalisca” de Ingres ha abandonado excepcionalmente el Louvre y cuelga ya en las paredes del Museo del Prado, donde formará parte de la primera exposición que se dedique en España al maestro francés.

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Odalisca, Ingres

Con la instalación de esta obra se inicia el montaje de la gran monográfica dedicada por primera vez en nuestro país a la obra de Jean-Auguste Dominique Ingres (1780-1867), artífice de un lenguaje propio con el que derribó convencionalismos académicos, que abrirá sus puertas el 24 de noviembre y que ha sido organizada con el patrocinio de la Fundación AXA. Esta institución ha renovado por cuatro años su compromiso de colaboración con el Museo del Prado en calidad de miembro benefactor del programa de grandes exposiciones. El presidente del patronato del Prado, José Pedro Pérez Llorca, ha recordado que la colaboración entre ambas instituciones se remonta a 1999 con exposiciones como las dedicadas a Durero, Turner, Rafael, Velázquez, Picasso o Goya.

Sesenta obras formarán parte de la gran muestra con la que el Prado despide el año y que supondrá una ocasión única y extraordinaria de recorrer cronológica y temáticamente la trayectoria del artista francés. Para ello se ha contado con la colaboración del Louvre y la participación del Museo Ingres de Montauban, que cederán las pinturas más emblemáticas del maestro. A estas se unirán piezas procedentes de instituciones belgas, inglesas, italianas y norteamericanas. Ingres no está representado en las colecciones públicas españolas y solo la colección Casa de Alba posee una obra del maestro francés, “Felipe V imponiendo el Toisón de Oro al mariscal de Berwick”, que actualmente se exhibe en la exposición que se celebra en el Meadows Museum de Dallas.

Interés por el retrato

En el recorrido planteado por Carlos Giménez Navarro, conservador del siglo XIX del Prado, y por Vincent Pomarède, conservador del Museo del Louvre, se prestará una atención especial al interés del pintor por el retrato, con obras como “Monsieur Bertin”, la “Condesa de Haussonville” o “Napoleón I en el trono imperial”. Se profundizará también en el deseo de Ingres por ser reconocido como pintor de Historia y su atracción por los argumentos literarios o por el desnudo, como en “La gran odalisca” o “Baño turco”, donde muestra “la sensualidad de la feminidad sin excusas”, ha señalado el comisario.

Uno de los grandes y singulares desnudos de la historia del arte

Giménez Navarro ha recordado que desde que a finales del siglo XIX la obra pasara a formar parte del Museo del Louvre, han sido escasas las ocasiones en que “La gran odalisca” ha abandonado la ciudad del Sena. La obra fue encargada por el matrimonio Murat, Carolina Bonaparte y Joaquín Murat, y formaba parte de una pareja junto con “La bella durmiente”, obra desaparecida. En opinión del comisario, esta pintura es uno de los grandes y singulares desnudos de la historia del arte. “Se diferencia de otros desnudos que se conservan en el Museo del Prado en que en esta obra no hay argumento que justifique el desnudo, solo hay pura sensualidad”.

El propio Ingres, tras recuperar la obra, la presentó en el Salón de París de 1819, donde la crítica la recibió como una pintura obscena, además de tener escasa expresión anatómica del cuerpo. “La obra suscitó estudios de todo tipo, como el que señaló que tenía tres vertebras de más. El debate resultó tan intenso que el propio rey Luis XVIII acudió al Salón y afirmó que lo único imperfecto de la pintura era la forma en que Ingres había conjugado el verbo pintar en su firma”.

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Valor artístico e ideológico

El rey intentó comprar la pintura que acabó en manos de un riquísimo banquero, de las que pasó posteriormente a varias colecciones francesas hasta que a finales del XIX la adquirió el Museo del Louvre. Abandonó este museo en dos ocasiones con motivo de la primera y segunda Guerra Mundial, y a partir de entonces solo en cuatro ocasiones para formar parte de grandes exposiciones. “Es una obra muy importante tanto por su valor artístico como por su ideario, ya que se ha convertido en ejemplo de la belleza y en elemento iconográfico de ideales reivindicativos como el feminista”.

Frente a “La gran odalisca” se situará en la exposición “Ruggiero liberando a Angélica”, desnudo que compró Luis XVIII y que es una pintura muy significativa en la producción de Ingres. En la misma sala colgarán también un dibujo preparatorio de “La gran odalisca” y una versión en grisalla de la misma. “Ingres repetía muchas veces cada una de sus composiciones, de las que hacía hasta siete versiones, la última en grisalla para que la línea prevaleciera sobre el color”, ha comentado el comisario.  EFE_Mila Trenas.

IMÁGENES: Unos operarios cuelgan “La gran odalisca” de Ingres en el Museo del Prado, donde posteriormente es observada por varias personas. EFE