Junto a la ría de Bilbao, la gran araña, “Maman” (Mamá), de Louise Bourgeois vigila y protege desde 2001 al Museo Guggenheim, que ahora dedica una gran exposición a una de las producciones más destacadas del trabajo de la desaparecida artista, la de “Las Celdas“.
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Las grandes salas del museo muestran por primera vez juntas casi la mitad de las algo más de sesenta celdas que la artista francesa realizó a partir de 1986. Con todos los elementos que fueron icónicos a lo largo de su trayectoria, son espacios inquietantes que nunca dejan indiferente al observador y en los que Louis Borgeois (París, 1911- Nueva York, 2010) volcó sus ansiedades, sus inseguridades y sus miedos y, a través de ellos, exortizó estos sentimientos. Unos sentimientos de dolor, angustia y miedo al abandonado que en dos ocasiones la llevaron a intentos de suicidio, uno cuando murió su madre y otro cuando su padre quiso emparejarla con un amigo suyo.
El objetivo de la autora era el de crear su propia arquitectura y no depender de los espacios expositivos. “Es un mundo cerrado en sí mismo en el que los objetos establecen relaciones y diálogos entre ellos”, ha explicado Jerry Gorovoy, quien ha recordado que la escala era muy importante para Bourgeouis. Una escala de la que estaría satisfecha en el Guggenheim donde encajan a la perfección las grandes estructuras creadas con viejas puertas, que encierran secretos, o con estructuras de metal que permiten observar un interior lleno de símbolos.
La araña
Entre los iconos que pueblan estos espacios, la araña también está presente. A veces observando desde una esquina, como en “Celda VII“, o protagonizando la celda, como en “Dama de compañía“, de 2003, donde la propia artista se convierte en araña sentada en un sillón y con cuerpo de tela. La araña, “un ser inteligente”, por una parte representaba a la madre “y a la relación con la suya, que era tejedora”, pero también tenía que ver con ella misma. “Decía que la araña construye su mundo partiendo de su propio cuerpo y eso es lo que ella hacía cuando creaba sus esculturas, obras que surgen de su propio cuerpo”. Además, la araña nunca se rinde y vuelve a construir la telaraña, “y ella decía que una y otra vez había reconstruido su mundo”.
Gorovoy ha recordado que a Bourgeois no le interesaba la gente feliz “que no tenía historias que contar, eran aburridos y no tenían interés”. Junto a las celdas, en las que conviven objetos “brutales” como piernas amputadas, una guillotina, una silla eléctrica, prótesis, objetos para triturar carne, pieles de conejo, con delicados bordados hechos por ella misma, la exposición muestra también como si se tratara de un gabinete de las maravillas, una selección de piezas fechadas entre 1943 a 2010. Mila Trenas_EFE
IMÁGENES: Jerry Gorovoy, ayudante durante 30 años de la artista francesa Louise Bourgeois y un hombre fotografiando la obra “Celda II”-1991, de la colección “Estructuras de la existencia” en el Museo Guggenheim de Bilbao. EFE/Archivo