Durante siglos se alentó la idea de que las pinturas españolas y holandesas eran completamente contrapuestas, alimentada por el surgimiento de sentimientos nacionalistas. Para desmentir esta falsa imagen, el Museo del Prado presenta “Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines” hasta el próximo 29 de septiembre.

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Museo Nacional del Prado
Miguel Falomir, Director del Museo del Prado y Olga Sánchez, Presidenta de la Fundación AXA, durante la presentación. Foto © Museo Nacional del Prado

La exposición, reúne un total de 72 pinturas de artistas del siglo XVI y XVII, que tratan de revelar, que fuera de la esencia de sus naciones, existían unas ideas y planteamientos que compartían con una comunidad europea de creadores. Un ambicioso proyecto enmarcado en la celebración del Bicentenario de la pinacoteca madrileña, que cuenta con el patrocinio de la Fundación AXA y la colaboración especial del Rijksmuseum de Ámsterdam, que cede algunas de sus obras para esta especial ocasión, junto con 15 prestadores más, como el museo Mauritshuis de La Haya, la National Gallery de Londres o el Metropolitan de Nueva York, entre otros.

Pinturas que invitan al visitante a una introspección sobre los estilos pictóricos de España y los Países Bajos, a través de la calidad y relevancia de los pintores más admirados de Europa en el siglo XVII. Se trata de confrontar los mitos históricos y las realidades artísticas de ambos ámbitos, para reflexionar sobre los numerosos rasgos que las unen, ante una historiografía artística que las ha considerado esencialmente divergentes.

 

Una visión supranacional de la cultura europea

Durante mucho tiempo era lógico pensar que el arte realizado en diversas partes del continente era muy distinto: que Velázquez, por ejemplo, es “muy español” y Rembrandt “muy holandés”. Esta apreciación parte de la desmedida influencia que la sensibilidad y la ideología nacionalistas de los siglos XIX y XX han tenido en nuestra forma de entender el arte. Los estudiosos de esa época concedieron gran importancia a lo que cada nación tenía de diferente, y se extendió la idea de que esas diferencias se manifestaban en el arte. Ese punto de vista minimiza los rasgos comunes que comparten los artistas europeos.

El geógrafo de Johannes Vermeer. Óleo sobre lienzo, 51,6 x 45,4 cm
1669, Frankfurt, Städel Museum.

El caso de la pintura española y holandesa del siglo XVII es sintomático. Separadas por una guerra, su arte se ha se ha enfrentado igualmente en dos bandos diferenciados. Sin embargo, el legado de la pintura flamenca e italiana, cuya influencia define toda la pintura europea, se interpretó de forma similar tanto en España como en Holanda. En ambos países se desarrolló en el siglo XVII una estética alejada del idealismo e interesada por la apariencia real de las cosas y la forma de representarla.

El lema de la exposición la marca una frase célebre del filosofo español José Ortega y Gasset, “La unidad de la pintura de Occidente es uno de los grandes hechos que hacen manifiesta la unidad de la cultura europea.”

Comisariada por Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado, esta exposición se podrá visitar en las salas A y B  del edificio Jerónimos hasta el próximo 29 de septiembre.

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