Cada mañana de verano los flashes inmortalizan la belleza sin igual de la catedral de Burgos. Una joya del gótico que durante siglos ha guardado uno de sus mejores secretos, sus vidrieras, sin que ninguna obra recogiera un estudio de las mismas. Ahora, y tras ocho siglos de silencio, la profesora de la Universidad de Burgos, Pilar Alonso, descubre la verdadera historia de los vitrales de la catedral que mandó construir en el siglo XIII, Fernando III ‘El Santo’.

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Tras tres años de arduo trabajo comparativo, y con una estrecha colaboración con el Instituto de Cerámica y Vidrio del CSIC, la Universidad de Burgos y el Instituto de Ciencias Materiales de Aragón, Alonso toma entre sus manos un inmenso volumen que recoge la historia de los ventanales de la catedral burgalesa. Una especie de diario en el tiempo que pone de relieve el enorme peso y gran importancia de unas vidrieras únicas en el mundo entre las que se encuentra la pieza de cristal más importante de todos los tiempos del conjunto artístico de la Península Ibérica. Hablamos del rosetón de la Puerta de Sarmental. Ese que cada día fotografían decenas de personas y que ven todos los que se introducen en visita hasta el templo. Fue construido en el siglo XIII como una de las joyas de la nueva catedral. Es el único que se conserva en tan buen estado.

Parece cosa de la diosa fortuna o de otros dioses que ésta sea la única vidriera que ha permanecido casi intacta desde que maestros franceses tejieran pieza a pieza un mosaico que destaca por su pulcritud y belleza. Alonso mantiene en su estudio cómo esta pieza, fechada hacia 1260, en la que su autor puso de relieve un auténtico alarde de geometría y conserva restos de los materiales que los maestros usaron en el medievo para construir estas vidrieras y que no se encuentran en otras vidrieras de España.

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Gracias a las técnicas utilizadas por la autora del libro, se ha podido comprobar que cuenta con el famoso vidrio rojo de Burgos, que usaron los maestros vidrieros en el momento de la construcción de la seo. Para ello, un equipo multidisciplinar ha podido estudiar los materiales mediante el uso del láser sin necesidad de desmontar la pieza ni aplicar disolventes u otros materiales más nocivos para la superficie.

Hablar de este rosetón es hablar de una parte de nuestra historia. Sabemos que esta pieza fue inaugurada a la vez que la catedral. Hay que tener en cuenta que en ella trabajaron mano a mano maestros escultores y vidrieros, y sabemos que la iconografía fue elegida por el propio Cabildo y por el rey, Fernando III. En el estudio se han hallado paralelismos con otras vidrieras como las de la catedral de Chartres (Francia). Un mosaico en el que aparecen las figuras de Cristo, los escudos de Castilla y de León y hasta una representación de la sociedad en la que aparecen sirvientes, nobles y el pueblo llano.

Un elenco de marcas de vidriero, con sus firmas estampadas en el vidrio, hacen patente la diversidad de manos que participaron en la construcción de este rosetón en el que se utilizó la grisalla para modificar la pintura de empleada. Una creación única para la época en la que se combinaron figuras geométricas, caracteres alfabéticos y símbolos antiguos. En total, podemos decir que existen 19 ciclos o series de vidrieras, algunas de las cuales fueron restauradas hace apenas dos siglos.

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Centro vidriero

El conjunto vidriero de la Catedral de Burgos pasa a ser, según este estudio, uno de los más importantes de toda la Península. Burgos fue un centro vidriero en la construcción de vidrieras porque en toda la Edad Media no existía una tradición asentada y nadie sabía hacer vidrieras en ese momento. En este capítulo histórico, jugó un papel muy importante la construcción del Monasterio de las Huelgas de Burgos donde se ubicaron doce ventanales para la iglesia. En la actualidad solo sobreviven tres ventanales que son los que se encuentran en la Sala Capitular.

Unos años después de que se instalaran las vidrieras de Las Huelgas se construyeron las de León y con una diferencia de tan solo diez años se llevó a cabo el trabajo de las de la catedral de Burgos. Así fue como se fue convirtiendo en una de las ciudades de referencia en el arte vidriero que cogería mayor peso e importancia en el siglo XVI cuando desde la capital castellana se construyeron vitrales para las catedrales de Astorga (León) y Oviedo.

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Conservación

El paso del tiempo también causó daños a los vitrales de la seo burgalesa. Así lo atestigua Alonso que manifiesta que pese a lo que pueda pensarse, Burgos conserva proporcionalmente más vidriera antigua que otras catedrales tan conocidas como la de León. De las primeras solo queda el rosetón y dos óculos que se encuentran en la puerta de Santa María. Hay que recordar que la voladura del castillo en 1812 provocó un daño irreparable en las vidrieras de todo el templo.

Fue precisamente tras ese fatal episodio histórico, que acabó con el castillo de la ciudad, además de con parte del conjunto vidriero del templo gótico, cuando se convocaron varios concursos de construcción de las vidrieras dañadas por la voladura. En el siglo XIX, se convocó un concurso para renovar los vitrales perdidos. Así fue como se colocaron los vitrales de la nave central y de algunas de las capillas.

Hoy podemos asegurar que el estado de conservación de las vidrieras es muy bueno. Y esto se debe en gran medida al trabajo que realiza el taller de Vidrieras Barrio. Un taller especializado en el trabajo vidriero que en los últimos años ha lavado la cara a muchos vitrales.  Los últimos los de la Capilla del Condestable, la capilla del gótico flamígero, de las que entre el 30 y el 40 por ciento de los ventanales son auténticas.

El archivo catedralicio asegura que buena parte de las vidrieras que se asientan junto a la bóveda calada de la capilla salieron del taller de Arnao de Flandes, uno de los maestros más conocidos de la época. Todas las hicieron sus hijos y una de ellas está fechada en 1511. Este dato pone de relieve el importante peso que tuvo Burgos en la construcción vidriera de toda España. L. Sierra_Agencia ICAL

IMÁGENES: Pilar Alonso, autora del estudio sobre las vidrieras de la Catedral de Burgos. Ricardo Ordóñez_ICAL