De la sobriedad de la Contrarreforma a los excesos del Barroco, la moda en Europa sufrió una auténtica revolución en los siglos XVI y XVII, cambios que se explican en la exposición “La nueva moda”, que se podrá ver en Villa de Este en Tívoli, cerca de Roma.
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“Esta muestra nace de la colaboración con un amigo y experto en arte, Roberto Valeriani, que ha seleccionado algunos cuadros en los que se puede ver la evolución de la moda del siglo XVI al XVII, un periodo muy interesante y de grandes cambios”, explicó Luigi Piccolo, director de la Sastrería Farini. “La Nueva Moda, entre el siglo XVI al XVII”, que se exhibe hasta el próximo 19 de octubre, incluye 18 cuadros y 20 vestidos que son un testimonio claro de la transformación que sufrió la ropa de las damas y de los nobles caballeros de la Europa de hace más de cinco siglos.
De la lana al terciopelo y el brocado:
Los vestidos, que están inspirados en los ropajes de entonces, han sido fabricados por la sastrería que dirige Piccolo. Se trata de un viaje por cuatro salas que, divididas de forma cronológica, muestran cuáles fueron los cambios que vivió la moda, sus tejidos y sus colores. Así, a principios del siglo XVI la moda ya había abandonado la lana de la Edad Media para dar paso a tejidos más pesados como el terciopelo o el brocado, propios del Renacimiento. Los trajes comienzan entonces a ser más ricos en detalles y en las formas, y aparecen las mangas anchas y las caídas de tela en forma vertical.
“Las mujeres llevan vestidos con escotes y las faldas recuerdan a las cúpulas renacentistas, que son uno de los puntos fuertes del Renacimiento italiano”, explicó este diseñador.
Pero la vitalidad del color del Renacimiento se apaga en la segunda mitad del siglo XVI con la llegada de la Contrarreforma católica, que combate la Reforma protestante, defendida por Martín Lutero. “La moda se vuelve austera, desaparecen los escotes y ahora las mujeres van cubiertas hasta el cuello”, afirmó. Así, nace la gorguera que en su origen fue una especie de pañuelo de tela muy fino, de color crudo, que tapaba el busto femenino. Pero su uso se generalizó y fue aumentando de tamaño, señaló Piccolo, hasta convertirse en cuellos escarolados que también utilizaron los caballeros. Los colores oscuros son los protagonistas de esta vestimenta que reniega del detalle propio del Renacimiento y se ve dominada por la sencillez y la sobriedad.
España y Francia marcan tendencia en el siglo XVII:
Pero el siglo XVI llega a su fin y la opulencia y los excesos del Barroco inundan la pintura, la literatura, la música y, como no, la moda. “Se produce el fin de la supremacía de la moda italiana, que hasta el siglo XVI era lo que toda Europa copiaba, y decae en favor de la española y francesa que serán las dos líneas principales que todos seguirán durante el siglo XVII”, subrayó. Los ropajes se vuelven más complicados y los brillos adornan las armaduras de los valientes caballeros, mientras que la pedrería y los bordados en oro se convierten en la tónica predominante para los vestidos de las mujeres.
Ejemplo de esta tendencia es el traje que la sastrería Farini confeccionó exclusivamente para la exposición y que es una fiel recreación del que lleva la reina Cristina de Suecia en un cuadro que lleva su nombre y que es de autoría anónima. Este óleo sobre tela, que forma parte de la colección privada del Museo Castillo Odescalchi de Bracciano (Roma), muestra a la soberana con un vestido en tonos dorados, adornado con pedrería de color rubí y acompañado de una capa de muaré rosa. El traje, que mantiene “las medidas exactas de la reina”, según el diseñador, pone fin a dos siglos que supusieron un momento de transformación política, social, económica en Europa, unos cambios que se reflejaron también en la moda, que no es sino el testimonio de las costumbres de un periodo determinado de la Historia. EFE_Laura Serrano-Conde
IMAGEN: Algunos de los vestidos que se pueden ver en la exposición “La nueva moda, entre el siglo XVI y el XVII” que explica la evolución de la moda en estos siglos y que se puede ver hasta el 19 de octubre en Villa de Este, en Tívoli, cerca de Roma. EFE/EFE-TV