La palabra detalle, si bien atiende a lo concreto o lo específico, también se suele asociar con ciertas connotaciones afectivas como la amabilidad y la cordialidad, cualidades altamente recomendables en el trato con el cliente inherente al sector turístico. Bien podríamos dedicar las siguientes líneas a tratar el tema de la hospitalidad en el marco de la actividad de una entidad como la cadena hotelera estatal Paradores de Turismo pero, en este artículo, nos vamos a ceñir a resaltar otro tipo de detalles que han  hecho de la red de Paradores un ejemplo único en el mundo en cuanto a la recuperación del patrimonio cultural con fines turísticos.

Canal Patrimonio_ Patricia Cupeiro López

Vista general del Convento de San Pablo sobre el río Huécar en Cuenca, actualmente convertido en parador de Cuenca.

El siglo XXI avanza paralelamente al desarrollo tecnológico y la inmediatez en las comunicaciones. El ser humano ha tenido que adaptarse al dinamismo procedente del empleo de los nuevos dispositivos electrónicos y a una sociedad de consumo que parece imparable, en la que resulta complicado mantener el frágil equilibrio del desarrollo sostenible. En estos tiempos de ritmos frenéticos, cultura globalizada y culto a la productividad, en ocasiones, se valora más la cantidad frente a la calidad, por lo que es de justicia reconocer e incidir en la importancia de dar atención a los pequeños detalles que, precisamente, en los campos de la investigación, la ciencia y el diseño son motor de creatividad e innovación y fuente de conocimiento y cultura.

Para comprender el interés en la red de Paradores de España en un contexto internacional, tenemos que dar breve cuenta de su dilatada historia, a menos de una década para convertirse en una institución centenaria. Y es que pocas iniciativas de tipo hotelero se pueden comparar con el legado cultural de Paradores en España.

 

Un poco de historia

En las primeras décadas del siglo pasado surge la iniciativa de crear una serie de establecimientos hoteleros que solventasen la carencia de alojamientos turísticos existente entonces en nuestro país. Este proyecto, de promoción pública, fue impulsado por el precursor del turismo cultural en España: Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer, II marqués de la Vega-Inclán.

Desde la apertura en 1928 del primer hotel de la red hasta hoy, la lista de edificios ha ido creciendo hasta llegar a los 97 paradores que comprende actualmente la cadena hotelera. Y, ante las inminentes inauguraciones previstas, creo que no sería desacertado augurar que en 2028 Paradores se convertirá en una empresa centenaria en años pero también en número de establecimientos.

A aquel primer inmueble de nueva construcción en la Sierra de Gredos le sucedería inmediatamente un proyecto de renovación monumental de un convento en la localidad de Mérida, cuya apertura se vería retrasada varios años, pero que fue el germen de la misión de Paradores: contribuir al desarrollo turístico en áreas poco frecuentadas y la recuperar y mantener el patrimonio cultural de España. Si bien estos objetivos han tenido una apreciación y progreso desigual en las diversas épocas históricas por las que ha atravesado la empresa, permanecen actualmente como fundamento esencial de los valores y objetivos que persigue este instrumento de la política turística el Estado.

 

Detalles artísticos

Seleccionar una muestra de los aspectos de interés cultural que atesora la red de Paradores sin tener la sensación de dejar demasiados elementos en el tintero es una cuestión compleja, pues cualquier inmueble del medio centenar de establecimientos hoteleros de interés histórico-artístico de Paradores es un ejemplo representativo de un periodo histórico, una sociedad, un tipo arquitectónico o un estilo artístico determinado. Dicho esto, me permito presentar una pequeña relación de detalles artísticos que, a menudo, pasan desapercibidos entre huéspedes y viajeros con la promesa de seguir dedicándome en futuras ocasiones a mostrar otros ejemplos igualmente destacables.

En los inmuebles histórico-artísticos se produce un diálogo que trasciende el tiempo y el espacio que, a veces, necesita de un mediador para que pueda ser percibido en todo su esplendor. La persistencia del tiempo se abre paso en las paredes de monumentos como el monasterio de San Pedro de Villanueva en Cangas de Onís. Paseando entre sus corredores encontramos el reflejo de los arcos de un románico pretérito en las arquerías de una construcción barroca que parece devolver, siglos más tarde, una mirada renovada a un imaginario espejo. 

