Un libro recoge las raíces bizantinas del Greco durante su etapa toledana en la composición de uno de sus cuadros más universales, “El entierro del Conde Orgaz”, y en sus apostolados.

Canal Patrimonio

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El encargado de revisar esta presencia bizantina es el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Castilla-La Mancha, Miguel Cortés, quien ha resaltado, además que esta presencia es  claramente visible en la iconografía, así como en el tratamiento del paisaje y del color del pintor cretense, en el libro “Nostalgia del porvenir. Navegando hacia Bizancio con El Greco de Toledo”, presentado hoy en la capital regional.

En declaraciones a los periodistas, Cortés ha explicado que el punto de partida de este libro fueron unas jornadas sobre las raíces bizantinas del Greco y su vinculación con la pintura europea occidental que se celebraron en Toledo y Madrid en 2014, dentro del ciclo de actividades impulsadas por la Fundación El Greco.

Y que algunos de los aspectos abordados en esas jornadas son los que él ha querido constatar en su libro, como por ejemplo por qué volvió a sus raíces en la pintura de su etapa toledana y la vinculación que existió, en su caso, entre el ejercicio de la pintura y el aprendizaje de la vida.

Recoge aspectos de la vida personal  del Greco

En este punto el catedrático ha puesto de relieve que, durante los 37 años que el pintor de Creta vivió en Toledo fundó una familia y tuvo un hijo, Jorge Manuel, al que puso el mismo nombre de su padre y hermano, como era costumbre en Creta, y acogió a un hermano suyo huido de la justicia veneciana.
En este aprendizaje de la vida, conoció también de primera mano las dificultades del negocio del arte, dado los problemas que tuvo para sacar adelante algunas de sus obras.

En el libro se recogen también las “constantes comparaciones” de que fue objeto respecto de sus compañeros de profesión y los “muchos sinsabores”, debido fundamentalmente a su carácter adusto que no facilitaba el trato con los compañeros.
Y es que, además, según Cortés, se desenvolvía en un escenario “en el que no se era muy generoso con quien era extranjero o era diferente”.

En este punto ha significado que El Greco encontró apoyo en sus compatriotas griegos, dado que en Toledo había una colonia griega, llegó a trabajar como traductor para la Inquisición y “defendió sus orígenes permanentemente, tanto la lengua como la cultura”.

En cuanto a la razón por la que el pintor cretense volvió a sus orígenes, el catedrático de Historia del Arte de la UCLM lo ha atribuido a que “encontró remedio a su desolación en el trabajo” y, tanto él como otros artistas de primera magnitud, como Rembrandt o Picasso, en la última etapa de su vida dan una vuelta de tuerca, lo que se ha llamado “el estilo tardío”, que incluye una ampliación del horizonte y, por ende, un regreso a los orígenes.

Por último, Cortés ha explicado que “Nostalgia del porvenir. Navegando hacia Bizancio con El Greco de Toledo” está dedicado al profesor de la Facultad de Humanidades de Toledo Fernando Llamazares, fallecido el pasado 20 de mayo, a quien, con esta dedicatoria quiere rendir un homenaje después de que él haya vivido en esta ciudad más de 25 años, a lo largo de los cuales, ha dicho, “nos ha dejado su memoria y su obra”. EFE