A partir de marzo, Miguel de Cervantes será el protagonista de una exposición en la Biblioteca Nacional de España, la más completa que se ha realizado al escritor complutense: “Miguel de Cervantes, de la vida al mito”. El mejor homenaje que se le puede tributar al conmemorarse los 400 años de su muerte. No se olvide que hace un siglo, el conde de Romanones decidió aplazar las celebraciones cervantinas debido a la Primera Guerra Mundial, por lo que la mayoría de las actividades programadas (como una exposición en la BNE) fueron suspendidas.

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La exposición de la Biblioteca Nacional de España y Acción Cultural de España es un viaje desde los Siglos  de Oro, ese momento histórico y cultural fascinante, hasta nuestros días; un viaje de lo poco que sabemos y hemos conservado del hombre Miguel de Cervantes hasta el triunfo del mito, que es el que realmente nos convoca durante este año.

Y dentro de lo poco que se ha conservado del hombre Miguel destacan sus autógrafos, los escritos realizados por su propio puño y letra. Resulta curioso que, viviendo en una época obsesionada por la “letra escrita”, que debía de dejar constancia escrita de cada movimiento, contemos con tan poca traza documental de Miguel de Cervantes. Resulta incomprensible desde la perspectiva del mito -¿cómo es posible que nadie guardara como un tesoro los originales manuscritos de sus obras, o las cartas y billetes que, sin duda, escribió a miles durante su vida? Pero no así si situamos a Cervantes en su tiempo. ¿Qué documentos se conservan de la mayoría de los escritores de su tiempo, exceptuando a Lope de Vega, del que contamos con un completo epistolario? Documentos legales y administrativos, por un lado; y por otro, algunos originales literarios, en especial, los que se enviaban y se utilizaban en los corrales de comedias (de los originales de imprenta, poco son los literarios que han pervivido).

En una palabra, han llegado a nosotros los documentos que en su momento se archivaron en los diferentes Consejos que conformaban la compleja maquinaria burocrática de la Monarquía Hispánica, en algunos archivos de algunas casas nobiliarias y, en menor medida, la documentación religiosa de tipo más administrativo (registro de nacimientos y muertes). Esto es lo normal. Y así es lo que sucederá con Miguel de Cervantes hombre. No podía ser de otro modo.

Son once los autógrafos que hemos conservado de Miguel de Cervantes. Y solo durante este año, por primera vez, se ha podido concretar el corpus, estudiarlo de manera conjunta y ofrecerlo en facsímil para que pueda ser difundido entre el mayor número posible de personas (gracias al libro de Taberna Literaria y los esfuerzos de Dionisio Redondo). Once documentos, fechados entre 1582 y 1598, que están vinculados, a excepción del primero, a su vida administrativa como comisario general de abastos y de recaudador de impuestos. El primero, la carta que le envía al secretario del Consejo de Indias, Antonio de Eraso, dando cuenta de que sigue esperando uno de los puestos vacantes de América, es el único que deja traslucir algo de su vida personal: mientras espera alguna “merced” se entretiene “en criar a Galatea, que es el libro que dije a Vuestra Merced estaba componiendo”.

En la exposición de la Biblioteca Nacional de España: “Miguel de Cervantes, de la vida al mito”, se reúnen, por primera vez, el conjunto de todos los autógrafos conservados en España (solo faltan los tres de Estados Unidos que fueron robados del Archivo General de Simancas en el siglo XVIII). A estos testimonios se les une, por primera vez, cuatro autógrafos falsos, esos que se descubrieron en el siglo XIX, y que, por fin, cuentan algo de la vida personal de Cervantes, de la “falsa” vida del Miguel de Cervantes personaje; todos ellos, curiosamente escritos días antes de que Cervantes muriera: el billete que en marzo de 1616 escribe Cervantes a Juan de la Cuesta para que le entregue un ejemplar del Quijote al portador del mismo; y las ¡tres copias! de la carta que Cervantes le escribiera al cardenal Sandoval agradeciéndoles sus servicios, fechada el 16 de marzo.

¿Qué mejor homenaje se le puede rendir a Cervantes a los 400 años de su muerte que reunir, por primera vez, las piezas más esenciales, únicas, que nos devuelven a Miguel de Cervantes hombre para poder comprender la construcción de su mito? Estas y otras doscientas piezas podrán verse a partir de marzo en la Biblioteca Nacional de España. Una actividad más en la conmemoración de Cervantes en que se lleva trabajando más de dos años. Nada de improvisación. Nada de falta de esfuerzos cuando se trata de celebrar al “regocijo de las musas”, al “manco sano”, al genio de las letras españolas.   José Manuel Lucía Megías , comisario de la exposición de la BNE.

Imagen: Exposición ‘Miguel de Cervantes: de la vida al mito (1616-2016) / BNE