Monasterio de San Pedro de Villanueva/parador de Cangas de Onís. Detalle de la arquería del claustro románico original del inmueble frente al claustro barroco.

Si hablamos de coloquios intertemporales no podemos obviar el pasado nazarí de un convento franciscano emplazado en el interior de la Alhambra de Granada. Sin duda, la grandeza de esta cultura motivó la conservación de algunas yeserías que todavía podemos contemplar en este inmueble renovado con uso hotelero en 1945. 

Convento de San Francisco en la Alhambra/parador de Granada. Detalle de una yesería nazarí con forma estrellada.

La delicadeza con la que recoge su vestido la figura femenina en la cámara de los esposos de la torre del Homenaje del castillo-palacio de los Duques de Feria en Zafra, nos muestra la pureza y elegancia del trazo del pictórico de un artista que transita entre el estilo gótico y el renacentista. Algunos de estos detalles resultan imperceptibles si no se dan las condiciones adecuadas. De hecho, no se comprendería la ubicación de estas pinturas en una zona tan poco accesible dentro del castillo de no ser porque en el tiempo de su construcción las estancias privadas del mismo tenían acceso a ella.

Castillo-palacio de los Duques de Feria/parador de Zafra. Detalle del ciclo pictórico situado en la torre del Homenaje.

Tampoco podemos reproducir a nuestro antojo, por ejemplo, una atmósfera concreta de un día nevado en el parador de Cuenca, el sonido de un concierto celebrado en la colegiata de San Vincenc de Cardona o el reflejo de las vidrieras de la capilla del Hostal de los Reyes Católicos en Santiago de Compostela un día soleado. En eso precisamente consiste la magia del viaje, aunque algunos lugares permanecen inmutables en nuestra memoria la percepción de cada detalle en el tiempo siempre es variable.

 

Detalles constructivos

Por último, me gustaría hacer mención a los detalles constructivos de estos inmuebles, tanto a los que son fruto de procesos constructivos históricos como a aquellos que se han desarrollado en épocas más recientes a consecuencia de su transformación para uso hotelero.

La reutilización de materiales del pasado en nuevas construcciones ha sido una práctica realizada en todos los periodos históricos. Ejemplo de ello son las columnas romanas con inscripciones árabes que se emplearon en la construcción del claustro del convento de Jesús Nazareno en Mérida. 

Detalle de una columna con inscripción árabe en el claustro del convento de Jesús Nazareno en Mérida, actualmente convertido en parador de Mérida.

A veces, el detalle más interesante es el resultado de la simplificación, de la sencillez o incluso el que deriva de la “no acción”. Ejemplo de ello fue la decisión del arquitecto Manuel Sáinz de Vicuña de valorar la ruina en un espacio que iba a ser completamente reformado, como el castillo de Carlos V en Hondarribia en los años sesenta. Conservar intacto un paramento semiderruido en una época en la que se tendía a la reconstrucción total de los inmuebles, incluso llegando a sustituir por obra de nueva construcción edificios enteros, demuestra la sensibilidad de este arquitecto.

Castillo-palacio de Carlos V en Hondarribia/parador de Hondarribia. Detalle de paramento en ruina.

Uno de los ejemplos actuales de renovación monumental en Paradores más destacados es la reforma del colegio de Santo Tomás de Aquino en Alcalá de Henares. En la búsqueda del detalle constructivo el estudio de Aranguren y Gallegos optó por usar el yeso, empleado tradicionalmente en la arquitectura conventual de la zona, para la reconstrucción de las bóvedas de arista de que cubrían los corredores en torno al patio del colegio.

Colegio de Santo Tomás de Aquino en Alcalá de Henares/parador de Alcalá de Henares. Detalle de las bóvedas que recubren actualmente los corredores en torno al patio del colegio.

Los arquitectos pretendían conservar las siete bóvedas que permanecían en pie antes de la reforma, tomándolas como referencia para reconstruir el resto. No obstante, por problemas de seguridad ante amenaza de desplome finalmente también tienen que ser demolidas y reconstruidas.

Por último, no quisiera olvidar los detalles ornamentales. No todo el mundo sabe que la red de Paradores posee una colección artística de más de 9000 obras que decoran sus establecimientos, entre las que podemos contemplar desde tapices realizados a partir de cartones de Rubens a dibujos de Picasso.